Tanto para distraer la atención como para mantener la estrategia de tensión y polarización social, el sanchismo necesita de personas como Óscar Puente. De demostrada y acrítica adhesión al líder, hasta el punto de afirmar con la primera grosería que se le pasa por la cabeza, que Sánchez es el amo del cotarro, Puente maneja habitualmente las redes sociales como si estuviera en un ambiente tabernario y reparte zascas, calificativos y bloqueos a discreción, impropios del cargo que ocupa.

Este fin de semana se ha despachado acusando en público al presidente argentino, Javier Milei, de consumir drogas. El comunicado de respuesta del Gobierno argentino no se ha hecho esperar y ha abierto una crisis diplomática inaudita. Por supuesto ni Sánchez ni nadie del Gobierno ha salido a reprocharle a Puente su conducta. Antes al contrario, han salido todos en opinión orquestada, incluyendo la del propio Puente, echándole la culpa de todo a la ultraderecha, el chivo expiatorio favorito del Gobierno Frankenstein.

Pueden discrepar de Milei y de sus políticas, es completamente legítimo. Lo que no puede un ministro de España es ser tan zafio, y mostrar tal falta de educacion y de saber estar.

Óscar Puente ha dado en poco tiempo sobradas muestras de que está incapacitado para ser Ministro, pero, por desgracia, si Pedro Sánchez no lo reprueba es que lo aprueba y otorga callando.