En la profundidad de un momento único, un momento sin tiempo, todos miraban a su manera mientras el balón botaba en el aro de la canasta defendida por Philadelphia. En ese momento sin tiempo todo era posible y no había gloria ni fracaso, no había victoria ni derrota. Simplemente el balón elevaría a unos y hundiría a otros, pero nadie sabía todavía a quién. Por eso es un juego, por eso es algo que escapa al razonamiento, por eso eriza el vello y escapa a toda comprensión. Por eso es baloncesto y millones de personas lo viven.
Todo un esfuerzo continuado, siete partidos de trabajo de unos y otros, pero al final, un último instante en el que todo lo que ocurre parece producto del azar. Botó la pelota y entró como pudo haber caído fuera tras botar en el aro hasta cinco veces. La gloria de Toronto y la pena de Philadelphia en un tiro, el tiro de Kawhi Leonard, sin lugar a dudas el hombre de esta semifinal de la conferencia Este, una final reveladora, los dos mejores de la liga regular, Milwaukee Bucks y Toronto Raptors se van a medir.
Kawhi ha sido el hombre de la serie, una serie llena de momentos para cada equipo que hacían pensar en que cualquiera podía llevársela, y así ha sido hasta el final, hasta necesitar el último segundo del último partido, el sétimo, pocas cosas comparables en el deporte mundial con esas dos palabras, “Séptimo Partido”, que repiten todas las estrellas de la NBA, incluidas aquellas que lo han vivido y ahora lo ven desde fuera, como Wade o Lebron.
Leonard agarraba la bola en ese último ataque y se iba hacia el flanco derecho perseguido por Simmons, pero Embiid decidía un 2 contra uno y dado que lo llevaban a la esquina no parecía un mal plan ante el brazo armado de 2:13 de Embiid, incidir en si estuvo bien o mal defendido a posteriori no revela grandes cosas, porque muy bien pudo haber desviado el tiro el camerunés o taponarlo, o quizá se equivocó y debió dejar a Simmons. Pero por alguna razón debía estar escrito que Leonard iba a anotar esa canasta decisiva, era su momento. Es una de las imágenes que quedarán para la historia. Quién demonios se pone en cuclillas mientras espera a ver si su tiro entra o no entra, Kawhi. Parecía un jugador de petanca. Quién se queda como si aquello lo hiciera todos los días, Kawhi. Quién demonios mira con la mano en la barbilla como si estuviera mirando un partido de tenis, la canasta que lo cambia todo , Sergio Scariolo. En la mirada de Embiid está congelado también el deseo, el deseo de ver rebotar ese tiro que no se sabe aún si va a entrar o va a salir fuera del aro. Es un instante de entrada o salida, es el señor del fondo en Las Meninas, eso es el tiro de Kawhi Leonard.
Kawhi anotaba 41 puntos y se convierte según ESPN en el único jugador en sentenciar una serie en el séptimo partido en el último segundo. Canastas que han valido series y anillos las ha habido y todos recordamos a Michael Jordan. También hemos tenido recientemente el fabuloso tiro de Lillard contra Oklahoma para eliminar a los Thunder en cuartos de final del Oeste. Pero lo logrado por Leonard parece no tener precedente. El alero llegado de San Antonio Spurs se ha convertido por derecho en uno de los protagonistas de estos playoffs de la NBA, en el séptimo partido anotaba casi la mitad de los puntos de su equipo, Toronto. Los Raptors han vivido enganchados de su líder, y eso sí con una gran consistencia defensiva diseñada por Nurse en la que han tenido mucho que ver los nuestros, Marc Gasol y Serge Ibaka.
Marc engrandece el baloncesto.-
A los Raptors les ha ido muy bien centrarse en parar a uno de los mejores pívots de la NBA, Joel Embiid, y Marc Gasol ha sido una pesadilla para el joven talentoso camerunés. También Ibaka le ha trabajado muy bien. Embiid ha anotado 21 puntos con 6/18 en tiros y 1/6 en triples en el séptimo partido. Marc Gasol ha trabajado la defensa sobre Embiid de forma magistral. Si el tiro final define la serie y quién se enfrentará a los Bucks por un lugar en la gran final de la NBA, el consuelo de Marc Gasol a un desolado Joel Embiid engrandece el deporte, engrandece el baloncesto. Porque el deporte es esto, dos competidores fieros que saben que su suerte puede cambiar por intangibles o por momentos incontrolados. No es peor la serie de Philadelphia por haber perdido así, no es mejor la de Toronto, simplemente un momento cambió el destino. Pero ha sido así esta vez, y Embiid a sus 25 años debería estar destinado a vivir muchos momentos como éste. Es lo que le vino a decir Marc Gasol, quien durante unos instantes fue el gran apoyo de un derrotado Embiid. Inconsolable, el camerunés acabó llorando sobre el pecho de Marc Gasol.
Cómo acabar siendo consolado por el que te ha destrozado, el que te ha anulado ,el que te ha impedido ganar, el que te ha impedido progresar hacia su primera final del Este. Pues porque esto es el deporte cuando se le honra, cuando se es profesional, cuando se entiende que la victoria y la derrota forman parte de esto. Embiid ha ensalzado a Marc Gasol por su sincero abrazo y consuelo, y no nos ocurre mejor homenaje al baloncesto que esto.
Finales novedosas.-
Dos séptimos partidos han resuelto sendas semifinales, la del Oeste entre Portland y Denver, y la de Toronto y Philadelphia. El caso es que Portland dio un golpe de autoridad en Denver, ante un equipo de gran calidad pero también juventud. A medida que el séptimo partido avanzaba en Colorado, se iban haciendo más pequeñas las figuras de los Nuggets mientras iban emergiendo las de los Blazers.
Un incomensurable CJ McCollum, el hombre del partido, con canastas de vértigo y certeras, en los momentos de la verdad, iban ajusticiando a Denver. Son Lillard y McCollum, pero esta vez fue sobre todo el segundo, y sobre las espaldas de un multiusos, un número 2 del Draft que no había pasado de la mediocridad, pero que en Portland parece haber encontrado sitio, Evan Turner, que tiró del carro, reboteó y sustentó a sus estrellas para que Portland creciera y remontara en la cancha de Denver.
Portland ha pasado en este playoff de la mediocridad también, por derecho se ha convertido en equipo revelación para desafiar al campeón , Warriors. Lillard y McCollum pasan de jugones a la categoría de estrellas, necesitaban algo así. Tenemos finales novedosas con equipos sorpresa en ambas conferencias, Milwaukee-Toronto y Warriors-Portland, sería un suplicio para Tebas.
Curry aparece cuando desaparece Durant.-
Sería injusto decir que Curry necesita que no esté Durant para ofrecer su potencial, pero sí es cierto que en una reunión de estrellas siempre hay que ceder por algún lado, no son los mismos tiros, no es la misma responsabilidad. Curry es vital para Golden State Warriors y es uno de los mejores de la historia, pero Durant es el ejecutor desde su llegada a los Warriors. Tras lesionarse en el quinto partido, Curry revivió con su propia remontada ante Houston, de no anotar en la primera mitad, a anotar 33 puntos en la segunda, de récord, y 23 en el último cuarto y ejecutar a Harden y compañía. “No subestimes el corazón de un campeón” dijo Lebron de su rival.
Tebas estaría destituido en la NBA.-
Imagínense que Adam Silver, comisionado y jefe de la NBA dijera ante la llegada de Milwaukee a la final del Este que “ojalá no se clasifique para la final de la NBA porque sería una final de peor nivel”, o “sería un fracaso de la liga” o “se vendería peor si llega Milwaukee o Portland”. ¿A que no se lo imaginan? pues es lo que ha hecho este lunes Javier Tebas presidente de la LFP en Gol Televisión. Ha menospreciado la final de Copa de 2003 que jugaron Mallorca y Recreativo, dos modestos. Ha calificado de “fracaso” esa final.
Poco importa que el Mallorca aquel año eliminara al Real Madrid o al Deportivo (entonces SuperDepor), poco importa que fuera una fiesta del fútbol, que dos aficiones que generalmente no celebran nada se vieran en una final de Copa del Rey, una final bien jugada, emocionante, sin un solo incidente, la que debería ser mejor promoción para el fútbol de un país, donde suceden cosas alucinantes como dice la NBA, se convierte en algo tan vergonzante que mejor no repetir, un fallo del sistema. ¿Y cuál es el sistema? pues una competición que jueguen los grandes, que dé grandes audiencias y se pueda vender entienden ellos en todo el mundo.
Claro, como los equipos cobran cantidades tan astronómicamente distintas, en el fútbol español el principio de igualdad de la competición brilla por su ausencia. Imagínense que en la Premier se hubieran avergonzado de que el Leicester la ganara, una de las páginas más increíbles de la liga inglesa. En la NBA Javier Tebas habría sido destituido fulminantemente, pero claro, es inútil la comparación.