Septiembre está siendo para el mundo del toro un mes en el que estamos recobrando, poco a poco, una cierta normalidad en las plazas de toros. La temporada ha cogido velocidad de crucero con algunas de las clásicas ferias de novilladas, los distintos certámenes de la Fundación y sobre todo, con la llegada de las principales ferias del calendario otoñal.
El final del tunel se ve más cerca con el inicio de San Miguel en Sevilla y este viernes se descorcha la Feria de Otoño en Las Ventas.
Y precisamente en estas dos plazas, las más importantes de nuestro país y del mundo taurino, las dos que deben marcar el rumbo de la fiesta y que han estado más tiempo de la cuenta cerradas por la pandemia, sus respectivos empresarios han sorprendido, o al menos a mí me han sorprendido, cuando no han aprovechado el relajamiento que en materia de medidas de seguridad están aprobando las distintas comunidades autónomas con la bajada de la incidencia acumulada por el covid.
Si, han preferido seguir manteniendo ese 50% del aforo permitido que regía en los cosos taurinos durante estos meses pasados y no han querido modificarlo en sus plazas con un trabajo previo que podían haber tenido listo y preparado por si se ampliaban aforos.
Es un ejemplo más del anquilosamiento y de la incapacidad del empresariado taurino. No digo que todos, pero sí en muchos de ellos. Ramón Valencia sorprendió en un almuerzo con la prensa cuando explicó que la relajación de la normativa iba a permitir a la empresa vender un 10 % más y declaraba que todo se complicaba al tener la posibilidad de aforar el 60 %. Para más INRI, añadía que con el aforo anterior “había cinco tardes de ‘no hay billetes’ seguras” y ahora sabía si tendrá una.
Pues trabaje usted para intentar vender más entradas. Es increíble que un empresario se queje porque le permiten vender más aforo que el que tenía limitado. Cuando la hostelería, el cine, los teatros, los comercios llevan meses clamando por el aumento de aforos, los empresarios taurinos piden que no, que todo se quede como estaba. El mundo a revés… no lo entiendo.
Como tampoco entiendo que en Las Ventas se renuncie a ampliar el aforo permitido por la Comunidad de Madrid para la Feria de Otoño. Es verdad que el margen de maniobra ha sido menor, pero vuelvo a decir que el trabajo previo debía estar ahí y se han conformado con lo malo conocido.
Quizá todo esconde lo poco habituadas que están algunas empresas taurinas a trabajar con las nuevas tecnologías y las oportunidades que estas ofrecen. La incapacidad sigue ahí.
O quizá también esconde las miserias de lo sembrado anteriormente y nadie quiere ponerse ahora en la tesitura de un futuro con aforos al 100%. Las empresas sin capacidad para ofrecer más allá de lo previsible y unas figuras ya amortizadas que son incapaces de llevar público a las plazas y llenarlas al reclamo de su toreo.
El futuro es incierto, pero hay que trabajar como algunos lo han hecho y con resultados excelentes. Que Ramón Valencia abogue por la reducción de una futura feria de Abril no es una noticia alentadora.
Hay que romperse la cabeza, trabajar, apostar… y el que no pueda, o no sepa, que se quite de en medio.