Tarde de toros inmejorable la que ha vivido esa “minoría social” que llenó una plaza que recuperaba su actividad taurina tras catorce años, la de la localidad madrileña de Valdemoro. Y lo hizo como mejor se puede hacer. Llenándola y disfrutando de toros y toreros. Dos triunfadores claros, Molina y Víctor Hernández y varios toros de buena nota.

Abrió plaza Thomas Joubert con un astado de Flor de Jara al que le costó romper en sus embestidas y con el que el francés estuvo firme y solvente.

El cuarto de Ángel Luis Peña resultó encastado y exigente. Joubert mostró su mejor versión, toreando con su concepto vertical y alargando las embestidas a base de mando y toques. Lo avío de un metisaca que resultó letal.

El mejor toro y el mejor toreo de la tarde se dieron en el segundo capítulo del festejo. Un astado de Ángel Luis Peña de gran fondo que embistió humillado y con clase por ambos pitones. Molina estuvo a la altura de tan bien toro y lo torero con encaje, mando y expresión en la primera parte del trasteo que basó por el pitón derecho. Pero la explosión llegó al natural con una tanda soberbia por ralentizada y profunda. La cumbre de la tarde. La estocada se fue algo caída y por eso el premio se redujo a una oreja de mucho peso.

Otra más paseó del quinto de Flor de Jara, con el que volvió a mostrar su toreo poderoso. Fue robando muletazos al pupilo de Cancela y tras un pinchazo y una estocada paseó la oreja que le abría la puerta grande.

Víctor Hernández lidió en primer lugar un astado de Peña que tuvo grandes virtudes de inicio pero que se fue desfondando a lo largo de la faena de muleta. El madrileño lo toreó con asentamiento y temple, sin casi toques y a media altura. Después lo exprimió en la distancia corta con el toro más aplomado. Cortó una oreja tras una buena estocada.

Otro trofeo más sumo del sexto, esta vez por un trasteo más liviano con un toro de Flor de Jara al que le costó salirse de los engaños.