Una final de leyenda - Con Basket si hay paraíso
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Una final de leyenda

Hay cosas que suceden en el deporte pero que nadie sabe explicar por qué. Por ejemplo, El Real Madrid campeón de Europa, otra vez (además en fútbol y baloncesto), el año que menos se anticipaba, y Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers campeones del Oeste y el Este y finalistas de la NBA, otra vez. ¿Se acuerdan de aquel viejo spot que veíamos en España de un pastor anciano ajeno al mundanal ruido y que preguntaba al sorprendente visitante con gran rutina, ¿y el Real Madrid qué? ¿otra vez campeón de Europa no? 

Lo que vamos a ver no se ha visto nunca. Sí, parece que esta final ya la hemos visto, Golden State Warriors contra Cleveland Cavaliers, pero nunca antes se ha repetido una final de la NBA cuatro años seguidos, estamos ante algo único. Los pronósticos rompedores y las alternativas de poder han saltado por los aires a pesar de que los dos equipos campeones de los tres últimos años han estado contra las cuerdas. Y con más o menos minutos es una alegría tener a otro español en ese escenario, José Manuel Calderón. Verle en la final será emocionante, en plena madurez.

Cleveland y Warriors  afrontan una final que anticipábamos dominante ya hace un par de temporadas, por el poder que atesoraban ambas escuadras a un lado y al otro del país, salvo catástrofe en forma de lesiones o resquebrajamiento como el que ha estado a punto de ocurrir este año en Cleveland. Pero esa rivalidad que vemos como algo natural, a un lado Curry y Durant, al otro Lebron, que nos parece lo más normal, ha desafiado las leyes no escritas de la NBA y la tradición de la mejor liga del mundo, acostumbrada a alternativas surgidas de inmediato para desafiar al dominante. Nos parece natural  mientras va sucediendo el ver a estos grandes equipos en la final, como ver levantar al Real Madrid la Champions, pero es una normalidad mentirosa, no existen estas cosas en el deporte. Esa mal llamada normalidad será recordada en el futuro, durante años.

Estamos ante un nuevo escenario en el deporte mundial, en la mejor liga del mundo, una final repetida por cuatro años, lo que es mucho decir en una era tan brillante como la actual NBA llena de grandes jugadores y con poderes emergiendo y jóvenes jugadores de un talento como no se recuerda en debutantes. En cada orilla de EEUU han trabajado equipos desafiantes, Houston y Boston, que han echado el pulso a los dos dominadores, Warriors y Cavaliers, y a punto han estado de conseguirlo, para acabar pereciendo en la orilla, en ambos casos en el séptimo partido y en sus propias casas, Houston y Boston. 

En el momento de la verdad cuando se deciden las cosas, en el límite entre el éxito y el fracaso, los expertos han resuelto. Cuando la mente fría,el pulso sereno y las piernas calientes deciden, los desafiantes se han colapsado. Dice Brad Stevens técnico de Boston Celtics que la dolorosa derrota en casa del séptimo partido ante Cleveland es parte del aprendizaje, es la forma inteligente de afrontar esa gran decepción. Pero mientras aprenden, otros resuelven, porque aprendieron antes.

Algo parecido a Boston le ocurrió en el Game 7 a Houston,  los cohetes de precisión se convirtieron en una feria, el equipo que ha convertido su puntería en la base del éxito en una gran temporada, entró en colapso de tal forma que el sistema no reconocía el objetivo, el aro. 27 triples fallados de manera consecutiva es una racha infernal, desde mediado el segundo cuarto a mediado el último parcial, récord negativo de siempre en la NBA, un 7 de 44 en triples que quedará grabado para siempre como un desastre que hundió a al equipo texano el día que podía regresar a una final de la NBA 21 años después. 

Contradecir ideas de juego por un fiasco de proporciones bíblicas como éste en el tiro de 3 sería inexacto, sencillamente al otro lado le dio la vuelta Golden State Warriors con las mismas armas, con el tiro exterior de Stephen Curry a partir de un momento de gran inspiración, tres minutos gloriosos en el tercer cuarto, por alguna razón el periodo de partido en el que Curry y los Warriors más capaces son de dar su mejor versión. El problema no es el triple, el problema es cuándo y cómo te basas en el triple. Houston no tuvo ninguna respuesta para su colapso, ninguna alternativa para su día aciago, un 0 de 12 del alero titular, Trevor Ariza, con 0/9 en triples, lo dice todo.

No ver el aro e insistir e insistir hasta darte de bruces. Al otro lado para acabar de desesperar a los Rockets ,que han vivido todo el año de su gran acierto en el triple, Curry les hacía desesperar más y más en medio de su trance, con canastas de nuevo increíbles (qué maravilla la de Bell pasándose la pelota por debajo hacia la carrera circular de Curry) que nos recuerdan al Curry de siempre y que no había aparecido aún en estos playoffs. Al menos éste del séptimo partido no. Fueron pocos minutos, pero da que pensar, significa que está listo para formar junto a Durant, Thompson y Green otra vez el big four mortal de los Warriors, que nunca se fue, pero que no ha brillado igual.

De hecho, los Warriors viven de su gran calidad, versatilidad e infalibilidad, pero no han encontrado todavía esa química a partir de la circulación del balón rápida que les hace casi invencibles, a la espera de Iguodala el hombre necesario para emparejarse con Lebron en la final.

Podría decirse que Houston se acabó en el último instante del quinto partido ante Warriors, que ganaba en el Toyota Center, con la lesión de Chris Paul, uno de sus dos jugadores franquicia. Paul era el aliado necesario de James Harden. Lo curioso es que Houston había comenzado el último acto dominando a los de la bahía, pero acabaron ahogados en su afán por agarrarse a un flotador que no fue tal, el triple. Habrá que ver si Boston y Houston que han llegado tan lejos, son capaces de derribar el muro, pero ésa es otra historia, ahora nos ocupa una final fantástica.

Porque les tenemos ahí de nuevo, cuántos brackets han saltado por los aires, cuánta apuesta había por una nueva final, y otra vez a la hora de la verdad, quienes han sabido agarrar con fuerza su oportunidad han sido los de siempre.  Si lo pensamos y a pesar del enorme mérito y talento de los Celtics y los Rockets, de lo bien que han competido, de tener grandes jugadores, hoy los mejores son otros. Y los mejores son Lebron James, Kevin Durant, Stephen Curry (nos falta Kyrie Irving lesionado en Boston). Después podemos discutir sobre gustos y preferencias, sobre estilos, sobre simpatías, pero ellos son los mejores jugadores del mundo, ellos han construido esta rivalidad, esos duelos calientes en la cancha pero llenos de admiración entre unos y otros.

Habrá nostálgicos que siempre prefieran recordar otras épocas y otros jugadores legendarios, pero eso impide vivir el presente, lo que tenemos, y lo que tenemos es un espectáculo de primer nivel competitivo y algunos de los mejores jugadores que habremos visto jamás. Es así. Quizá algunos prefieran recordar tretas, triquiñuelas de otros jugadores del pasado, más juego sucio o más trash-talking, la realidad es que la dureza con la que compiten Lebron, Durant no requiere de ese otro juego, o no lo necesita tanto. 

Saltarán chispas claro,¡es una final!, uno puede ser ganador en tres de los últimos cuatro años, Golden State, el otro ganador por segunda vez en este mismo ciclo, Cleveland, y los pronósticos girarán con total seguridad hacia Oakland. Lógico, porque los Warriors tienen infinidad de puntos más que los Cavaliers, porque llegan mejor, porque no viven agarrados a un árbol como Lebron en Cleveland, sino que sus amenazas son muchas y su juego colectivo es superior al de Cleveland; pero apostar contra Lebron James también tiene sus riesgos.  Si bien Cleveland hoy es inferior, llegados a este punto, y habiendo demostrado que sin jugar bien con regularidad sabe ganar, y sobre todo habiendo llegado Lebron James a este otro nivel en el que está, cualquier cosa es posible. Será Cavalier si la final no es a muchos puntos, y eso es algo muy difícil de controlar ante un equipo del caudal ofensivo de los de amarillo. En todo caso estamos ante el mejor espectáculo del mundo, una final de leyenda, algo que siempre recordaremos.

 

 

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