MEMORIA DEMOCRÁTICA
El cambio de nombre de Villafranco, una cuestión política sin apoyo vecinal
Montserrat Martínez
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Montserrat Martínez
Muchos de los vecinos de Villafranco del Guadalhorce, núcleo de Alhaurín el Grande (Málaga), llevan el apellido Franco y para la mayoría el cambio de nombre de la pedanía que plantea la ley de memoria democrática obedece a cuestiones políticas que les afectarían a su identidad: "nunca hemos sido un pueblo del caudillo".
"Mi apellido es Franco y no tengo ninguna vinculación con el dictador", ha asegurado a EFE Luisa María Rueda Franco, que ha explicado que ni los vecinos ni su familia han visto relación política con el nombre: "Nunca se nos ha relacionado ni con el caudillo ni con la dictadura".
Ha recordado que incluso la zona donde vivían sus abuelos era conocida como "el carril Franco", y no por el dictador, sino por sus familiares, porque eran muchos, y ha bromeado: "Ojalá tuviéramos su dinero".
Otra vecina, Antonia Franco Villalobos, ha señalado que su apellido viene de su padre y "nada tiene que ver con el caudillo", y ha explicado que durante muchos años su abuelo tenía un cortijo que se llamaba "El Ventorrillo Franco" y "era por el apellido de la familia, no por el dictador".
Esta pedanía, enclavada en el centro del Valle del Guadalhorce, tiene unos 700 habitantes, de los que más de una treintena son Franco, apellido que generación a generación se conserva y crece con la llegada de nuevos miembros a la familia.
UN PERRO LLAMADO FRANCO
Tan arraigado está el nombre Franco en la zona que hasta hay un perro que se llama así. Su dueño, Carlos Rodríguez, asegura que se lo puso su hija por la franqueza que tiene el animal, no por connotaciones políticas.
"Aquí los niños ni saben (quién fue Franco) ni vinculan el pueblo con el franquismo. Todos pensamos así. Como vestigios del franquismo solo nos queda la infraestructura que hizo", indica Rodríguez, que se pregunta por qué en vez de cambiar el nombre del pueblo no arreglan las carreteras que se hicieron en aquella época.
"No quieren borrar eso, solo quieren borrar el nombre", ha lamentado el dueño del perro, que no deja de jugar con su pelota ajeno a la polémica creada con el nombre Franco.
FALTA DE INFRAESTRUCTURA
La presidenta de la Asociación de Villafranco del Guadalhorce, Susana García, ha afirmado a EFE que ellos tienen problemas más graves y serios como las carreteras, alumbrado, canalización de agua potable y aguas residuales. "El nombre es lo de menos y eso es lo que pensamos todos", ha asegurado García, que ha añadido que, pese a todo, acatarán la ley.
Otra vecina, Rosi Brescia, también ha criticado que quieran cambiar el nombre y ha pedido que dediquen el dinero a arreglar la pedanía. "Hay zonas que hasta necesitamos linternas para no caernos y ahora quieren cambiar Villafranco por Villafranca".
Brescia se ha preguntado "cuánto vale eso y cuántos dolores de cabeza puede dar a los vecinos a nivel de papeleo, como DNI, empadronamiento, entre otros".
Djamila Huss, de nacionalidad sueca y vecina de la pedanía desde hace nueve años, ha insistido en que Villafranco "es solo un nombre" y ha asegurado que ellos no tienen nada que ver con el dictador.
La alcaldesa de Alhaurín el Grande, Antonia Ledesma, ha señalado a EFE que ya han recibido la petición del cambio del nombre y ha asegurado que ella nunca se ha negado hacerlo. Los vecinos, ha dicho, solo "intentan defender su nombre, su identidad".
El pueblo vive ajeno a la petición realizada por el abogado Eduardo Ranz, en representación de víctimas del franquismo, y recuerda con orgullo a aquellos primeros colonos que decidieron venir a Villafranco para comenzar un nuevo proyecto de vida.
Los residentes se toman a broma incluso que haya personas que tachen la parte "Franco" de la señal con el nombre de la pedanía que está situada a la entrada de núcleo urbano.
La pedanía de Villafranco del Guadalhorce fue creada en 1968, cuando al terminar la Guerra Civil se buscaba la conversión de terrenos de secano poco rentables en extensiones de regadío.
Por entonces a los nuevos residentes se les entregaba un lote de tierra y una vivienda, y así nacieron muchas localidades agrícolas en España.