Acostumbrado a soportar el peso de toda una comunidad, de toda una afición, de un equipo, fuera donde fuera, Cleveland o Miami; acostumbrado a soportar el peso de su propia expectativa, sobre la ancha espalda de Lebron Raymone James ha caído ahora todo el peso del legado de Kobe Bryant. La repentina y dolorosa pérdida del icono de Los Ángeles Lakers ha sumado toneladas de responsabilidad a la ya de por sí apasionante misión que llevó a James hasta California.
Dejó el confort de su casa, ganara anillos o no, abandonó su condición de oficioso presidente del Estado de Ohio para reconstruir un equipo glorioso y entonces decadente, Los Ángeles Lakers. A la ya de por sí ardua tarea, un poco más enfilada esta temporada con la mejora del equipo fundamentalmente con la llegada de Anthony Davis, se le ha añadido todo el peso del dolor, del recuerdo, de la necesidad de honrar la memoria de Kobe y continuar su misión de ganar anillos.
No hay nada más inspirador, pero a la vez más doloroso que jugar con emociones. Las emociones pueden impulsarnos pero al mismo tiempo nublarnos. Desde el fallecimiento de Kobe los Lakers han disputado tres partidos en casa y han perdido dos de ellos, ante Portland y ante Houston, mientras que ganaron a San Antonio. En el duelo ante San Antonio Lebron James devolvió la sonrisa al Staples Center y a la afición de los Lakers, un último cuarto de inspiración y de locura metiendo cinco triples seguidos devolvió las risas donde unas horas antes sólo había habido lágrimas.
El Staples había vivido un auténtico funeral en el primer partido tras la muerte de Kobe y Gianna Bryant. En el partido ante Portland Trail Blazers, tras las emociones,tras las lágrimas de jugadores y espectadores, tras el discurso de Lebron recordando a su amigo, los Lakers no dieron pie con bola, o en este caso mano con bola. Los Lakers lanzaron más airballs que nunca, fallaron pases increíbles, Lebron hizo un esfuerzo sobrehumano por mantenerse centrado en el juego, algo que consiguió a medias. No era día para jugar, pero hay que jugar. Como nosotros no estamos para nada tras perder a un ser querido, pero hacemos por seguir.
Ante los Spurs sin embargo los Lakers se soltaron, pero ante Houston Rockets de nuevo volvieron a perder. Los Lakers juegan con un recuerdo en el pecho, el recuerdo de Kobe con ese anagrama de luto con las dos siglas del ángel caído. En los rincones de la pista está presente ese recuerdo KB, puede resultar inspirador pero por ahora es un peso, porque la pérdida está demasiado reciente. Lebron James se ha autoimpuesto la misión de devolver la gloria a los Lakers liderando a estos nuevos Lakers, la misión deportiva ha pasado a ser una misión sagrada, porque tendrá siempre la mirada puesta en el cielo, jugarán por ellos por supuesto, pero saben también lo que se espera de ellos, ahora aún más. Y ése es un peso demasiado grande.
El recuerdo de Kobe puede convertirse también en una gran inspiración, pero a la vez sólo alguien acostumbrado a la presión desde su tierna juventud es capaz de asumirlo con cierta naturalidad. En una vida de retos, de retos mensuales, anuales, de ciclos que han sido puro desafío en busca de anillos, Lebron James vuelve a enfrentarse a un desafío gigantesco, ganar el anillo con los Ángeles Lakers, y hacerlo para continuar el legado de Kobe. Si la obligación deportiva estaba, ahora parece una obligación moral, y eso hace la tarea mucho más compleja.
Probemos a hacer algo con emoción. Es posible que no demos pie con bola porque las emociones nublan la vista y confunden la mente. Es aún más difícil jugar con una presión extra como satisfacer un fantasma, son toneladas de responsabilidad. En el momento en el que los jugadores consigan hacer lo que tienen que hacer, porque es lo correcto para ganar, y el fantasma de Kobe se convierta en una inspiración en lugar de una obligación, saldrán las cosas posiblemente.
En un terreno material, los Lakers no han podido aprovechar el mercado, jugadores como Iguodala o Crowder que han sido traspasado por Memphis a Miami hubieran sido un complemento excelente para estos Lakers. La incorporación a la vez de un alero alto tirador para complementar a Davis, como Marcus Morris, también, pero se ha ido a los Clippers. Finalmente en el puesto de base también un jugador con puntos si bien Lebron lleva el peso de la dirección les vendría bien, como alternativa al experimentado pero no tan anotador Rajon Rondo.
Los Lakers tienen aún margen de mejora porque jugadores como Kuzma, que ha estado en quinielas de traspaso, no ha dado lo mejor que puede dar, pero es una incógnita saber si llegará a darlo. Así pues, Lebron James sabe que él y Davis no deben ni costiparse para tener alguna opción de anillo esta temporada. Lo sabían, pero sin alguna pieza más en el engranaje, aún más crudamente. En todo caso la pelea en el Oeste con unos reforzados Clippers, Denver, Houston, etc es encarnizada.
Y todo ello con unos Lakers que van en contra de las leyes de la naturaleza, que dicen que Lebron James a sus 35 años tiene que dosificarse bastante más para ser determinante en los playoffs y lucha por el anillo. Su cambio de rol siendo más asistente que anotador va en esa línea. Pero por otro lado se empareja con jugadores más pequeños que él y lejos de la pintura eso le exige un mayor esfuerzo.
Lebron James siempre afrontó retos mayúsculos, el presente sin embargo va más allá de ganar partidos y ganar más anillos (tiene tres), se trata de continuar el legado de Kobe, de honrar su recuerdo siendo competitivos al máximo; es posiblemente la más sagrada de las misiones que habrá tenido Lebron en su carrera.