Los sentimientos y las emociones se han apoderado en los últimos tiempos también de la actualidad NBA, la geopolítica, el negocio en peligro en un país como China, un partido de pretemporada con todos los atractivos, nada menos que con Lebron James y Anthony Davis, la nueva pareja de moda en la NBA llevada a China como reclamo atractivo y con la señal televisiva apagada en China; un partido ensombrecido por la ofensa nacional provocada por un comentario de un manager, el de los Rockets.
Qué extraña sensación, todo un partido de pretemporada con máximas estrellas NBA en Shangái que no se retransmite para el país anfitrión, sin comparecencias de prensa, con una calma tensa en espera que solucionar por la vía diplomática un embrollo de dimensiones bíblicas que amenaza seriamente los ingresos de la mejor liga de baloncesto del mundo. Qué extraño, cuando no ha hecho más que empezar la pretemporada y se prepara una temporada apasionante, una liga absolutamente revitalizada, con un trasvase de estrellas sin parangón que ha convertido la competición NBA en la más abierta de los últimos años, sin embargo empantanada ahora mismo en el conflicto de los sentimientos nacionales de un país totalmente «comprador» de su producto baloncestístico.
La geopolítica acaba filtrándose por las rendijas del deporte porque es otra actividad comercial más, una exportación más que la NBA ha conseguido llevar a todo el mundo, también a países de regímenes y culturas distintos. Para acabarlo de arreglar anda por ahí en medio metiendo baza Donald Trump, también dispuesto a aprovechar cualquier resquicio para poner en evidencia a China y de paso cobrarse facturas que normalmente él mismo extiende a toda clase de personajes populares que discrepen de él. Vive en la oposición, lo cual no es buen ideario para un cargo institucional de tal calibre, pero los populistas viven de la oposición de batirse con alguien, sin eso se caen como una pluma. El presidente Trump ha bajado al barro (¿alguna vez ha salido del mismo?) para intentar dejar en evidencia a dos entrenadores NBA, Gregg Popovich y Steve Kerr y cobrarse facturas de sus críticas. Trump da a entender que ambos técnicos siempre están dispuestos a hablar mal de su país (o sea de él, ya se sabe que los populistas se envuelven en la bandera, «el estado soy yo») mientras callan en relación a China. En realidad cada palabra que diga Trump complicará aún más el terrible embrollo en el que se halla la NBA en China. El populista siempre dispuesto a llamar mal ciudadano o mal patriota a aquél que discrepe de su discurso.
Las emociones se han disparado en China por sentir herido el sentimiento nacional, pero también en Estados Unidos. Así, Trump deja como malos estadounidenses a dos técnicos con una trayectoria de calado. Gregg Popovich, campeón de la NBA, formado en la academia militar del aire, seleccionador de Estados Unidos en el último mundial; Steve Kerr, campeón de la NBA como jugador y como técnico, segundo técnico de EEUU en el Mundial, perdió a su padre en un atentado terrorista en Beirut en 1984. ¿Es admisible que todo un presidente de un país mancille de esta forma el honor y el orgullo de ciudadanos como ellos?
Kerr ha contestado con su contenido tono habitual pero a la vez con cristalinas palabras a Trump para hablar de una situación surrealista. Tras perder a su padre en 1984 cuando éste dirigía la universidad americana en Beirut, fue recibido junto a su madre por el entonces presidente Ronald Reagan. Ha estado en la Casa Blanca con diferentes presidentes hasta la llegada de Trump, y lamentaba que se haya perdido el respeto y la dignidad en el puesto de presidente de los Estados Unidos, algo que confía en que se recupere pronto (cuando Trump ya no esté).
Volviendo al conflicto económico, se dice que si el mercado chino cierra el grifo los ingresos de la NBA pueden bajar un alto porcentaje, podría perder unos 100 millones de dólares en 2020 y por lo tanto una reducción del límite salarial de las franquicias. Pensemos en los contratos comprometidos que no han parado de subir en los últimos años con el nuevo contrato televisivo de 24 000 millones en nueve años firmado en 2015, pero también los ingresos al alza de su mejor mercado fuera de Estados Unidos que es China.
Lo cierto es que lo que parece haberse agredido es el sentimiento nacional más que el estado de libertades del país y de un progreso recomendable en la antigua república comunista. En realidad se sienten insultados los chinos; Morey habló de Hong-Kong como solemos hablar desde la distancia de otros conflictos nacionales, sin tener mucha idea de cuál es la dimensión real de un problema y conocer en profundidad por qué se producen determinados conflictos.
Es tiempo de sentimientos sacudidos, discursos emocionales también en la NBA, quién lo iba a decir, una liga acusada por su detractores de ser impersonal, mercantil , falta de sentimientos. Puede ser muchas cosas, pero la NBA ha sido mucho más contundente por cierto a la hora de reaccionar contra el racismo, la xenofobia, la tolerancia, de lo que lo han sido las competiciones europeas durante muchos años. Y ahora se encuentra en una auténtica telaraña que sólo puede desenredar la hábil diplomacia de Adam Silver.
Mientras tanto los equipos echan a andar, mientras tanto la liga está llena de grandes noticias. Un año y medio después Kristaps Porzingis ha vuelto a jugar un partido, lo ha hecho en su nuevo equipo, Dallas Mavericks, donde forma una pareja europea de lo más exquisita junto a Lukita Doncic, los Mavericks pueden ser muy divertidos en la liga de las parejas de ases. Es la nueva NBA, que se ha asociado por parejas en las diferentes franquicias hasta el punto de convertir en sobresaliente por ejemplo un equipo como Brooklyn Nets, con la llegada de Irving y Durant (lesionado por una temporada aún), Lebron y Davis para tratar de devolver esplendor a los deprimidos Lakers, mientras el vecino junta a Leonard y George, que han dado un espaldarazo a los Clippers; Westbrook ha acabado junto a Harden en Houston, en la pareja más extraña de cuantas se han formado y que puede acabar o muy bien o muy mal, no habrá medias tintas; a los Warriors ha llegado el nuevo All Star, D’Angelo Russell para juntarse con Curry y Green, y Thompson cuando vuelva. A Philadelphia ha llegado uno de los mejores interiores de la liga, Al Horford, para hacer aún más atractivos a los Sixers junto a Embiid y Simmons, mientras a Boston ha llegado Kemba Walker. El campeón,Toronto, sin Leonard sigue siendo un equipazo, con Marc, Ibaka, Lowry o Siakam, pero se medirá a sí mismo sin su gran guía de la pasada temporada. La NBA promete un año abierto y emocionante, toda la emoción baloncestística que ahora está siendo ocupada por los sentimientos personales y nacionales.