Luis Argüello señala que los padres deben ayudar a sus hijos a encontrar la voluntad de Dios
El secretario general de la Conferencia Episcopal se pregunta en el Congreso de la Fundación Educatio Servanda que si no podría haber matrimonios de especial consagración
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Bajo el lema “San José, la sombra del padre”, más de 200 personas se congregan presencialmente en Madrid este sábado en el XII Congreso de Familias y Docentes Católicos que cada año organiza la Fundación Educatio Servanda. El primer ponente ha sido el secretario general de la CEE, Luis Argüello, para destacar la figura de san José como patrono que intercede con una forma concreta. Para él, “José es patrono y eso significa no solo ser intercesor sino también una forma”.
“Los creyentes acudimos al Señor a través de san José porque nos consideramos desbordados por el misterio de inequidad y queremos acudir al misterio de la gracia, que además ha tomado forma, rostro, corazón, en Jesucristo, en su Madre y en quien hizo las veces de padre en la tierra”, ha expresado el también obispo auxiliar de Valladolid.
Los sueños de José
Así se ha expresado Luis Argüello al comienzo de su charla para resaltar que los sueños de san José nos recuerdan la manera que tiene Dios de desvelar su voluntad. A través del libro El Palacio de los sueños, del escritor albanés Ismail Kadar, premio Príncipe de Asturias de las Letras en el 2009, Luis Argüello ha destacado que quien controla los sueños de las personas tiene el poder sobre ellas. Así, “hoy hay sucesores reales de los inspectores del Palacio de los sueños: Google, Facebook, Microsoft, Metaverso, y otras similares que controlan pantallas, redes, algoritmos”, ellas son eficaces a la hora de encauzar los sueños.
“Los sueños de José nos recuerdan qué importante es la limpieza del corazón para que podamos soñar la voluntad de Dios”, ha indicado destacando también la importancia de la limpieza de las pantallas, de todo aquello que pueda hacer que uno sueñe en paz, que uno discierna los ecos y las voces, que uno pueda entrar en el sueño de Dios, en el discernimiento de su voluntad”.
Poner nombre
Por otra parte, el secretario general de la CEE ha reflexionado sobre la función de José de poner nombre al Hijo y situarlo en la historia: “El padre pone nombre y sitúa al hijo en la historia, en los ambientes y las instituciones, en esa corriente de sucesión de las generaciones que hace posible la historia”. Por eso, “es necesario que las familias no se enclaustren sobre sí mismas y que tengan capacidad de abrirse y situarse en la historia”.
Así, la expresión del matrimonio no es la reproducción sino la procreación, “la creación en lugar de, en colaboración con…”. Para los padres es decisivo poner a los hijos en relación con quien es Padre de todos y de cada uno.
La virginidad
Además, el obispo ha reflexionado sobre la virginidad, que “invita a una vivencia de la sexualidad en la distancia, que no posee, pero sobre todo que ama al otro en el proyecto que Dios quiere para él”. “La virginidad es una verdad del mundo, una expresión del hombre nuevo. Es dejar que Cristo viva en nosotros, es una manera de vivir de un hombre que era Dios y que en José y en María se realizan de manera plena”, ha explicado concretando que la virginidad “pide sacrificio para pasar de la apariencia a la verdad, para no dejarnos llevar por la fuerza de la posesión afectiva, para ir más allá de la concepción temporal de lo que vivimos”.
Por eso, el secretario general se ha preguntado si hoy no podría surgir en la Iglesia una figura de matrimonios de especial consagración que pusieran de manera luminosa el significado de un amor virginal.