Nos ha sorprendido a todos que un cineasta francés se haya inclinado por el western, algo nada habitual en el cine de nuestros vecinos del norte, pero el cineasta galo, Jacques Audiard, recordado por la película Un profeta, ha optado por este género con acierto. Este realizador adapta el libro de Patrick DeWitt de homónimo título. Y es que, como dato curioso, la literatura sobre dicha temática en Estados Unidos siempre ha gozado de muy buena salud y un alto nivel y suenan con fuerza autores como Alan Le May, Dorothy Johnson, James Warner Bellah, Jack Schafer y Ernest Haycox, dando lugar a magníficas adaptaciones cinematográficas.
Este cineasta, que debuta en el género, ha demostrado gran capacidad y talento igualando a los mejores. Sus fuentes de inspiración han sido Río Bravo de Howard hawks, El hombre que mató a Liberty Valance de John Ford junto a la obra del cineasta Arthur Penn. Se trata de un western crepuscular e intimista, pero que no se asusten los puristas, porque no faltan los tiroteos, las noches a la luz de la hoguera, aventuras y situaciones simpáticas entre camaradas como no podía ser de otra manera en una producción de esta naturaleza.
Para ello ha contado con un reparto de lujo encabezado por Joaquin Phoenix, John C Reilly y Jake Gyllenhaal. Tenemos las declaraciones de su director a Fotogramas:” En este caso, me ganó la historia de fraternidad. El factor de hermandad es un recurso típico del western, pero aquí tiene un sentido muy diferente, no tiene que ver con lazos de violencia, sino con vínculos de transformación”.
El argumento gira en torno a una pareja de hermanos asesinos que tienen dos formas distintas de entender su futuro, pues uno quiere vivir una jubilación tranquila, mientras el otro quiere continuar con su trabajo. Sus vidas se entrecruzan con dos buscadores de oro.
Este western intimista sabe combinar las escenas de acción con brillantísimos diálogos, cortos, pero profundos que se introducen en el alma y en la mente de los protagonistas y nos ayudan a comprender que les ha llevado a ser como son por los impactantes acontecimientos vividos en su infancia. Vemos en algunos de ellos una especie de conversión que viene a indicarnos que no se puede borrar el pasado. Sin embargo, si se puede construir una nueva vida en el futuro que sirva de sanación o de redención. Por otra parte, aparecen personajes que son capaces de empatizar y detectar los sufrimientos de los demás y la problemática de sus compañeros de aventura. La película muestra como la amistad es un fuerte sustento para las personas a las que la vida y la dureza del terreno no han tratado bien. Por último, la película ofrece algún que otro guiño a la posibilidad de perdón que recuerda a la parábola de El hijo pródigo de la Biblia.