Con el cierre de la temporada, es tiempo de analizar lo que ha dado de sí la temporada taurina de 2023. Ya hemos hablado con toreros, ganaderos… pero hoy nos queremos detener en el trabajo de esa entidad que algunos aman, otro odian y que es la Fundación Toro de Lidia.
Que no pase desapercibida y hasta reciba críticas habla bien de ella. Me explico, cuando uno trabaja y toma decisiones, puede gustar a uno y disgustar a otros. Y más en el mundo del toro. Peor es no hacer nada como otros estamentos de los que no sabemos nada desde hace meses, por no decir años…
La Fundación nació como eje del sector taurino con dos fines. La defensa legal y la promoción y difusión de la Fiesta. Y en estos años, bien es verad que se ha destacado más por lo primero que por lo segundo.
Victorias en los tribunales ante ataques individuales y también como industria cultural. Ataques de personas y ataques de administraciones a nivel nacional, autonómico y local. Y ahí, la Fundación se ha destacado en su trabajo. Muchos de los que tenían a la tauromaquia como pimpampún en redes se lo piensan ya dos veces antes de vomitar su odio a través de tuits.
También ha cesado el flujo de decisiones políticas contrarias a la Fiesta. Muchos ya saben que hay un ente que lucha contra estas arbitrariedades que en su mayoría han llegado desde eso que llaman progresismo y no es más que tufo a políticas totalitarias de una izquierda que quiere seguir mirando más allá del telón de acero que sigue en su subconsciente.
Y luego está la promoción y difusión de la Fiesta. Y ahí viene el debe. La tauromaquia debe tener un plan de comunicación y divulgación para que nuestro mensaje siga calando en una sociedad cada vez más alejada del campo y de los valores tradicionales. Nuestra batalla cultural está ahí. Y no debemos cejar. La Fundación debe recuperar la figura de un portavoz que tan bién desempeñó Chapu Apaolaza hasta no hace mucho. Una figura que supere los intereses particulares de los distintos estamentos para dar una imagen global de la Fiesta allá donde se le requiera.
Y luego está el gran acierto de la Fundación en los últimos años… los llamados circuitos, tanto de novilladas como de corridas con el ejemplo de la Copa Chenel en la Comunidad de Madrid.
El acuerdo de trabajo con las distintas comunidades autónomas que han apostado por la celebración de estos festejos lleva dando sus frutos desde que comenzaron a celebrarse durante y después de la pandemia. Se han recuperado y revitalizado plaza de toros de localidades pequeñas que habían abandonado la celebración de festejos taurinos y lo más importante… se han sacado nombres nuevos de novilleros y toreros para el futuro más inmediato. Algo que necesita la Fiesta en estos años de transición con una generación de toreros en retirada y la necesidad de buscar nombre nuevos que atraigan a los públicos.
Hay margen de mejora en la organización de estos festejos, claro que sí. Pero prevalecen los resultados y sobre todo, que los que querían meter la mano ahí dentro, sigan ladrando. Este es el mejor síntoma de todos.
Madrid, Castilla y León, Andalucía, Extremadura… parece ser que Valencia también… pero no estaría demás que también hubiese algún acuerdo con alguna administración de otro sesgo político para hacer de estas iniciativas una acción transversal que quedase más allá de la actual guerra política y tuvieran un futuro asegurado más allá del gobierno de turno.
También la Fundacíón debería insistir en aumentar su número de apoyos dentro del sector y por parte de los aficionados. Explicar y comunicar mejor para no verse envuelta en polémicas que a veces tiene culpa y en otras no… Dar la cara, vamos, y explicar. Explicar todo…
Mucho por hacer, mucho por trabajar… Pero la Fundación, sigue ahí pese a todo, y a algunos…