Mónica Perea
Ganadora de la XIV Edición
Agitó las manos para lanzar el dado. Miró satisfecho su resultado: dos de copas. Su contrincante lo miró desafiante antes de poder decir su resultado. La señora de detrás gritó eufórica: «¡Bingo!», así que, al parecer, en el juego del dominó había ganado ella. Todos los participantes le entregaron sus fichas de póker.
Echaron otra partida de Monopoly. Un jugador de la mesa formó un abanico con las cartas y ofreció a uno de sus oponentes escoger una. Sonrió victorioso al tiempo que exclamaba: «¡Uno!». Otro participante lo miró con suficiencia y, dejando a todos sorprendidos, desplegó una escalera de color. Había ganado en el parchís.
En la siguiente ronda la tensión se hizo sofocante. «De oca a oca y tiro porque me toca». Miraron con extrañeza a un jugador que había colocado su mano en el tablero, para evitar que siguiera avanzado la ficha azul. Entonces, con una voz de acusación y misterio, desveló lo que nadie se esperaba: «¡El asesino es el Coronel Rubio, con la cuerda y en el estudio!». Los aplausos llenaron la habitación, pero se interrumpieron cuando habló el encargado de girar la ruleta: «Mano derecha, verde; pie izquierdo, amarillo». Poco a poco se fueron debilitando los jugadores en aquellas incómodas posturas, provocando que se cayeran unos encima de los otros.
El que venció, se alzó victorioso y, acaparando la atención de los presentes, enseñó la última carta: «Jaque mate».