La decepción de un Guardia Civil víctima del terrorismo ante los privilegios políticos de ETA
El agente de la Benemérita estuvo a punto de perder la vida en el cuartel de Irún
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Alejandro Urteaga es un Guardia Civil retirado desde el año 2000. Actualmente reside en Murcia. El próximo 11 de octubre vivirá uno de los momentos más emotivos de su vida, cuando le impondrán la Medalla al Mérito de la Guardia Civil con Distintivo Rojo, la más alta condecoración a un agente de la Benemérita con vida. Pese a su orgullo, desea que no sea necesario realizar estas condecoraciones jamás, ya que tan solo la conceden a los agentes que hayan fallecido o hayan quedado incapacitados en acto de servicio.
Urteaga al menos está entre nosotros para relatar cómo fue el atentado que sufrió de ETA en noviembre de 2000, en el cuartel de Irún: “Yo regresaba al cuartel de llevar a mi hijo a la guardería. Lanzaron siete granadas. Tan solo me afectó a mí, al caer a mi lado.”
El atentado le provocó heridas graves, que le ha dejado una minusvalía del 80%. Desde entonces ha sido intervenido quirúrgicamente en 19 ocasiones: “Me tomo casi veinte pastillas diarias contra el dolor. No estoy en silla de ruedas, pero ando con bastón. En unos meses me pondrán una prótesis en una de las rodillas. Me han operado de la espalda, la nariz, el cuello, me han quitado el bazo y la vesícula..."
No contento con ello, apareció como objetivo del ‘Comando Donosti’, motivo por el que tuvo que abandonar junto a su familia el País Vasco en 2002, donde fue destinado voluntariamente una década antes: “Aquello afectó mucho a mi mujer. Actualmente sigue medicada y con atención psicológica, porque lo pasó muy mal. Mis hijos por suerte eran pequeños, pero el mayor también sufrió mucho.”
La década en la que Alejandro Urteaga estuvo destinado en Euskadi, primero en Intxaurrondo en la Fiscalía Antidroga y luego en Irún como escolta de políticos del PP y del PSOE amenazados por ETA, fueron muy complicados: “Yo pedí el traslado voluntario porque entendía que todos los guardias civiles debíamos pasar por allí para luchar con los que defendían la democracia. Fueron años durísimos. Lo peor era el ambiente en las calles. A mi mujer, que es de Irún, la echaron del trabajo cuando supieron que se había casado con un Guardia Civil. El ambiente era de odio.”
Lo cierto es que la banda terrorista ha vuelto a estar en la primera plana informativa en los últimos meses, tras la detención de su jefe Josu Ternera, los homenajes a etarras excarcelados o el pacto del gobierno navarro con el apoyo de Bildu. Noticias todas ellas que afectan sobremanera a nuestro protagonista: “Es muy doloroso. Es la derrota del vencedor. ETA ha dejado de matar, pero han entrado en las instituciones, mandan en numerosos pueblos de Navarra y el País Vasco. Estamos muy decepcionados. A mí personalmente me afecta mucho psicológicamente, hasta el punto de no poder dormir en una semana o diez días por la ansiedad y el trastorno que te genera estar diez años luchando por tu vida, para que ahora los políticos les concedan a los terroristas privilegios sin merecerlos.”
En este punto, Urteaga ha recordado que “no han pedido perdón por sus actos, ni han indemnizado a las víctimas, ni contribuyen a resolver los 400 asesinatos que quedan pendientes.”