DÍ "sí" al sueño de Dios

Agencia SICMons. Braulio Rodríguez

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Mons. Braulio Rodríguez El Evangelio de san Juan nos presenta una escena de la vida de Jesús sumamente sugestiva por humana y por su contenido: "Jesús, fatigado del camino, se había sentado, junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber" (Jn 4, 6,-7). No hay mejor narración que la conversación entre Cristo y la samaritana, para hablar del encuentro de Jesús con cada uno de nosotros y su llamada a seguirle. Se trata del encuentro con Jesús y su deseo de esperarnos para proponernos algo grande: una vida en su seguimiento en las diversas maneras de hacer este seguimiento por los que quieran ser cristianos.

Se supone que estoy escribiendo sobre todo a adolescentes y jóvenes y preguntándoles: ¿Cómo es tu camino de seguimiento de Cristo? ¿Piensas en la vocación preciosa al matrimonio, en casarte en Cristo y formar una familia? Estupendo ¿O piensas en otras vocaciones vinculadas al mundo del trabajo y de las profesiones, al compromiso en el campo de la caridad y de la solidaridad o a las responsabilidades sociales y políticas? Dice el Papa Francisco: "Son vocaciones que nos hacen portadores de una promesa de bien, de amor y de justicia no solo para nosotros, sino también para los ambientes sociales y culturales en los que vivimos, y que necesitamos cristianos valientes y testigos auténticos del reino de Dios <en una España un tanto invertebrada> (Papa Francisco: Mensaje Jornada Mundial de oración por las vocaciones 2019).

Pero Jesús, sentado por estar cansado, también espera a otros para proponerles la fascinación de la llamada/vocación a la vida consagrada o al sacerdocio ordenado. "Pero, ¿es posible este seguimiento hoy, si parece tan difícil y desfasado?" No solo es posible, sino que, si es la vocación/llamada que te hace Jesús, encontrarás una alegría y una felicidad que no se puede describir y siempre es nueva, te lo aseguro. No lo digo por exigencia del guion, sino por propia experiencia. La alegría y la seguridad Cristo al llamarte a su seguimiento como sacerdote no me ha abandonado nunca, desde los 15 años que sentí su llamada.

Es verdad que, en ese encuentro con el Señor, no es raro que, junto a un descubrimiento que entusiasma, al mismo tiempo asusta cuando uno se siente llamado, como, en mi caso, a ser sacerdote. También he escuchado muchas veces en religiosas y otros consagrados la misma alegría y plenitud, al lado de la inquietud ante lo desconocido cuando se sintieron llamados.

Porque, evidentemente, sientes que hay que dejarlo todo para seguir al Señor y consagrarse totalmente a Él. Muchas resistencias interiores aparecen en ti, y ves muchas "pegas", cuando a tu alrededor se vive de otro modo, como si no hubiera espacio para Dios y el Evangelio. No siempre es así, porque en tantas ocasiones la vocación al sacerdocio o a la consagración religiosa se da en un grupo cristiano, en los que tus compañeros tienen otra llamada cristiana como fiel laico, o nace en una familia cristiana abierta a la llamada del Señor.

Hay, pues, que ayudar, con la oración y el acompañamiento, a discernir la propia vocación, para orientar la posible vida consagrada de modo concreto. Sacerdotes, padres, religiosos, animadores pastorales, educadores en la fe, dice el Papa Francisco, deben ofrecerse a los jóvenes y adolescentes, para que éstos escuchen y disciernan su posible vocación de especial consagración. Y se necesitan grupos de jóvenes, que en la pastoral juvenil ayuden al descubrimiento del plan de Dios, animándoles a la oración, a la meditación de la Palabra de Dios, a la adoración eucarística y al acompañamiento espiritual.

Si os parece, miramos a María, para pedirle nuestro "sí" a Dios, sin miedos, respondiendo con generosidad a entrar en un mundo en el que cuenta sobre todo el proyecto de amor que Cristo tiene sobre nosotros, sobre ti, seas quien seas. No te arrepentirás. Seguro.

+ Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo de Toledo, Primado de España

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