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Y los Warriors qué: ¿otra vez campeones?

Perdido en el monte mientras pastaba su ganado, Jesús García Velasco, el abuelo pastor preguntaba a un desconocido: “y el Madrid qué…¿otra vez campeón de Europa?” Era como aquellos últimos de Filipinas que no sabían que la guerra había terminado. El Real Madrid por aquellos años no estaba ganando la Copa de Europa, pero ajeno a ello el pastor vivía una vida buena, en la calma de su pueblo, su montaña y sus animales, en la calma de lo cotidiano, alejado de la información, de lo que pasaba fuera de su propio mundo y aquello que le importaba en Majaelrayo (Guadalajara). El abuelo preguntaba si todo seguía como él lo recordaba.

A 9300 kilómetros de Majaelrayo, en Oakland, bahía de San Francisco (California), un equipo repite por quinto año consecutivo en la final de la NBA, y de las cuatro finales que ha disputado en los cuatro años anteriores ha ganado tres anillos. Viene a ser algo parecido a lo de aquel Real Madrid que recordaba el desaparecido Jesús, quizá el único por lo tanto que no se hubiera extrañado porque el reciente Real Madrid hubiera ganado cuatro Champions en cinco años.

Golden State Warriors ha convertido su presencia en la final en algo tradicional en el último lustro, es la rutina del equipo que ha cambiado el baloncesto en la NBA moderna y que por lo tanto ha marcado una época, será recordado como una de las grandes dinastías de la NBA, un registro impropio de este tiempo en el que los equipos se rompen, en el que los bloques no se mantienen uniformes, porque hay mucho dinero en juego para los jugadores y sobre todo pocas franquicias encuentran el equilibrio salarial y el inmenso talento como para mantenerlo unido y bien pagado y que un equipo ganador no se rompa.
Es tan difícil que parece un registro de otra época, ni los Lakers de Kobe y Pau Gasol duraron tanto, ni el mejor modelo de bloque que es San Antonio Spurs logró nunca este registro porque mantuvo su gen ganador de anillos pero en años alternos. Habría que irse al Chicago de Jordan para encontrar dos rachas de anillos consecutivos parecidas a la de estos Warriors. Habría que acudir a Lebron James y Miami Heat y sus cuatro finales y dos anillos, o de nuevo Lebron con Cleveland y sus cuatro finales con tan solo un anillo. Lo de Lebron como individuo es realmente difícil de repetir, aun con tan “solo” tres anillos, ocho finales consecutivas, se dice pronto.

La pregunta es ¿aburre en la NBA ver a los mismos? Sólo no queriendo el baloncesto se puede lamentar que estén los Warriors. Llegará un día en el que no estén, claro, se acabará la dinastía y dejarán de ganar, quién sabe si Toronto puede anularles, pero sólo se aburre quien busca las emociones fuera del juego. Que estén los Warriors es una bendición porque su baloncesto lo es. Han pasado diferentes vicisitudes para lograrlo, y no han jugado a buen nivel en buena parte del año, pero es un equipo que ha automatizado cuándo se pulsa el botón ON. Y ese botón se pulsa cuando llega la hora de la verdad, según se acercan a los playoffs, y sobre todo según van jugando la postemporada. Como Rafa Nadal, siendo cada vez mejor y ajustando su juego, entrando en calor.

Golden State Warriors ha hecho del movimiento y del pase sus señas de identidad, es uno de los equipos que más dudas provoca en las defensas, ante ellos la escena de dos defensores mirándose y preguntándose “ibas tú o iba yo” es más frecuente que con ningún otro equipo. Sus bloqueos tienen siempre una continuación, son jugadores en constante movimiento, cada jugador se mueve buscando darle una opción de pase al compañero, y como resulta que pasadores tiene unos cuantos, la bola llega con asiduidad a un jugador liberado. El pase muchas veces es al primer contacto, en eso Draymond Green es uno de sus mejores exponentes. Un jugador que ha dejado unas de esas reflexiones que enamoran antes de toda una final. “Cuando salgo quiero ser el mejor en hacer mi trabajo”. Y como resulta que además de buenos pasadores hay grandísimos tiradores desde todas las posiciones, el ataque Warrior resulta endemoniado. Los Warriors tienen sello campeón porque además de hacer todo eso en ataque gusta de la defensa, disfrutan trabajando.

Ante esto Toronto Raptors tratará de llevar la final a su terreno y bajar el ritmo, ser eficaz en la defensa y anular a sus generadores de juego, no sólo a sus tiradores. Es la gran oportunidad de Marc Gasol, Serge Ibaka y Sergio Scariolo de buscar su primer anillo. Para conseguirlo tendrán que romper la tradición, aunque en algún lugar de la profundidad de Estados Unidos alguien no se haya enterado y pregunte desde su mecedora en el porche de una desvencijada casa de madera, y mientras contempla la puesta de sol con una cerveza en la mano, ¿Y los Warriors qué: otra vez campeones?