Entre los jugadores que cambian la historia hay dos tipos, por un lado aquellos jugadores consagrados que por su inmenso talento sabes que te van a dar un protagonismo de manera inmediata en la disputa por las cosas grandes. Y luego están aquellos jóvenes que alguien un buen día supo ver y calculó que podrían llegar a tener la capacidad de cambiar las cosas. En este segundo tipo encontramos al hombre que hoy es uno de los jugadores del momento, una de las referencias de la actual NBA, el griego de origen nigeriano de los Milwaukee Bucks, Giannis Antetokounmpo.
«Hace seis años en mi temporada rookie ganamos 15 partidos, esta temporada hemos multiplicado por cuatro esa cifra». Lo dice en el mismo tono en el que suele hablar siempre, calmado pero con una media mueca de satisfacción interior que se adivina en su rostro. Los Milwaukee Bucks ya son definitivamente el mejor equipo de la temporada regular de la NBA, han alcanzado esa cifra mágica de las 60 victorias, justo antes de empezar esa otra competición que son los playoffs, ese otro baloncesto también, pero al que sólo se llega en buena disposición tras haber hecho los deberes en la densa fase regular. Los Bucks han pasado de la intrascendencia a ser el mejor equipo de la liga regular y ser candidatos al anillo. Busquen cualquier otra comparación en nuestro deporte, no la encontrarán, no hallarán nada parecido en el deporte europeo, en las diferentes ligas o la Euroliga sin ir más lejos, no encontrarán otra competición que iguale tanto a los contendientes, y en la que uno de los peores puede pasar a ser uno de los mejores o el mejor equipo.
Y tiene mucho más misterio siendo un equipo periférico como Milwaukee en EEUU, y es algo mágico tratándose de una reconstrucción basada en un jugador salido de la miseria. El hijo de unos inmigrantes nigerianos en un país europeo que mira muchas veces con recelo esa inmigración, y que ya es uno de los ciudadanos ilustres de Grecia, del que más orgullosos se sienten y se sentirán, uno de esos ciudadanos que los supremacistas miran con desagrado. Es el sueño americano a la griega, una familia huyendo de la miseria instalándose como buenamente puede en un territorio más próspero, y en el que el talento natural, la genética y el trabajo convierten a un simple inmigrante o hijo de inmigrante en una estrella. No hay mayor carcajada de la historia. Fueron muchos los inmigrantes en EEUU que construyeron su sueño, también en Europa, en cualquier parte del mundo ocurre, porque el talento no tiene fronteras. El caso de Antetekounmpo es la historia de un doble inmigrante, el de la familia llegada a Grecia, donde tuvo que buscarse la vida y dar sus primeros pasos junto a su familia para salir adelante, y el de un inmigrante ya especializado, llegado a EEUU para hacer carrera en el deporte profesional del baloncesto.
Hay que ser alguien especial para que eso no te cambie. Antetokounmpo pasó de vender cosas por las calles de Atenas con sus hermanos a jugar en segunda división en Grecia, y de ahí a jugar en la mejor liga del mundo en muy poco tiempo.
Todo debió pasar muy rápido en el universo Antetokounmpo, le vio Willy Villar estando en el Zaragoza y le fichó, sin que llegara nunca a jugar en la capital mañana la NBA irrumpió con fiereza buscando a un chico altísimo que se movía y botaba el balón como un pequeño. Desde su llegada a la NBA, a Milwaukee, Antetokounmpo no ha parado de crecer, y nada en su juego muestra a un jugador acomodado sino todo lo contrario, se ve a un jugador hambriento, a una fiera. Tras un físico esculpido y una altura de 2:11 de brazos interminables, el jugador que galopa en la pista, la jirafa con músculos de felino es cada día mejor jugador, entiende mejor el juego. Tras un físico descomunal, Antetokounmpo es el jugador total, lidera a su equipo en puntos, rebotes y asistencias y porcentaje de tiros de campo, porque una gran cantidad de puntos de Antetokounmpo son aproximándose al aro cuando no hundiéndolo. ¿Y quién lo para? físicamente es imposible, en el uno contra uno no ha nacido jugador aún que pueda pararlo, sólo un sistema de ayudas para mantenerle a una distancia prudente del aro puede reducir su eficacia. Pero la amenaza de Giannis empieza a ampliar el rango de tiro, cada vez tira mejor el triple, con lo que el jugador total es cada vez más peligroso desde cualquier posición. Si consigue ser un buen tirador de tres, qué difícil será para cualquier equipo contrarrestar a los Bucks.
El fenómeno griego, como le han bautizado en la NBA, ha puesto a los Bucks en la tesitura en la que le puso Lew Alcindor , quien luego sería Kareem Abdul-Jabbar a comienzos de los 70, en disposición de ganar el anillo. Su único anillo viene de esos años entre Jabbar y Robertson, 1971,sólo tres años después de la creación de la franquicia.
Pero antes de la lucha por el anillo viene la discusión sobre el mejor jugador de la temporada. De no existir James Harden nadie dudaría de quién es el MVP de la liga, y aun existiendo Harden hay quien no tiene dudas tampoco de que es Antetokounmpo, a pesar de los increíbles número de la barba ( 32 partidos consecutivos por encima de los 30 puntos y líder en triples conseguidos , por ejemplo), sólo dos puntos por debajo en eficiencia respeto al más valorado, el griego.
Giannis juega en un estado como Wisconsin, dicen también que receloso de la inmigración o con las comunidades afro-americana e hispana, pero él es una estrella que ha roto fronteras, ha superado dos, y ha devuelto al olimpo de los dioses a Milwaukee, fronteras que ha derribado Giannis Antetokounmpo, nacido de la nada para conseguir la gloria con la fuerza imparable del talento.