El concurso de mates de la NBA es posiblemente lo menos importante entre las cosas importantes del año baloncestístico. Sin embargo, es una de las cosas más impactantes del año, todo el mundo lo recuerda, en el baloncesto no hay quien no lo comente. Es una cita ineludible para los aficionados de todo el mundo. En efecto, los concursos del fin de semana de las estrellas de la NBA son la parte menos importante entre las cosas importantes de cada temporada baloncestística porque tienen que ver más con el espectáculo que con la competición.
Incluso en ciertos ambientes parece como si ganar el concurso de mates limitara a ese jugador y no tiene por qué ser así. Zach LaVine es un ejemplo, ha ganado el concurso de mates dos veces pero es un excelente jugador de baloncesto. Sin embargo, ya saben aquel viejo axioma de «pero si es un saltarín, sólo saber hundirla para abajo». Por otro lado, los concursos de mates del All Star han venido salvando el fin de semana de las estrellas en los últimos años, habían sido con diferencia lo mejor de las últimas ediciones. No es el caso de este All Star en el que ha vuelto a brillar el concurso de mates, pero también se ha recuperado el partido de las estrellas con el recuerdo a Kobe Bryant paradójicamente.
Precisamente la figura de la Mamba ha dimensionado este All Star 2020 de Chicago, porque así como Kobe Bryant fue único e irrepetible, así ha sido exactamente también este All Star. Tal vez las imágenes de Kobe maravillosamente proyectadas en el escenario del United Center de Chicago durante la actuación de Jennifer Hudson, son el mejor resumen del fin de semana.
Si hay algo en el deporte capaz de transmitir es la convivencia entre la vida y la muerte, si un acontecimiento en el deporte ha sido capaz de plasmar el tributo a un héroe caído, desaparecido, siendo inspiración para sus continuadores, ése ha sido el All Star de Chicago.
Cuando pensamos que la NBA no es capaz de superarse ante el reto de organizar un fin de semana cargado de espectáculo y alegría, y hacerlo con sensibilidad ante una pérdida tan reciente, cuando pensamos que es muy difícil hacerlo bien y acertar, honrar como es debido la figura de Kobe Bryant en un fin de semana cargado en teoría de alegría y diversión, cuando creemos que por lo reciente del trágico accidente de Calabasas (Los Ángeles) es díficil estar a la altura, la NBA va y se supera.
El reto era mayúsculo, honrar con acierto, de manera inspiradora y luminosa la reciente pérdida de uno de sus jugadores referencia, un icono de la liga; y lo ha hecho en este All Star con un canto a la virtud, al juego del baloncesto, y al espectáculo. Todos han querido participar. El tributo ha sido multidireccional porque ha partido desde la liga pero también desde los jugadores, de los aficionados…
Jamás olvidaremos a Pau Gasol junto a Sue Bird dando la bienvenida al fin de semana de las estrellas pasando seguramente los cinco minutos más complicados de su vida en público. Todos fuimos Pau en ese momento, quizá no pudimos serlo cuando dio una asistencia, cuando machacó un balón o cuando se puso el anillo o levantó uno de los muchos trofeos con España, pero sí pudimos ser él cuando recordaba a su amigo, porque eso sí es algo que todos los seres humanos sentimos. La muerte es lo más democráctico que hay, tanto como la vida, y debemos mirarlas de frente aunque a veces resulte aterrador.
Ha tenido tanta influencia la figura de Kobe Bryant en el All Star que su recuerdo ha sido lo que ha mejorado el fin de semana, es lo que ha inspirado un cambio a mejor del partido de las estrellas. Porque su muerte ha motivado a los jugadores y a la liga a cambiar el sistema del partido, cada cuarto ha tenido un ganador con un premio para una institución benéfica. Y la suma del 24 de Kobe al resultado al final del tercer cuarto determinaba el ganador. El ganador era el primero que llegara a la suma de +24 sin reloj, y eso hizo que el último cuarto fuera un partido como los que le gustaban a Kobe Bryant, competido, con defensas (vaya dos tapones de Antetokounmpo a Lebron, uno de ellos invalidado pero…).
Kobe ha salvado el All Star, ha sido como un Cid del baloncesto, ha ganado otra batalla después de muerto. Parecía una guerra perdida, darle competitividad al partido del All Star, que los jugadores compitieran en lugar de mirarse haciendo mates o haciendo barbaridades y con nula defensa. Por cosas como ésta merece la pena tener esa Mamba Mentality presente, porque su existencia no sólo fue trascendental para el juego durante su vida, sino también después de su fallecimiento.
Lo que no había cambiado estos años era el concurso de mates y de triples, añadiendo al de triples eso sí el aliciente de los balones verdes desde nueve metros en esta ocasión. El nivel de tiradores es excelso, por lo que el concurso ya se sabía que no defraudaría. Ganó Buddy Hield de Sacramento Kings en la final a Devin Booker, de Phoenix Suns.
El de mates no podía defraudar tratándose de Aaron Gordon, si, otra vez él, Derrick Jones Jr y en menor medida aunque hay que subrayar su nivel también, Patt Conaghton y Dwight Howard. De nuevo Gordon. Él que había protagonizado uno de los mejores concursos de la historia frente a Zach LaVine. ¿Cómo mejorar la perfección? Derrick Jones jr de Miami Heat y Aaron Gordon de Orlando Magic protagonizaron un duelo estelar, como el protagonizado entre Gordon y LaVine.
Algunos de los mejores mates de siempre los ha hecho Gordon. Posiblemente haciendo bueno su apellido de héroe de cómic haya hecho dos de los mejores mates de la historia. Uno lo hizo en 2016 y otro lo ha hecho en este 2020. En aquel concurso de 2016 ante LaVine fue ayudándose de la mascota de Orlando y pasándose el balón por debajo de las dos piernas, para ponerse en posición de sentado con la cabeza junto al aro. Venció LaVine, que hizo cosas increíbles. Ya fue polémico para algunos que Gordon no ganara aquel concurso, pero ¿cómo discutir a LaVine?
El otro mate que queda como uno de los mejores de siempre y que dejaba Gordon en Chicago, en el que agarra el balón que viene del canto del tablero con la mano, en un giro de 360 grados en el aire y machando el balón. Luego llegaría el mate final sobre Tacko Fall, jugador de los Celtics de 2:26 según algunos, 2:29 según otros. Se sabe que un mate es de los mejores de siempre porque en lugar de abrir la boca o decir, uau, ostras, etc gritas. Si gritas es que acabas de ver un mate para la historia. Es el que produce emoción. Y el de Gordon con ese giro en el aire provoca emoción, como el del salto sobre Fall.
Cómo explicar que un tipo que se ha pasado el balón por debajo, que se ha sentado en el aire, que ha saltado sobre un 2:26, que ha cogido el balón en el aire con un giro de 360 etc etc no ha ganado un concurso de mates. Qué más se supone que tendría que hacer Gordon; nada, parece que nada más puede hacer, al menos no quiere hacerlo. La decepción del propio Gordon fue mayúscula, se sentía estafado y declaró que nunca más volverá a este concurso. Había indignación entre algunos aficionados tanto en el pabellón como en todo el mundo como se pudo ver en las redes sociales. Horas después de la victoria de Derrick Jones jr no se hablaba de otra cosa, y era tendencia Wade por haber puntuado más bajo el mate de Gordon que el de su ex compañero de equipo, Derrick Jones jr.
Ahora bien, ¿significa que es injusto que haya ganado Jones? ¿fue injusto que ganara LaVine? no. Derrick Jones jr hizo un concurso realmente increíble, el duelo entre ambos ha sido otra vez una oda a lo imposible. En esa misma serie del giro de Gordon, Jones salta también desde lado del tablero con el balón rebotado del canto y la captura para pasársela por debajo de las piernas. Uno de los mates más perfectos que se han visto los ha hecho Jones en este concurso, un giro en el aire pasándose el balón por debajo de la pierna, increíble.
En la final, Jones hace uno parecido al de LaVine saltando desde ¡la botella! manteniéndose en el aire, un vuelo a lo Jordan, a lo LaVine. Impresionante. Pero entonces llega el de Gordon por encima de Fall. La controversia viene por la baja puntuación de Wade a ese último mate, puntuando mejor a su ex compañero de equipo en Miami, Jones. Para muchos es el definitivo. Podía haber empate pero lo que no podía era perder Gordon. La cuestión era o hacer un mate más, o empate técnico. Y en ese caso hubieran debido ser valientes y dar el trofeo compartido a Jones y Gordon, como pidió el mismísimo Lebron James. Si se han dado MVPs compartidos en el partido de las estrellas, por qué no hacen justicia y se lo dan a los dos. No había ganador, o los dos lo eran, ésta es la realidad. Era injusto que Jones o Gordon perdieran.
Ese empate técnico no se produjo por los 9 de tres de los cinco jueces del concurso, entre ellos nada menos que Wade y Pippen. En la historia de la rivalidad en el deporte ocurren historias como ésta, historias que hablan de proezas épicas o de jugadores que emocionaron a millones de personas, y que no ganaron nada. Gordon es uno de esos campeones sin trofeo.