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San Isidro 2018, una feria continuista dentro de un modelo agotado

Que la temporada ha cogido velocidad de crucero lo demuestra que tengamos ya carteles de la Feria de San Isidro. La segunda de la era Plaza 1. Y qué queréis que os diga… si el año pasado le di un voto de confianza a la nueva empresa venteña, este año no se ha hecho merecedor de ello.

El San Isidro 2018 ha supuesto un paso atrás en composición y programación del principal abono que vertebra la temporada en la plaza de toros de Las Ventas. Si el año pasado algunas figuras dieron el paso al frente y se les vio dos y hasta tres tardes por Madrid, este año, su paso atrás ha resultado nefasto para la nota media que supone el primer vistazo al ciclo isidril.

Ni ellos han querido estar más tardes ni la empresa no ha sido lo suficientemente convincente para intentar que San Isidro contase con más carteles redondos. Ni gestos ni gestas. Solo la triple apuesta de Ureña y Román, con la de Victorino el murciano y con Miura el valenciano, levantan cierta expectación. Para el resto, la vida sigue igual. Sin sobresaltos, como esos funcionarios mediocres que sólo quieren llegar al trabajo para fichar y salir de allí cuanto antes mejor.

También hay que destacar la apuesta de toreros como El Cid o Pepe Moral, con victorinos por Resurrección y con adolfos en San Isidro en un cartel que completa el novillero Ángel Sánchez, que pidió la corrida de Adolfo Martín para su doctorado. Eso sí que es apostar de verdad.

La presencia a última hora de El Juli dentro de una Corrida de la Cultura, descartada a priori por la empresa, maquilla esta presencia de figuras. El diestro madrileño no podía ni debía quedarse fuera de la principal feria de la temporada justo en el año de su veinte aniversario de su alternativa.

Y decía antes lo de un paso atrás, porque la pretendida revolución que prometió Simón Casas a su llegada a Las Ventas ha quedado en agua de borrajas. Esta feria la podía haber firmado la anterior Taurodelta.

Pocos carteles rematados y muchos de relleno en un ciclo que ha tocado fondo en programación víctima de un modelo de feria totalmente agotado.

Treinta y cuatro días continuados de toros es algo, a día de hoy, contraproducente tanto para el abonado como para el empresario. Tras los años de vacas gordas, de un número alto de abonados… la crisis hizo que ese número bajase y todavía a día de hoy sea complicado que año tras año se frene la sangría de deserciones.

San Isidro debería ser una feria como mucho de tres semanas. Veinte festejos de verdadero interés con las figuras más concentradas en seis o siete carteles fuertes de verdad, otra semana destinada a jóvenes o toreros recuperables y mantener la actual semana torista para toreros especialistas en estos encastes llamados duros o para el gesto de alguna figura.

La Comunidad de Madrid deberá replantearse en un futuro la estructura de la Feria de San Isidro. Porque con la actual política de abonos y la posibilidad de desprenderse de las entradas de varios festejos, corremos el riesgo de ver entradas más cercanas a la media plaza que al lleno en muchos de los festejos que componen el San Isidro 2018 madrileño. Y eso… será nefasto para la feria, y para la propia Fiesta.