Cuántas veces han escrito un tuit si es que emplean esta red social, twitter, y lo han borrado. Cuántas veces han tenido que cambiarlo porque la situación referida había cambiado, o porque se han arrepentido de lo que iban a escribir.
Puede que muchas. Si hablamos de la NBA en momentos Draft o de mercado se corre el mismo riesgo. Aquello que dices puede quedar viejo en cuestión de minutos. Así es la locura NBA. Un mundo en el que todo es posible y los más inesperados giros de guión pueden encumbrar o hundir a los equipos y también a los jugadores.
Aunque todavía faltan semanas para que los jugadores estén en la pista disputando los primeros partidos ya podemos dar por iniciada la temporada NBA, porque las plantillas comienzan a configurarse y a cambiarse, ha habido sorprendentes e impactantes movimientos de piezas. Principalmente la llegada de un base como el alemán Schroder al campeón, los Lakers, seguramente por la salida de Rondo que dejó una buena hoja de servicios y una ayuda fundamental para el anillo. Movimientos como los de Milwaukee para ayudar a Antetokounmpo a creer en el proyecto. La llegada de un armador y anotador como Jrue Holiday y se suponía que Bogdan Bogdanovic, pero el jugador serbio parece no haber dado el visto bueno ante la opción de salir al mercado, a cambio de Bledsoe y Hill.
Pero el movimiento que nos pilla más cerca porque afecta a uno de los nuestros es el de Ricky Rubio. Un traspaso inesperado que recordó a Ricky lo que él ya sabe y manifiesta con tranquilidad siempre que habla de la liga, las leyes del mercado mandan, las cosas pueden cambiar de un día para otro. Del Ricky Business de Andrés Montes por el título de la película y el negocio que iba a generar el joven jugador con su llegada a la NBA, hemos pasado esta semana al Business con Ricky, el que ha hecho Phoenix Suns.
La NBA es una liga de jugadores pero en la que los jugadores no deciden su camino en la mayoría de ocasiones, salvo contados casos, las megaestrellas o jugadores que llegan al final de sus contratos. Mientras tanto forman parte del Monopoly baloncestístico. Son las leyes de la liga con sus cosas buenas y malas, no se puede disfrutar de lo bueno, los generosos contratos que perciben los jugadores, rechazando lo malo. Las franquicias mueven piezas para potenciarse o reconstruirse. Los jugadores aceptan la norma, son privilegiados.
Lo que sí puede hacer de otra manera es la forma de abordar los cambios y las salidas de los jugadores. No son mercancía, saben que pueden hacer las maletas, pero al jugador hay que mostrarle cierta empatía. Primero no engañándole. El agente de Rubio preguntó a los Suns si su nombre estaba siendo incluido en operaciones de traspaso y la respuesta fue negativa. El jugador merece otro trato, extraña esa falta de tacto cuando a los mandos está un exjugador hasta no hace tanto como James Jones, todo un campeón de la NBA.
El intercambio de los Suns han sido curiosamente por un jugador al que Ricky Rubio puso como mejor base al llegar a la NBA. Chris Paul, un jugador que parece haber rebotado hacia arriba de nuevo tras una etapa difícil con Harden en Houston y liderar a unos Thunder de Oklahoma en reconstrucción. Su presencia en el segundo mejor quinteto de la liga así lo atestigua, los Thunder pasaron de desahuciados a ser un equipo competitivo que se metió en playoff, Paul lo hizo posible.
Pero el movimiento de los Suns a pesar de la euforia inicial de algunos de sus seguidores, puede resultar hasta cierto punto incomprensible. Es cierto que adquieren a uno de los mejores bases de la liga, pero con 35 años.
Por otro lado, Paul hará mejor a Devin Booker, la estrella indiscutible del equipo y que es capaz de lo mejor dada su juventud, Paul moldeará o meterá en vereda también al joven pívot DeAndre Ayton. Es presente puro, una apuesta cortoplacista que podría entenderse si los Suns hubieran sido un desastre la pasada temporada, pero no lo fueron. En realidad, el equipo de Arizona volvió a enorgullecer a su gente con su joven talento y su baloncesto atractivo. Ricky Rubio acababa de llegar y su implicación fue máxima dejando un gran baloncesto. Los Phoenix Suns parecían el comienzo de algo bonito. Pero una vez más un movimiento sorpresivo, y van unos cuantos en la última década, ahora falta saber cómo les saldrá. Han sacrificado futuro por presente.
No es la primera vez que los Suns toman decisiones indescifrables, aunque la de esta semana es considerada como una gran operación por muchos. Los Suns dejaron escapar a Bogdan Bogdanovic, los Suns prescindieron de grandes bases como Dragic, y más recientemente los Suns renunciaron nada menos que a Luka Doncic en el número 1 del Draft. Y encima con Kokhoskov como entrenador, su seleccionador en Eslovenia. Querer reconstruir, tener elegible a Doncic y no hacerlo es como para suspender en primero de gestión deportiva.
Si la decisión actual es un error o no, el tiempo lo dirá. Ocupémonos mejor de Ricky Rubio. Su pase a Oklahoma junto a Kelly Oubre a cambio de Paul parecía algo lúgubre, a Oklahoma ahora a hacer qué, a estas alturas de su carrera, como jugador maduro Ricky merece un proyecto ilusionante como el que aparenta ser el de Arizona. Sólo Ricky sabrá cómo han sido estas horas de su paso fantasmagórico por Oklahoma, ni siquiera ha hecho falta que viajara a la ex casa de Álex Abrines, quien le recordaba con buen humor que allí el «señor» era él (así le llamaban los locutores a Abrines), sino que horas después Rubio ha acabado en el punto de partida, donde todo este viaje NBA empezó: Minnesota Timberwolves. Increíble. El giro de guión ha acabado convirtiendo la semana de Rubio y sus incontables seguidores en una montaña rusa que por fortuna acaba en subidón y no en bajón.
Mineápolis. Es fácil imaginar cómo se siente el jugador de El Masnou tras haberse visto en Oklahoma por unas horas. Volver a casa. Su casa en Estados Unidos, el equipo que le eligió, el equipo en el que ha jugado más partidos en la NBA, donde ha sufrido lesiones, donde vivió la durísima enfermedad de su madre, donde ha dejado un legado como jugador y como persona que trata de ayudar a los enfermos de cáncer.
Ricky vuelve al origen, con Ryan Saunders como técnico, hijo de su admirado Flip Saunders fallecido también por el cáncer. Minnesota, si no sucede nada raro junto a su compañero Juancho Hernangómez, de nuevo con Karl-Anthony Towns y un equipo en reconstrucción con D’Angelo Russell, convertido ya en estrella de la liga, jugadores con puntos, un equipo potente fuera y dentro y al que llega el número 1 del Draft, el explosivo Anthony Edwards, un jugador que ha despertado admiración a pesar de la corta temporada en la liga universitaria. Es Edwards un escolta que también tiene una historia de superación.
En la atípica e insólita ceremonia del Draft de era Covid, sin moqueta y sin sala de jugadores, a distancia, Edwards aguardaba su elección como número 1 en casa junto a sus hermanos, aquellos que más le han sostenido cuando el mundo se desmoronó y con la imagen de su madre y su abuela bien presentes en grandes fotografías. No estaban pero sí estaban, era lo que la escena de Edwards transmitía, ellas hubieran estado con él en su gran día pero ninguna de las dos está ya. Por este motivo le acompañaban de otra manera, como diferente ha sido esta ceremonia del Draft.
En la atípica e insólita ceremonia del Draft de era Covid, sin moqueta y sin sala de jugadores, a distancia, Edwards aguardaba su elección como número 1 en casa junto a sus hermanos, aquellos que más le han sostenido cuando el mundo se desmoronó y con la imagen de su madre y su abuela bien presentes en grandes fotografías. No estaban pero sí estaban, era lo que la escena de Edwards transmitía, ellas hubieran estado con él en su gran día pero ninguna de las dos está ya. Por este motivo le acompañaban de otra manera, como diferente ha sido esta ceremonia del Draft.
Minnesota Timberwolves se reconstruye con Ricky de nuevo, con Ricky tres años después en casa.