En una escena de la película de los 60 “Guess Who’s Coming to Dinner” (en España “Adivina quién viene esta noche”) la progresista y culta familia de una joven blanca de San Francisco, y la modesta pero trabajadora familia de un médico negro de mediana edad de Los Ángeles, entran en shock al enterarse de que la pareja ha decidido casarse de manera inmediata. Nada importa el qué dirán, sólo el amor que sienten ambos es trascendental, si bien el médico, algo más bregado en la vida y conocedor de la realidad de Estados Unidos, asume que no va a ser fácil la vida que se proponen en común, y que alarmarán a millones de personas, además de contravenir la ley en varios estados del país. En una escena de la película, mientras los padres ponen de manifiesto la incomprensión que provocarán en el país, el sacerdote amigo de la familia de San Francisco contesta :”ellos son este país”.
Una vez más, unos chicos o una chicas españoles que hacen deporte al más alto nivel, que tienen una confianza en sí mismos y en sus compañeros a prueba de bomba, que tienen conocimiento, preparación, ambición, capacidad de sacrificio, capacidad de mejora, apetitivo competitivo, que aspiran a la excelencia en lo que hacen, que honran la palabra equipo y que honran el deporte que practican, nos han demostrado que “ellos son este país”. Por encima de insolidaridades que hoy nos golpean, por encima de visiones de baldosa en la que mentes pequeñas parecen sólo preocupadas por su rellano sin importar si el edificio y la gente que lo habita está bien, “ellos son este país”. Ellos han creído más que media España en lo que la unión de talento y esfuerzo puede conseguir.
Es imposible no llorar con ellos, no emocionarse con ellos, no sentir como propio un triunfo que en realidad sólo les pertenece a ellos. Hay cosas que mejor no contar, sino vivir, los rostros de Rudy, Oriola, Marc, Ricky en el podio… véanlo. Si alguien puede sentir orgullo de pertenencia de verdad es viendo y sintiendo a este equipo; a los que están ahora y han conquistado este increíble ORO, los que estuvieron en las ventanas FIBA haciendo posible esta presencia en China, los que ganaron antes (sólo Rudy y Marc de esta selección levantó la otra copa, la de Saitama), aquellos que transmitieron una forma de competir y de ser, pues esto no se improvisa, no se llega aquí por casualidad, se llama cultura de equipo y hace mucho que está instalado en eso que llamamos La Familia.
En realidad esta final ante Argentina ha sido una cuestión de familia, y no sólo por la seña de identidad de España de baloncesto, también porque más de las mitad de los jugadores de la selección Argentina juegan en nuestra liga, se han enfrentado compañeros de equipo, gente muy próxima. Los argentinos forman parte de nosotros, de nuestra comunidad, es la relación entre primos lejanos que hoy debían decidir quién era el campeón del mundo, que han combatido, pero que se quieren, se respetan. Una final ante EEUU hubiera sido también entre conocidos, porque cuatro de los nuestros juegan en la NBA y otro lo hizo bastante tiempo, como Rudy, pero una final ante Argentina es como un encuentro con tus parientes.
Máximo respeto hacia esta Argentina que rompiendo todos los pronósticos, como España, se cuelga la plata a base de sus demostración permanente de saber competir. España era prudente ante la fiereza albiceleste porque la conoce bien, pero precisamente por conocerla bien no se ha dejado sorprender. Desde el inicio con el parcial 2-11 ha dado la sensación de que España era quien había escogido este día para levantar la Copa, nos hemos pasado 40 minutos de juego temiéndonos lo peor, cuando se iba a desatacar la tormenta argentina, porque si algo tiene este equipo es genio, corazón .Decíamos que iba a ser una final por agotamiento, y sin embargo a pesar de la alta tensión por ser una final, no ha sido así. Más bien España ha estado siempre un peldaño por encima no sólo en anotación, también en sensaciones, en dominio del juego, del ritmo, del rebote tanto en ambos lados de la cancha, lo que ha provocado infinidad de nuevas opciones. España ha sido mejor dentro, con gran trabajo de Oriola, Claver y Marc sobre Scola, que ha anotado su primer punto del partido acabando el tercer cuarto, precisamente la primera falta de Marc Gasol llegaba en ese momento. Dice mucho del dominio que ha tenido sobre el tiempo y el espacio Marc, que ha emergido en este campeonato en el momento de la verdad, con mucho trabajo para entrar en ritmo y tener buenas sensaciones. No olvidemos que viene de un anillo de la NBA y que con este título mundial sólo unos meses después iguala algo tan solo conseguido por Odom, pero sin comparación del peso que tenía y tiene Marc tanto en su equipo como en su selección.
Ricky Rubio en cambio, el MVP del Campeonato del Mundo, entró en ritmo desde el minuto 1, no había tenido el desgaste en Junio de Marc, asumió la responsabilidad de anotación y liderazgo, de lo que ha dado una verdadera lección desde el primer momento, ya desde la gira de preparación. España necesitaba ante la pérdida de talento un plus de trabajo táctico, de compañerismo, de solidaridad, de esfuerzo, de bemoles, y eso es lo que ha ido haciendo durante este campeonato. Scariolo ha conseguido ir ajustando a su equipo que entró frío al torneo, cosa frecuente, y que encendió el interruptor en la victoria ante Italia, desde la defensa. Ese día se alumbró el equipo campeón del Mundo, porque se demostró a sí misma que si hacía esa gran defensa que podía desarrollar después tendría talento para resolver los partidos, ese día puede que pensaran que sí, que tal vez podía ser su campeonato, porque los que tienen menos protagonismo empezaron a tenerlo, los Claver, Ribas Oriola, los Hernangómez. Y para que ello sucediera tenía que haber dos guerreros, Rudy Fernández y Sergi Llull. Siempre dispuestos a jugársela, siempre dispuestos a hacer algo más, siempre dispuestos a defender, a robar la pelota, a correr, a atrapar ese rebote, a recibir golpes. Los guerreros de las islas han dado un máster, y estos son reales.
Y sólo así se pudo sufrir y aguantar una semifinal ante Australia, hace falta mucho corazón además de talento para aguantar acometidas así, para no desfallecer. Hace falta mucha inteligencia en la pista para no irse de un partido, para aguantar cualquier palo sin salirse del partido, para no ponerse histérico cuando ves que te cogen distancia. Marc Gasol , Ricky Rubio, cuánta sabiduría en la pista.
En los capítulos precedentes decíamos que España se enfrentaba a territorio desconocido en un campeonato, como si no tuviera crédito o tuviera que ganarse la confianza del pueblo, no de todos por supuesto (sabido es que los iracundos y negativos son más notorios pero no más importantes), como si no hubieran ganado nada. El respeto se lo habían ganado hace tiempo, y aunque nada de esto hubiera sucedido, aunque no fueran campeones, ese respeto permanecería inmutable.
Hay veces en la vida en las que sabes que estás preparado para lo que tienen ante ti. Si no me creen observen la mirada de Ricky Rubio en el Mundial. Si no me creen vean a Rudy Fernández en el peor verano familiar de su vida batirse como si fuera una cuestión de honor, pero sin perder la concentración en ningún momento, como si nada le pudiera golpear, igual que Marc. Ya podían golpearle que a él no le movía nadie.
Son esos momentos en los que sabes que este equipo es campeón, gane o no gane. Ricky Rubio perdió lo que más quería y encontró su mayor apoyo en esa ausencia, a eso se le llama sabiduría. Ya saben a qué me refiero, Ricky Rubio encarna perfectamente el espíritu de superación de este equipo, Tona ya lo sabía. Rudy ha jugado por su familia, la de la pista y la de sangre.
Gracias chicos, gracias baloncesto, gracias España.