La pesadilla de Conchi empezó el nueve de febrero de 2020, tras hacer algo tan simple como colocar una manta en su armario. Cuando se bajó de la silla, se rompió la meseta tibial de la rodilla sin saber cómo y a día de hoy, sigue lamentando las consecuencias. Ha pasado por quirófano tres veces y está a la espera de la cuarta desde enero de este año.

La palmera denunciaba que la hubiesen dejado en ese estado. Culpa a los médicos por negligencia, ya que le negaron, al principio de su enfermedad, el ponerle una prótesis que podría haberle solucionado el problema. Sobrevive con una bolsa de comida al mes que le da el Ayuntamiento de Breña Alta y no recibe ningún tipo de remuneración económica.

Conchi pide y lucha porque se le reconozca la discapacidad que tiene. Ya le dijeron los médicos que en “su situación, ya no iba a poder hacer vida como antes”. No puede coger excesivo peso, mantenerse en pie y dice que ya el dolor y la incomodidad se le sube a la cadera. A esto se le ha de sumar una fuerte depresión.

Su familia le ayuda dentro de lo posible, pero muchas veces, no es suficiente. Conchi no quiere que sus hijos estén pendientes de ella y que no puedan hacer vida normal, pero cosas tan sencillas como limpiar la casa, se le hace imposible. Por si esto fuera poco, vive de una bolsa con comida que a diario le da el ayuntamiento de Breña Alta, porque no tiene ni paro ni ayudas.