Simmons vuelve a disfrutar del baloncesto - Con Basket si hay paraíso
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Simmons vuelve a disfrutar del baloncesto

Se puede tener 23 años, jugar a lo que te gusta y con lo que has crecido, disputar la mejor liga del mundo, estar en un equipo con grandes aspiraciones junto a compañeros con talento, ser alguien para toda una legión de fans y tener en tu cuenta corriente con 175 millones de dólares (155 millones de euros) asegurados en cinco años, es decir 34 por temporada, y no disfrutar. Es el caso de Ben Simmons, jugador de Philadelphia 76ers, confesado por el propio jugador.

Pudiera parecer frívolo porque su situación privilegiada  no admite comparación alguna con millones de personas en todo el mundo, pues él está en un lugar de escogidos y forma parte de una reducida población, deportistas de élite, no admite comparación alguna con cualquier profesional de cualquier otra actividad que no sea el mundo del espectáculo, y ahí entra el deporte también como espectáculo de masas.

Sólo es posible entenderlo si separamos juego y obligación. Jugar nos conecta no sólo con nuestra infancia y el principio de todo, sino también como adultos con la parte más creativa, lúdica de cada uno de nosotros. Jugar tiene que ver con la inspiración, la creatividad, la imaginación y fundamentalmente con la diversión. La obligación mata la diversión, y en el caso de un deportista joven, un chico apenas desarrollado desde el punto de vista de la personalidad, por mucho físico desarrollado que tenga, puede sentir que ha llegado lejos cuando ni ha empezado, el obtener mucho premio demasiado pronto puede ser difícil de digerir y puede convertir algo mágico en algo rutinario.
Cuál es la motivación si eres multimillonario apenas pasados los 20 años. Entonces está claro que la motivación ya no puede ser tan solo el dinero aunque durante parte de tu juventud lo fuera, la motivación es ganar partidos, ganar campeonatos, hacer un partidazo cada vez que salgas a la cancha, ganar prestigio, conseguir un palmarés.  Eres un privilegiado, haces lo que te gusta, pero puedes no disfrutar de ello. ¿Por qué? porque cuando la fuente de satisfacción es sólo lo que consigues, entonces dependes tan solo del resultado y no hay crecimiento individual, no hay felicidad.

Si entre tantos partidos no llegas a asumir que cada balón que pasa por tus manos es una oportunidad, que cada partido es un día para dar gracias y sentirse bendecido por hacer lo que te gusta, que cada partido es una oportunidad para ser mejor, si no tienes esa gran ambición, si no percibes placer en perfeccionar tus habilidades, de ser más competitivo, si no te das cuenta de que no eres una vida rutinaria sino que lo que tú haces es lo contrario de la rutina, y además tienes el poder de  cambiar la rutina de millones de personas que te ven en las pistas y en todo el mundo, si no disfrutas de todo ello es posible entonces que jugar se convierta en una rutina llena de obligaciones.

Toca entreno, toca gimnasio, toca tiro, toca ir al avión, toca decir algo a los chicos de la prensa, toca ir a un colegio, toca firmar unas camisetas o unas zapatillas, toca hacer lo que sea, pero no existe magia alguna. Encima no ganas todo lo que pensabas, eres un jugador malhumorado, crees que debes ser presuntuoso para ganarte el respeto de los rivales y de los aficionados, no te atreves a mostrar tu debilidad, es decir atreverte a mejorar el tiro. Porque eres un base en cuerpo de ala-pívot, con 2:08 y jugando como base, unas habilidades fantásticas para el juego, un jugador capaz de ser imparable, de asistir, de rebotear, no es ningún milagro acumular triples-dobles, pero no te atreves a quedar en evidencia tirando a canasta, es exponerte a la burla de millones de personas.
No, no es fácil, hay que estar dispuesto a salir de tu zona de confort, de exponerte a la crítica y al ridículo si tu tiro no toca el aro. Es posiblemente el base estrella que peor tira de la NBA de las últimas décadas.

No, no puedes tenerlo todo, si Ben Simmons con 23 años y una condición de estrella en la NBA (es ya All Star) ya lo tuviera todo, para qué seguir esforzándose.  La creación nos coloca imperfectos y nos arrima al abismo de nuestro vértigo, esos miedos que no queremos afrontar, para que la vida tenga sentido y podamos cumplir objetivos, para que el camino sea lo interesante. Simmons dice haber cambiado, que vuelve a disfrutar del baloncesto. El cambio puede haberse producido este verano si hacemos caso a lo dicho por el joven australiano. En lugar de ir al Mundial ha trabajado el tiro, se ha esforzado en mejorar, lo ha mostrado al mundo, y ése es el primer paso para decirnos que no se ha estancado, que se atreve, y ha encontrado placer en lo que hace. El placer del esfuerzo, de mejorar aquello que le avergonzaba en un mundo de competitividad salvaje como es una liga profesional vista en todo el mundo.

Simmons dice que vuelve a disfrutar, y aún no ha empezado la liga, porque ha sentido que tenía algo que mejorar y se ha atrevido, algo que le reta a jugar por mejorar, no ya tan solo por ganar, que también y eso sólo se consigue jugando. Ya no se trata de la obligación sino de la motivación, el milagro de jugar vuelve iluminarle.