Todo lo que puede suceder en unas finales de la NBA ha sucedido ya en un partido, los primeros 53 minutos de la final (48 más la prórroga) condensaron la esencia pura de una final de la NBA, y tuvo aroma a encuentro terminal, y no de arranque de una serie al mejor de siete partidos.
Qué más podemos pedir, qué otra cosa nos puede ofrecer una final que no hayamos visto el primer día ya; sucederán otras cosas, disfrutaremos de otras actuaciones espectaculares, viviremos otros encontronazos y otras polémicas, pero todo eso ya ha pasado el primer día, quizá porque ambos equipos se vieron perdedores y ganadores y le dieron la máxima importancia a ganar el primer duelo.
Una final que nace como se programaba, bajo la sombra de un gigante, un jugador colosal que marca a esta final 2018 y cuarta consecutiva entre Warriors y Cavaliers. Un jugador de otra dimensión.
Qué puede mejorar Lebron James, si ha metido 51 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias con un 60% en tiros de campo, una monstruosidad, y no le ha bastado a Cleveland para ganar, por la torpeza de algunos de sus compañeros, en especial de JR Smith. Una de las mejores actuaciones de siempre en unas finales de la NBA como la de Lebron se ha quedado sin premio, sin trascendencia favorable para sus intereses.
Qué más nos puede deparar una final que acaba de empezar, si ya hemos visto a Stephen Curry meter un triple desde diez metros sobre la bocina para acabar la primera mitad, si hemos tenido ya una prórroga el primer día, si se han calentado las orejas Draymond Green y Tristan Thompson, si ya hemos tenido un expulsado (Tristan), si hemos tenido un primer intercambio de palabras entre Lebron James y Stephen Curry más Klay Thompson que pasaba por allí para distraer, si hemos tenido un error garrafal que se recordará en toda la final (el de JR Smith), si hemos tenido una polémica arbitral seria (la falta en el último minuto pitada en ataque a Durant y luego revisada y pitada al defensor, Lebron, que suponían 2 TL para Durant), si ya hemos tenido polémica post- partido con Lebron levantándose de la rueda de prensa harto de las repreguntas de un periodistas sobre el mismo tema, el error de Smith; si hemos tenido ya quejas sobre el arbitraje de uno de los entrenadores, lógicamente Tyronn Lue.
Y sobre todo y por encima de todas las cosas, si ya hemos tenido un partido descomunal, trepidante, lleno de intensidad y talento, de intercambios, de pronóstico incierto, tan pronto parecía Cleveland dominador para sorpresa de muchos (qué poco crédito habían dado algunos a Lebron y Cleveland), como parecía irse en el marcador Golden State, como remontaban los Cavs.
Si ya hemos tenido esto el primer día, qué podemos esperar de todo lo que nos queda, si el nivel de intensidad es tan alto el primer día, ¿será lo que viene cuesta abajo como decía el protagonista de American Beauty? No es probable. Pero si esto es el principio, si hemos tenido la emoción de una prórroga y ese nivel de tensión, cómo serán los próximos partidos, y cómo será el final. Será una final larga o será una final corta y ese partido ayuda a acortarla. Lebron no parece dispuesto a dejar escapar un anillo que nadie veía en su mano. Pero en los Warriors las amenazas son múltiples. Y cómo gestionarán la frustración los Cavaliers del golpe del primer día con todo lo que hicieron para ganar, y no ganaron.
En este primer capítulo nunca un pronóstico, nunca se supo hacia dónde se iba a decantar el encuentro, con un Stephen Curry al mejor nivel del playoff, buena carrerilla tomada en el séptimo encuentro ante Houston, y con el lastre para los Warriors de uno de los peores días que se recuerdan llegados a estas latitudes de Kevin Durant, a pesar de sus 26 puntos , sus porcentajes fueron espantosos y no fue el frío hombre infalible.
Estamos hablando de uno que nunca falla en los momentos importantes, Durant, fue el hombre decisivo hace un año para el segundo anillo en este ciclo de los Warriors, fue el MVP de las finales. Durant sin embargo ha empezado esta final dejando muchas dudas sobre su consistencia física, de tal manera que nunca pareció ejecutar sus movimientos con la determinación que acostumbra, ni sus tiros con la delicadeza y mecánica perfecta habituales.
No recordamos haber visto tantas piedras lanzadas por Durant en un partido de esta importancia. Puede que no esté bien físicamente, o puede que se haya tratado tan solo de un mal día y que en el segundo duelo veamos al Durant de siempre. Lo cierto es que los Warriors vivieron del acierto de sus exteriores, los Splash brothers, Steph Curry y Klay Thompson, y de cierto rastro de su juego dinámico de ataques rápidos, de circulación y de transición, pero aún les falta; en los momentos delicados en los que Cavaliers empezaban a marcharse, quien les agarró al partido fue Klay. Green siempre activo en defensa estuvo desconocido en ataque, y sólo al final acertó a meter tiros decisivos lo que le permitió dirigirse a la grada para calentar el ambiente y a sus rivales para aplaudirles en la cara y humillarles. Tribunero, consiguió calentar a su rival, Tristan que se autoexpulsó mientras le citaba fuera.
Con todo lo peor de Green fue su acción sucia a Lebron con la mano en la cara y que estuvo a punto de dejar fuera de combate a James, su pequeño derrame en el ojo era bien visible. Nada que enturbiara sin embargo su mirilla. Lebron siguió jugando a un nivel excelso, haciéndolo todo, más llanero solitario que nunca, no porque lo quiera hacer todo, sino porque además de todo lo que hace estuvo acompañado sólo por un par de compañeros; además de anotar, penetrar, y saber siempre por dónde hacer daño al rival, de ejecutar tiros increíbles (como un triple a lo Curry desde nueve metros), rebotear, defender y anular a Durant, dirigir el tráfico…Lebron fue el gran facilitador buscando los tiros liberados de sus compañeros pero esto no bastó.
Si resulta que Lebron como gran amenaza no sólo anota y anota, sino que además sabe aprovechar las ventajas al absorver las defensas y asistir al hombre liberado fuera pero ese compañero tira una piedra, poco más puede hacer. O sus compañeros se ponen todos las pilas o Cleveland no tendrá nada que hacer.
Al mejor jugador del mundo le acompañó en este primer asalto Kevin Love, quien a pesar de su irregularidad se consolidó como se espera de él como segundo anotador, tuvo la ayuda de Jeff Green siempre activo, por momentos de George Hill, y la tarea reboteadora no sólo de Love sino también la inesperada buena aportación de Larry Nance jr, muy acertado bajo el aro. Cleveland necesita aportaciones de más jugadores, y sobre todo Cleveland y Lebron necesitan que no haya rémoras, que no haya lastres a bordo. Bastante tienen con enfrentarse a los guerreros que pueden ventirlarte en un abrir y cerrar de ojos, como para tener el enemigo en tus filas. Por ejemplo, el joven Jordan Clarkson lo hizo casi todo mal, ni tiene confianza en su tiro, ni crea ventajas en sus penetraciones que teóricamente son su fuerte,y además toma malas decisiones continuamente. Es joven, no ha estado nunca en una final, y se nota.
Pero quien no es novato es JR Smith el hombre del partido para mal. Nadie sabe nunca qué pasa por su cabeza, atolondrado y confuso en muchas ocasiones, uno de esos jugadores tiradores puros que puede tener rachas que lleven a un equipo al triunfo. Sucede sin embargo que hace tiempo que no aparece ese JR, y sucede además que toma malas decisiones. La falta de inteligencia baloncestística se nota en una defensa de anticipación inapropiada sobre Curry en la última acción de la primera parte para dejar al mejor tirador de la liga liberado ante el aro. Y se nota en lagunas mentales como la decisiva acción que acaba provocando la prórroga, no saber que están empatados y pensar que van por delante en el marcador por lo que conservó el balón en lugar de tirar o pasar tras capturar el rebote le ha costado muy caro a Cleveland.
La imagen de Lebron James indicando con los brazos a su escudero JR que debía ir hacia adelante y no hacia atrás, es la imagen del primer partido de la final, pero quedará también sin duda como una de las imágenes de toda la final. Cleveland tuvo contra las cuerdas a los Warriors en su casa, en el primer partido, en un partido de otra dimensión de su líder Lebron James, cuando los pronósticos no le daban ningún crédito ante los Warriors y hay quien especula con un 4-0. Esa primera victoria en Oakland, que significaba robar factor cancha y sobre todo un golpe bestial al equilibrio anímico de los de campeones, se fue por el desagüe en un lapsus de JR. Ya ganó un anillo junto a Lebron, y puede que este error le aparte definitivamente de los momentos decisivos de estas finales, pero dado su estado mental imprevisible, hasta puede provocar un JR Smith transformado buscando la redención y centrado de una vez al nivel de años pasados. Los puntos de Korver tampoco aparecieron por ningún lado, y éste sí es un jugador capital para Lebron, que le necesita siempre dispuesto siempre en movimiento para abrirse y darle puntos a los Cavs.
Los Warriors no contaron con el anti-Lebron, Iguodala, el hombre que mejor ha defendido en la final a este jugador colosal que va a estar en todas las discusiones sobre los más grandes de todos los tiempos. Ya saben que José Manuel Calderón ha abierto el debate al decir en el Partidazo de Cope que le ve más completo que a Michael Jordan, que hace más cosas a pesar del genio de MJ. Lebron está lejos del palmarés de Jordan aún, pero su dimensión como jugador es algo desconocido en la historia de la liga. Por lo pronto, Lebron continúa siendo el protagonista indiscutible en el planeta baloncesto, un territorio que sigue explorando con ordenador de a bordo y que cada vez conoce mejor, palmo a palmo.