MIGUEL DELIBES (Crónica)

Un instituto de Valladolid planta el árbol del centenario de Miguel Delibes

De hoja caduca y resistente al frío, el melocotonero puede aguantar hasta veinte grados bajo cero, aunque no tendrá que soportar tanto en el huerto escolar del IES Galileo, en Valladolid, donde este miércoles ha sido plantado un ejemplar como árbol conmemorativo del centenario de Miguel Delibes.,Germán Delibes, uno de los siete hijos del novelista y escritor fallecido en 2010, ha sido el encargado de coger el cepellón, introducirlo en la hoya, recubrirl

Agencia EFE

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Roberto Jiménez.

De hoja caduca y resistente al frío, el melocotonero puede aguantar hasta veinte grados bajo cero, aunque no tendrá que soportar tanto en el huerto escolar del IES Galileo, en Valladolid, donde este miércoles ha sido plantado un ejemplar como árbol conmemorativo del centenario de Miguel Delibes.

Germán Delibes, uno de los siete hijos del novelista y escritor fallecido en 2010, ha sido el encargado de coger el cepellón, introducirlo en la hoya, recubrirlo de tierra con una pala y regarlo a continuación con la ayuda de un grupo de alumnos de ESO y Bachillerato, dentro del proyecto "Pajarillos Educa".

"Mi padre decía que el único de los siete hijos que podría ganarse la vida con herramientas era yo, por lo de las excavaciones arqueológicas, pero después me llamaba para hacer un basurero de dos metros con el pico y la pala", ha evocado con humor Germán Delibes, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid.

Esta plantación simbólica es uno de los primeros actos previos a la conmemoración del primer centenario del nacimiento de Miguel Delibes (1920-2020), que se celebrará el año próximo y que la pasada semana tuvo un eslabón más en el estreno de la obra teatral "De Miguel a Delibes", la primera biografía del escritor llevada a la tablas, a cargo de Valquiria Teatro, en clave de comedia.

Son los primeros pasos de un amplio elenco de actividades que, en forma de exposiciones, publicaciones y conferencias, coordinará en diversos puntos de España la Fundación Miguel Delibes, que preside Elisa Delibes y cuyo gerente, Javier Ortega, ha asistido a esta siembra alegórica junto a la directora del Instituto, Angélica Hernández.

El árbol, como emblema de un ser vivo en un territorio al que configura y dota de identidad ha sido una constante en la obra de Miguel Delibes desde su primer libro ("La sombra del ciprés alargada"), donde dejó escrito en clave metafórica una de las frases más citadas de toda su producción: "Soy como un árbol que crece donde lo plantan".

La dañina sombra de la nogala ("El disputado voto del señor Cayo"), el olivo donde Azarías ahorcó al señorito Iván ("Los santos inocentes"), los pinos de sus correrías cinegéticas ("Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo") o las encinas que ayudó a desenraizar El Nini ("Las ratas") son algunas de las especies que incorporó en sus libros como elementos esenciales.

"Durante los primeros años, El Nini acompañó a los extremeños a talar el monte de la vaguada y desenraizar las matas de encinas", escribe en una de las páginas de "Las ratas" con el lamento y el dolor de un defensor acérrimo de la naturaleza y que, a través de sus novelas, contribuyó a su conocimiento, divulgación y gestación de una conciencia ecológica.

Los alumnos del IES Galileo, después de la plantación, se han reunido en la biblioteca del centro para escuchar una conferencia sobre las facetas más personales de Miguel Delibes, directamente de uno de sus hijos, arqueólogo y cuya experiencia en unas excavaciones inspiró a su padre la novela "El tesoro" (1985), posteriormente a adaptada al cine por Antonio Mercero (1988).

"Les voy a hablar de las aficiones de mi padre, incluido el fútbol, de todo menos de literatura", ha declarado a Efe Germán Delibes, uno de los comisarios de la exposición que sobre el vaso campaniforme ha inaugurado recientemente la Comunidad de Madrid en el Museo Arqueológico Regional, con sede en Alcalá de Henares.

El melocotonero es el nuevo inquilino del huerto escolar de un instituto que ya cuenta con dos encinas, plantadas por el naturalista Joaquín Araújo y el científico Mariano Esteban, y un almendro que enderezó el dramaturgo José Luis Alonso de Santos.