ARTE PINTURA

Los mejores pintores jóvenes de España toman Segovia para repensar el paisaje

Laura López

Agencia EFE

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Laura López

Los mejores pintores de paisaje recién graduados de toda España han tomado Segovia como lienzo esta semana en una nueva edición del Curso de Pintores Pensionados del Paisaje, una prestigiosa cita de artistas jóvenes con más de un siglo de trayectoria que siempre encuentra nuevas formas de inspiración.

Esta beca tuvo su primera versión en 1919, con los cursos de la Residencia de Paisajistas de El Paular desarrollados por la entonces Dirección de Bellas Artes, y a partir de 1954 se han impartido en la ciudad de Segovia, con el Palacio de Quintanar como residencia para los artistas.

Desde entonces, alumnos de todas las facultades de Bellas Artes de España son seleccionados por sus universidades para convivir juntos unos días y disfrutar de intensas jornadas de pintura en la ciudad, actividades especializadas como talleres y conferencias y algunas excursiones técnicas por la provincia.

La coordinadora del curso, Susana Vilches, ha subrayado el valor de este encuentro en una entrevista con Efe, por el "intercambio vivo" que se genera cada año entre las diferentes escuelas de pintura de España como la valenciana, la catalana o la castellana.

"Cada año se puede ver la evolución, desde que empezó el curso aquí en Segovia en los años cincuenta, de la pintura española del paisaje", señala Vilches, miembro de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, principal entidad organizadora de los cursos.

Parte importante del legado de estos encuentros a lo largo de los años es el archivo que custodia la Diputación de Segovia, unas 800 obras realizadas por los becados desde hace casi setenta años en las que se pueden leer prestigiosas firmas como las de Juan Esplandiú, Juan Genovés o Enrique Gran.

El curso ha vuelto este año después de que la edición de 2020 se suspendiera por la pandemia, algo que solo había pasado en 1978 y 1984, y debido a la crisis sanitaria este 2021 los estudiantes han cambiado la habitual residencia en el Quintanar por el Hotel Palacio San Facundo.

Allí convivirán del 1 al 23 de agosto dieciséis estudiantes, uno por cada facultad de Bellas Artes de España más un becado extra residente en Segovia, jóvenes artistas que inundarán cada jornada las calles de la ciudad con sus caballetes y paletas de colores, no sólo para pintar el paisaje, sino para repensarlo.

Uno de ellos es la coruñesa Rosalía Bello, de la facultad de Pontevedra, quien al recibir la noticia no se podía creer que la hubieran elegido a ella entre todos los alumnos: "Cuando me llegó el correo, tuve que preguntar si era verdad o era un 'fake' y me estaban intentado estafar", comenta, entre risas.

"Como en mi facultad no hay mucha pintura figurativa, no sabía el nivel que habría y si yo estaba en el nivel, pero la verdad es que está yendo muy bien", comenta la joven de 22 años frente a su caballete en el histórico barrio judío de la capital.

Un ejemplo de en quien podría convertirse Rosalía en unos años es la actual directora artística del curso, Victoria Chezner, que fue becaria en la edición de 1992 y ahora es la decana y profesora de pintura y paisaje de la Facultad de Bellas Artes de Murcia.

En su opinión, actualmente existe un impulso del género del paisaje a raíz de una apuesta por la vuelta a la naturaleza, la observación detenida y la interacción del ser humano con el entorno, un proceso animado por el nacimiento de nuevas herramientas como la imagen captada por drones.

"Muchas veces no ponemos en valor aquellas cosas cercanas y sencillas, que son con las que convivimos, y creo que ahora estamos dando ese paso, especialmente con la pandemia", reflexiona la estudiosa del arte.

Expone como ejemplo de ello las balas de paja en el campo que, de alguna forma, configuran el carácter castellano, o el paisaje plagado de almendros en Alicante, cuya belleza "espectacular" contrasta con el poco valor que tiene el producto agrícola en el mercado actual, lo que considera "lamentable".

También entre las calles del centro histórico de Segovia se puede encontrar estos días a Diego Morcillo, que con 21 años cree que ha encontrado su camino en el paisaje, un tema "muy sincero" del que hablar como artista.

"En lo que más me fijo es en la manera en la que resuelve un compañero un paisaje, qué pincelada utiliza, qué color utiliza; eso es lo interesante, porque la manera en que nosotros observamos el paisaje es diferente y ver cómo lo hacen en otras partes de España es súper enriquecedor", señala.

Este joven pintor opina que Segovia es un escenario "increíble" para estas jornadas intensivas de pintura, por su arquitectura "muy variada", la huella que han dejado en la urbe diferentes culturas y unos paisajes y una luz que le encantan.

"Donde yo nací, en Extremadura, los paisajes son más llanos: La dehesa, los olivos y cuando llegue aquí, como es todo tan colosal y tan monumental, como el Acueducto, me impactó muchísimo", describe el artista, sin parar de sonreír.

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