NO TE OLVIDES DE MÍ

Hedy Lamarr, la niña prodigio que acabó siendo actriz

Laura Garkas nos trae la faceta más desconocida de la actriz Hedy Lamarr. Resulta que, sin ella, no existirían las tecnologías inalámbricas

Redacción La Noche

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Los jueves siempre dedicamos un espacio a recordar a personajes célebres de la historia junto a nuestra compañera Laura Garkas.

En esta nueva edición de ‘No te olvides de mí’ vamos a rescatar del pasado a la que fue, durante un tiempo, conocida como “la mujer más bella de la historia del cine”. Ella inspiró no solo a la Blancanieves de Walt Disney sino también a la Catwoman de los cómics.

No solo eso, también resulta que fue una de las inventoras más influyentes. No por nada es la precursora del wifi, del bluetooth y hasta del GPS.

Sin embargo, durante toda su vida luchó para ser algo más que una cara bonita. Pero, a pesar de sus esfuerzos, la sociedad la vio siempre como un mero objeto sexual. En esta nueva entrega de ‘No te olvides de mí’ hablamos de Hedy Lamarr.

Un nombre que, seguramente, conoceréis más de uno. En los años treinta y cuarenta del pasado siglo, ella llenó las salas de cine, gracias a su glamour y belleza. Lamentablemente, su faceta como actriz eclipsó completamente su dimensión como inventora. Porque, resulta que Hedy Lamarr llegó a crear un sistema de comunicaciones denominado “técnica de transmisión en el espectro ensanchado”. La precursora en la que, actualmente, se basan todas las tecnologías inalámbricas. Sin embargo, muy pocos la recuerdan por eso.

Algo que queremos remediar esta noche. Hedwing Eva María Kiesler nació en la Viena de 1914, en el seno de una familia rica, culta y judía. Su padre fue el que le transmitió la curiosidad por el funcionamiento de los aparatos. Por esto, ya desde muy pequeña, Hedy desmontaba pequeños artilugios y los volvía a recomponer. Su curiosidad e inteligencia pronto destacó en el colegio. Tanto que sus maestros la consideraron una niña prodigio.

Ella tenía claro desde bien pequeña que su camino iba a estar dedicado a la ciencia. Pero conforme crecía, estaba cada vez más claro que su belleza sería la que acabaría marcando su destino.