Pocas horas después de un nuevo canto a la excelencia en una pista de tenis en París por parte de un español universal, Rafael Nadal, otro gran atleta, otro formidable deportista y competidor cumplía con su misión. Lebron James fue a los Lakers a por más fama y gloria, alguno dirá que también fortuna, todo forma parte del proceso pero no hay motivación en los millones cuanto se trata de un deportista multimillonario. Quien no entienda esto no ha entendido demasiado de la búsqueda de la grandeza en el deporte.
Lebron James llegó a los Lakers para continuar su particular camino hacia la eternidad ayudando a un histórico equipo a volver a donde siempre se le quiere ver, peleando por los títulos, sumando anillos. Diez años de larga travesía desde la anterior pareja productiva, Kobe-Pau, y que ha sido sucedida por la formada por James y Davis en el año más duro para la humanidad y en particupar para los Lakers.
Lebron James es el deportista con mayor presión de la historia desde su más tierna juventud, ha vivido con ello desde que era un adolescente, no le asustaba después de reinar en su tierra, Cleveland, ponerse otra mochila en la espalda yendo a los Lakers a por más anillos, donde todo el mundo esperaba que con él ocurriera lo que acaba de ocurrir.
Nadie imaginó que fuera de esta forma, en medio de una pandemia, en un pabellón sin público, aislado del mundo, en un año de nuevas heridas raciales y sociales, un año turbulento, de demanda de justicia e igualdad, con los sentimientos a flor de piel, y especialmente un año con una profunda herida, la pérdida de un referente.
El espíritu de Kobe Bryant ha sobrevolado todos los acontecimientos desde que le perdimos, el legado de su ambición y competitividad, debía ser honrada. Si duro era el reto, si mayúsculo era el desafío a principio de curso, la presión de hacerlo por Kobe, de honrarle, de tributar a su familia y toda la afición laker el triunfo, y además tras meses sin competir con el parón total de la pandemia, la empresa se convertía en un cúmulo de preguntas sin respuesta.
Hace unos meses los Lakers estaban de funeral, un mar de lágrimas y mil emociones despedían a Kobe y Gianna allá por Febrero, la misión de devolver la gloria a la franquicia angelina se convertiría en algo insoportable para cualquiera, menos para alguien que ha vivido con la presión desde chaval. Lebron James ha guiado a los Lakers a recuperar la gloria, naturalmente no hubiera sido posible sin un gran trabajo colectivo, los Lakers han pulverizado a sus rivales desde la defensa y un dominio de la pintura, con un Anthony Davis que se agiganta defensivamente para sus rivales, un muro, y se aligera en ataque como una pluma para percutir desde donde sea. Son una pareja que puede iniciar quién sabe una dinastía como Chamberlain-West, Magic-Jabbar, Kobe-Shaquille o Kobe-Pau.
El espíritu de Kobe Bryant ha sobrevolado todos los acontecimientos desde que le perdimos, el legado de su ambición y competitividad, debía ser honrada. Si duro era el reto, si mayúsculo era el desafío a principio de curso, la presión de hacerlo por Kobe, de honrarle, de tributar a su familia y toda la afición laker el triunfo, y además tras meses sin competir con el parón total de la pandemia, la empresa se convertía en un cúmulo de preguntas sin respuesta.
Hace unos meses los Lakers estaban de funeral, un mar de lágrimas y mil emociones despedían a Kobe y Gianna allá por Febrero, la misión de devolver la gloria a la franquicia angelina se convertiría en algo insoportable para cualquiera, menos para alguien que ha vivido con la presión desde chaval. Lebron James ha guiado a los Lakers a recuperar la gloria, naturalmente no hubiera sido posible sin un gran trabajo colectivo, los Lakers han pulverizado a sus rivales desde la defensa y un dominio de la pintura, con un Anthony Davis que se agiganta defensivamente para sus rivales, un muro, y se aligera en ataque como una pluma para percutir desde donde sea. Son una pareja que puede iniciar quién sabe una dinastía como Chamberlain-West, Magic-Jabbar, Kobe-Shaquille o Kobe-Pau.
El sexto partido ha sido un paseo para los Lakers, un partido pulverizado ya en el segundo cuarto, que ha mantenido ventajas de 30 puntos durante buena parte del encuentro, convirtiendo en un suplicio el último encuentro para Miami Heat. Era como si muy pronto ambos contendientes supieran cuál iba a ser el final. Exactamente lo mismo que lo ocurrido entre Nadal y Djokovic unas horas antes en París.
Es como si los Heat se lo hubieran dejado todo en el quinto partido, con el fenomenal esfuerzo de todo el equipo y en particular de Butler, que ya no ha podido hacer nada en este sexto partido, ya no le daba. Los Lakers han dominado la pintura, el rebote, han lanzado contraataques como les gusta. Rondo ha entrado al partido para poner inteligencia y nervio, Caldwell-Pope ha vuelto a hacer otra exhibición defensiva, Caruso, ese multiusos eficaz que lo mismo sirve para un roto que para un descosido ha sido titular por primera vez, quitando Vogel a Howard y jugando con quinteto pequeño desde el principio y con Davis de 5. Pero el partido ha dejado de tener historia muy pronto, se le ha hecho eterno a los de Florida. La final estaba resuelta.
Lebron James con sus 28/14/10 finalizaba con triple-doble. Lebron James consigue el cuarto anillo de su carrera y logra por tanto el título de campeón con tres equipos distintos, Miami, Cleveland y Lakers, a la vez que es el primer jugador que es MVPs de las finales con tres equipos distintos, en los cuatro anillos que ha conseguido, dos con Miami, uno con Cleveland y con los Lakers.
Lebron ha disputado más finales que Jordan, 10 por 6, pero aún tiene menos anillos, ahora ya sólo dos menos. Lebron se acerca cada vez más al palmarés de Michael Jordan y no tengan la más mínima duda de que mientras le aguante el cuerpo, va a estar peleando por ello.
De hecho, nadie a los 35 ha mostrado en la NBA un físico de la perfección de Lebron James, alguien a quien el paso de los años no parece restar fuerzas, todo lo contrario, a la vez que añade más conocimiento del juego. Los números de Lebron en la final ante Miami son 29.8 puntos, 11.8 rebotes, 8.5 asistencias y 1.2 recuperaciones. Pero con casi un 60% en tiros y un 41.7% en triples. No ha bajado en ninguno de los seis partidos de los 25 puntos anotando no menos del 50% de los tiros. La duda es como en el caso de Nadal, cuánto les queda. Lebron James se instaló en LA para crear una nueva dinastía, se encuentra en plenitud a pesar de su edad, igual que Davis, éste con ocho años menos. Lebron es tan finalizador como generador, ése es su secreto, ha liderado en asistencias a su equipo en los cuatro anillos que ha conseguido y ha liderado en todos los apartados estadísticos a los Lakers en la final.
Esta vez no ha sido la explosión, claro que ha habido alegría, caras con sonrisa de oreja a oreja, claro que ha habido celebración, pero las cosas este año son distintas. Había más de alivio que de euforia sobre la pista del complejo Disney en Orlando. Con todo el equipo , entrenador Vogel y ayudantes (el legendario Kidd entre ellos), el manager Rob Pelinka, familiares, empleados etc, una imagen llamaba la atención. Era el abrazo de Lebron James a la propietaria Jeanie Buss, el abrazo que meses antes pretendía calmar el dolor por la pérdida que les afligía por la familia Bryant, tenía continuidad sobre el parqué lleno de confetis. Algo le estaba diciendo Lebron a la jefa, “lo hicimos, vine para esto, te dije que lo conseguiríamos, sabía que lo haríamos, te lo mereces por todo lo que has pasado”, qué sé yo. Fuera lo que fuera, era sincero, de corazón, en mitad de la algarabía había un momento de intensa emoción, Buss le contestaba que sí con la cabeza, que lo sabía. Y en esa sencilla escena está condensada toda una temporada de dolor, muerte, tristeza, alegría, ilusión, tenacidad, esfuerzo. Los Lakers siempre vuelven, les ha costado diez años conseguirlo pero ya lo tienen, son ya los más laureados compartiendo 17 anillos con su temible rival, Boston Celtics, los dos equipos con los que ha logrado Rondo sus dos anillos, algo que nadie más ha hecho, de verde y púrpura y oro. Rondo ha demostrado que sí estaba para esto, a pesar de todas las dudas que parecía haber sobre él. Lebron le ha entendido y seguramente Rondo ha entendido todo lo que Lebron iba a aportar a ese equipo. Todo lo que Buss ha agradecido en ese abrazo. Kobe no puede estar más orgulloso.