Que el acuerdo con Marruecos esté a punto de expirar o que la pesca de arrastre sea prohibida por la Unión Europea por medio del Reglamento de Aguas Profundas parece no afectar a Antonio Sallago mientras vende en su pescadería del centro de Jerez de la Frontera. Escúchalo aquí cuando, ante su variado género sobre el expositor, analiza la situación.

Rodeado de "gambas terciadas de cordón, gallos san pedro, langostinos, calamares, pargos, lenguados, puntillitas...", reconoce que el origen de su mercancía es fundamentalmente Sanlúcar de Barrameda. Pero reconoce que el mejillón, el pez espada o la almeja negra vienen de fuera. Llegados al caso lo tiene claro: "Si hay que venderlo más caro pues habrá que hacerlo".

Habla bien del producto de origen marroquí y apunta la conveniencia de la presencia de la flota española en aquellos caladeros: "Yo sé que algunas pescaderías venden el género de Marruecos, que no es malo, que el gallo de Marruecos es muy bueno, el mejor que hay, incluso mejor que el de Sanlúcar; el problema de Marruecos es que no saben trabajarlo, si supieran, pero trabajan 'a marrocha'", asegura.

Pero la flota que faena en caladeros marroquíes no sabe si se van a renovar el acuerdo antes del 17 de julio en que acaba su vigencia. Son 47 embarcaciones con puerto en Barbate, Conil o Campo de Gibraltar. 25 se dedican al palangre de fondo y 22 al cerco. 500 tripulantes cuyos puestos peligran.

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