El final Disney de la NBA sigue botando en el aro sin saber si el balón finalmente acabará cayendo dentro del cesto, como aquella canasta de Kawhi Leonard hace algo más de un año en los playoffs. Por si no hubiera sido suficiente todo lo que le ha pasado a una liga como la NBA esta temporada, justo atravesaba el momento de mayor pujanza tanto deportiva como económica, una rebelión de un nutrido y representativo grupo de jugadores liderados por Kyrie Irving mantiene la liga en vilo amenazando la solución a la temporada en Orlando a partir del 30 de Julio.
Una temporada en la que han sufrido una suerte de diez plagas de Egipto, y que parecía finalmente tener una solución que convenciera a todas las partes para salvar los muebles y que el desastre no fuera completo. No está de más recordar que en esta temporada perdieron a una de sus mayores leyendas de la historia, Kobe Bryant, perdieron dinero en China, sufrieron como todos el parón por el coronavirus, algo que ya de por sí es capaz de destrozar cualquier economía, y para acabar de arreglarlo la mayor conmoción racial desde los incidentes de 1992 en Los Ángeles y algunos creen que el mayor movimiento de esta naturaleza desde el reverendo Luther King, asesinado en 1968.
Pero a pesar de todo la NBA siempre se reinventa, aglutinando a sus grandes estrellas, con la habilidad de un comisionado que siempre se ha puesto del lado de las minorías o para expresarlo mejor, a favor de la igualdad en todos los aspectos de la sociedad, da igual si raza o sexo o lo que sea. Adam Silver y su equipo siempre han trabajado con el don de saber improvisar a medida que van sorteando obstáculos, como una especie de halcón milenario evitando meteoritos.
Pero con lo que no contaban era con una rebelión, un motín liderado por Kyrie Irving, una de las estrellas más importantes de la liga, base de los Nets y ex compañero de Lebron James con el que logró un anillo en Cleveland Cavaliers, y que ha organizado una reunión virtual masiva con jugadores de la liga masculina y femenina. Kyrie es uno de los privilegiados, un salario formidable que dice estar dispuesto a poner en riesgo porque jugar aleja a los jugadores como referentes de la lucha por las vidas de los negros, por seguir denunciando la injusticia y la desigualdad estructural estadounidense.
No podemos juzgar con ojos desde el otro lado del Atlántico en una sociedad afortunadamente bastante más igualitaria, sin saber de qué nos están hablando, y criticar a Irving como si hubiera tenido un arrebato de millonario aparentemente con pocas ganas de jugar (aún está recuperándose de una intervención en el hombro). Kyrie Irving, un jugador tan fenomenal como personaje desconcertante, ha protagonizado más de una salida de tono, pero en esta ocasión puede tratarse más bien de una forma equivocada de afrontar un problema, más que una salida de tono. En realidad todos los jugadores, la mayoría, no quieren soltar ese puño en alto que han alzado para defender a su comunidad. La cuestión es cómo hacerlo, y en esto han vuelto a chocar Lebron James y Kyrie Irving, los otrora compañeros y uno de los grandes dúos de la liga en los últimos años.
Irving se fue del lado de Lebron tras conquistar el anillo para emprender una carrera en «solitario» como líder o jugador franquicia, pero lo cierto es que desde esa decisión, su carrera es un fracaso. Ha ganado más dinero que nunca y ha sido un jugador muy seguido, pero su aportación en Boston o Brooklyn por ahora no se ha traducido en éxito deportivo, y sí un reguero de sospechas y un aroma extraño sobre su forma de conducirse en el vestuario.
El deporte no es unidimensional, se puede ser un grandísimo jugador pero mal compañero, se puede ser grandísimo jugador pero no un líder, se puede ser un grandísimo jugador pero ser disperso, se puede ser un grandísimo jugador pero no tener un físico que te respalde siempre…
Frente a su ex compañero, Lebron James puede ser muchas cosas como grandísimo jugador que es, pero además sí es un líder y no es un jugador disperso por ejemplo, además de tener un físico más bendecido que el del increíble tío Drew, Kyrie Irving, a quien persiguen las lesiones.
Frente a su ex compañero, Lebron James puede ser muchas cosas como grandísimo jugador que es, pero además sí es un líder y no es un jugador disperso por ejemplo, además de tener un físico más bendecido que el del increíble tío Drew, Kyrie Irving, a quien persiguen las lesiones.
Kyrie Irving quiso separar su carrera de Lebron para ser ganador por sí mismo sin el liderazgo de Lebron, y ahora quiere liderar él a su comunidad de forma diferente a Lebron, el gran referente en Estados Unidos en este momento para la comunidad negra.
Lebron apuesta decididamente por acabar la temporada, que se sepa hasta ahora, en ningún momento se ha planteado no jugar en la burbuja Disney de Orlando, mientras está tratando de canalizar el voto negro para las próximas elecciones presidenciales. Mientras tanto Kyrie prefiere no jugar y seguir con el megáfono sin que importen las consecuencias económicas.
Kyrie y todos los que secunden su posición deberán asumir que si la liga no concluye van a perder mucho dinero del contrato de esta temporada y van a condenar a la liga a un nuevo cierre patronal que obligará a las franquicias a renegociar los contratos, porque serán inasumibles, las franquicias salvarán la quiebra como sea.
La NBA no va a ir a la bancarrota, así que todo el entusiasmo en la lucha si no juegan se traducirá también en pérdidas millonarias para todos los jugadores. Frente a esa posición, Lebron sabe que por sí mismo puede conseguir mucho más liderando como está haciendo y aglutinando a la comunidad negra, incluido jugando la fase final de la temporada de la NBA, un escaparate inmenso para lanzar un mensaje al mundo y al país, a sus gobiernos, tanto federal como estatales, a los supremacistas, a toda la estructura social e institucional norteamericana en el sentido de que esta vez las cosas van a tener que cambiar de verdad.
Orlando es el escaparate, no las calles de cualquier otra ciudad, entiende Lebron, cuya obsesión deportiva además a su edad no le permite desaprovechar ni una oportunidad. Con estos Lakers estaba dispuesto a hacer historia y buscar su cuarto anillo. ¿Se imaginan a Lebron James levantando el trofeo Larry O’Brien y con una rodilla en el parqué por ejemplo? eso podría ocurrir, y qué otra imagen hay más poderosa para lanzar un mensaje a la nación, se convertiría en icónica.
Como ocurriera en el vestuario de los Cavs, Kyrie y Lebron vuelven a separar sus caminos, esta vez a cuenta de defender a su gente. Los días venideros prometen ser intensos.
Frente a estas protestas legítimas, se coloca siempre bien posicionada una corriente del postureo y organizada por grupos ideológicos extremistas que intentan hacerse con el discurso y la imagen, proyectando un analfabetismo cultural, intelectual y moral, populismo de garrafa que pretende lanzar un mensaje sobre problemas de hoy destrozando monumentos históricos que en muchas ocasiones no tienen absolutamente nada que ver con los problemas que originan la desigualdad contra la que protestan los afroamericanos.
Problemas originados por su propio país y los padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… que quisieron eliminar a los indígenas del territorio norteamericano y que quisieron mantener como raza inferior a los negros. Pero en todo caso eso queda lejos, aquello por lo que dicen protestar ocurre en nuestros días y ninguna estatua desfigurada o pintarrajeada, por más performance que organicen estos hijos de la abundancia, podrá ocultar que no es ningún conquistador o explorador de hace 500 años el problema, sino su propio país.