Existen renacidos que casi ni llegaron a nacer. Son propios del deporte de élite los casos de jugadores a quienes la salud les paró en seco y volvieron después de un prolongado tiempo de ausencia y no pocos sacrificios. Jugadores que volvieron a jugar cuando ya se les daba por perdidos, en unos casos por su físico, en otros casos por su cabeza. Derrick Rose es un ejemplo de lo primero y Carmelo Anthony un ejemplo del segundo caso.
Pero es menos frecuente encontrar una carrera torcida nada más empezar, porque es menos frecuente que la salud pase factura a un chico joven, con toda la fortaleza del mundo y toda la energía para desarrollar una carrera a la altura del talento que atesora. Y sin embargo puede ocurrir, claro que puede suceder, no olvidemos que el deporte de élite no es más que la repetición de gestos inusuales llevados a la máxima expresión y en ilimitado número de repeticiones.
Sea cual sea el deporte del que se trate, el cuerpo está exigido a una inflación de movimientos repetitivos, en el caso del baloncesto son atletas que repiten una y otra vez un movimiento de lanzamiento del balón. Si el lanzamiento se ve condicionado por una disfuncionalidad en la mecánica del movimiento de lanzar a canasta es muy difícil sobrevivir en este deporte. Por no hablar de problemas articulares crónicos que han retirado prematuramente a diferentes jugadores. Aún son famosos los casos de los jugadores de los Blazers Brandon Roy y el número 1 del Draft 2007 Greg Oden, retirados ambos prematuramente.
El caso de Markelle Fultz es un caso peculiar, bien extraño, muy poco frecuente en el mundo del baloncesto o poco conocido al menos en jugadores de élite. Elegido como número 1 del Draft de hace tan solo dos años, 2017, apenas ha sido visto en la mejor liga del mundo. En el encuentro disputado este domingo ante Pelicans sumó 10 puntos y 7 asistencias en 29 minutos. No es nada espectacular. Pero verle sano y disputando un partido con normalidad. Lleva más partidos jugados esta temporada que en sus primeras dos temporadas en la NBA en las filas de Philadelphia 76ers. Promedia algo más de 11 puntos, 4 asistencias, con 1.8 pérdidas y 1.2 robos, es decir que su balance cuidando el balón es francamente bueno. No tira muchas veces, le ha costado mucho recuperar su tiro hasta el punto de que tuvo que cambiar su mecánica de tiro.
Ha sido un caso polémico el de Fultz porque fue acusado de tener un problema de bloqueo mental, cuando al parecer se había diagnosticado una discinesia escapular, una alteración de la sincronización en la articulación escapulo-torácica, que varía la posición y movimento normal de la escápula durante los movimientos del hombro. Imaginemos lo que es eso para un jugador de baloncesto. Imaginemos para un jugador de fútbol un dolor de rodilla que le impida golpear el balón normalmente, imaginemos a un pintor, un relojero o un cirujano con parkinson, imaginemos a un piloto con problemas de visión, a un diseñador de perfumes con problemas olfativos. Imagínese usted amiga o amigo en aquello a lo que se dedique y con una dificultad para desarrollar su trabajo o labor profesional.
Cómo podía jugar al baloncesto un chico que no podía tirar a canasta en condiciones o sin dolor. Pongamos además toda la carga adicional que supone ser el número 1 de los jóvenes elegidos en la mejor liga del mundo, un contrato millonario para empezar, pero también la obligación de liderar la reconstrucción de un equipo, de una franquicia, de un proyecto. Miles de personas con sus ojos puestos en ti. Toda esa carga sobre los hombros de chicos de 19 años que estando sanos y fuerte mentalmente ya soportan más de lo que un joven está preparado para soportar.
Fultz empezó a cambiar su mecánica de tiro para adatarse a lo que su cuerpo le permite hacer y además hacerlo a la velocidad de la competición y con la fiabilidad que exige el deporte profesional. A sus 21 años Markelle Fultz parece que por fin empieza a disfrutar del baloncesto profesional, por primera vez en su carrera en la NBA juega con regularidad y su cuerpo le permite incluso brillar. Se le ve con determinación y con fortaleza, explotando su cambio de ritmo y la capacidad para dirigir a su equipo.
Fultz tira de manera extraña. No lleva el balón hacia su cabeza sino hacia adelante, al principio se llevaba el balón hacia el hombro y hacía una parada en la mecánica de tiro para coger impulso. Fue ponerse en evidencia un día tras otro y ser sometido al juicio implacable de todo el mundo. No hay paciencia en las ligas profesionales, la competición no te espera y Fultz se exponía al severo juicio. Simplemente hay cosas que en la liga de los mejores no se admiten fácilmente, el joven jugador tuvo que pasar por todo eso.
Pero el cuerpo parece haberle aceptado un pacto de trabajo, su salud parece haber respondido y le ha permitido aprender otra vez a tirar. Imaginemos lo que supone cambiar sobre la marcha, lo que supone que todo lo que habíamos hecho, aquello con lo que nos habíamos relacionado desde pequeños en el desarrollo de un juego, hay que cambiarlo. Imaginemos qué significa perder el tiro en baloncesto, qué significa perder tus facultades en aquello que mejor sabes hacer y cambiar sobre la marcha. ¿A dónde llegará Fultz? ¿qué llegará a ser? por lo pronto dirige un equipo que con mucho mérito está en puesto de playoff en la conferencia Este de la NBA, Orlando Magic; se le ve sano, disfruta al fin del juego en aquello para lo que se había preparado y esto siempre es una gran noticia. La liga va a empezar a disfrutar de un talento al que no se ha podido disfrutar hasta ahora.
Es bueno que además de ver y disfrutar del deporte nos hagamos estas preguntas de vez en cuando antes de condenar a alguien. Al final, en el deporte el progreso de un jugador que lo ha pasado mal es también la alegría de muchos, eso mismo está pasando con Markelle Fultz. Tipos a los que no conocemos de nada provocan nuestra alegría o tristeza por nuestra capacidad para sentir empatía por deportistas a los que seguimos y admiramos, ésta también es la grandeza del deporte.