Un buen día Kobe Bryant le ganó un partido en la cara en la última jugada, botando el balón por el perímetro y lanzando en carrera con una pierna por delante, para acabar anotando el triple decisivo contra tablero. Aquella canasta se le debió quedar grabada a Dwyane Wade, porque la pasada madrugada el hombre que hace vibrar a Miami le ganaba el partido de forma parecida al campeón Golden State Warriors, y lo primero que hacía era recordar aquella jugada de la Mamba.
Wade se jugaba la última canasta liberado desde la frontal de la línea de tres, su primer intento de tiro era taponado, pero era lo suficientemente hábil para recoger el propio balón y con apenas unas décimas lanzaba el balón a una pierna hacia canasta contra tablero para darle la victoria a Miami Heat.
La locura. Wade celebra el triunfo como un chaval en la plenitud de su carrera, corriendo poseído y brindando a su afición la victoria. Se le ve feliz, satisfecho, mirando a la grada como si quisiera captar ese momento infinito, paladeando, apreciando esos segundos de adrenalina que no volverán dentro de unos meses. Es posible que Wade, un jugador de dibujos animados, atlético, técnico, plástico, se liberara al tomar la decisión de poner punto y final a su carrera a los 37 años. Cuando alguien ha tomado una decisión puede disfrutar más esa prórroga que le queda, ese capítulo inesperado de dibujos animados que aparece en la pantalla del televisor del niño. Y es lo que está haciendo, saborear cada instante en la pista con sentido competitivo, disfrutar los partidos que ya no le quedan, como hiciera Kobe Bryant.
Wade ha vivido momentos así en Miami, ha ganado tres anillos con el equipo de Florida en el que ha andado casi todo su camino como jugador profesional, excepción hecha del lapso en Chicago y Cleveland. Un lapso de dos años que se produjo tras una salida que nadie entendió, quizá el propio jugador tampoco. Fue como esa estancia en el trabajo de toda la vida en el que pareces caer en la monotonía y quizá necesitas apartarte un momento.Wade no se sintió valorado, el jefe de los Heat el legendario técnico Pat Riley reconoció arrepentirse sobre cómo había gestionado la continuidad de Wade . El eterno 3 de los Heat se fue y vivió una experiencia decepcionante en Chicago, y tampoco disfrutó de su nuevo encuentro con Lebron esta vez en Cleveland.
Wade parecía lejos de su mejor versión, parecía un funcionario cansado de su trabajo, lejos de su plenitud física y anímica, Wade no parecía disfrutar del baloncesto, no tuvo el rol al que estaba acostumbrado y por alguna razón no funcionó esta vez una de las grandes sociedades de la NBA de la última era, Lebron-Wade, y todo en unos Cavaliers que vivieron un año convulso a pesar de lo cual fueron capaces de disputar una nueva final de la NBA.
Parecía tocar a retirada, pero aún quedaba un último tramo. Wade consiguió volver a Miami, se rehizo la relación, se cerró la herida, la estrella volvió a su galaxia, y es posible que el Wade que se está viendo hoy en las pistas se deba a esa salida, a ese cambio y a no haber disfrutado del baloncesto en los otros equipos, incluso en su Chicago natal. Es posible que el cuerpo chirríe por la mañana, sólo el jugador sabe cómo responde su cuerpo, es posible acuse un cansancio mental, es posible que quiera darle otro rumbo a su vida. Pero ver a Wade no transmite sensación de retirada. Nowitzki, por ejemplo, la otra leyenda invitada junto a Wade a su último All Star a modo de reconocimiento, aún brinda algunos buenos momentos, pero no a la intensidad e importancia en su equipo de Wade. Wade juega para sentirse jugador por última vez, para sentirse competitivo, no por dinero, tiene un salario mínimo de 2.3 millones de euros tras una carrera de casi 200 millones de dólares sólo en salario.
Flash está jugando 25 minutos de media pero mantiene un nivel de intensidad que no hace pensar en el adiós del jugador. Lo mismo pensábamos de Manu Ginóbili la pasada temporada, el argentino se marcaba un gran playoff tirando de San Antonio y decíamos, ¿cómo va a estar pensando en dejarlo? si es el mejor, si está disfrutando. Seguro que juega otro año. No fue así. Wade lo tiene decidido igualmente, y esos momentos que aún es capaz de vivir son retenidos en su memoria emocional para la eternidad. Le extrañaremos.