Inés Rosique
Ganadora de la XV edición
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Durante la serie de televisión The Crown, que relata el reinado de Isabel II de Inglaterra, en uno de los capítulos se muestra a la reina mientras una de sus doncellas le ayuda a vestirse para uno de sus actos públicos. La monarca tiene el detalle de retirarle una pelusa de la chaqueta de la mujer, un gesto que puede resultar indifertente, pero que viniendo de la reina muestra la humildad y la modestia de la que probablemente, en aquellos años, era la mujer más poderosa del mundo.
Por aquel entonces pocos eran los “privilegiados” que conseguían llegar a ser personas influyentes y famosas. Ahora, sin embargo, cualquiera puede encontrar la oportunidad de hacerse conocido en este mundo globalizado. El caso es que, en algunas ocasiones, estas personas, cegadas por el éxito renuncian a la virtud de la humildad, del mismo modo que algunos de ellos se vuelven tan egocéntricos y egoístas que no son capaces ni de recoger su propia ropa, lo que en muchos casos les lleva a mirar a las personas que les ayudan como esclavos que deben acatar sus órdenes porque sí.
Nos rodean situaciones como la que acabo de narrar, en la que si le das una mínima autoridad a la persona incorrecta, puede llegar a transformarse en un déspota al que lo único que le interesa es su propio beneficio a costa de todos y de todo.
Deberíamos acostumbrarnos a quitar la pelusa de la chaqueta de los demás, especialmente en la de aquellos que nos hacen bien. En vez de mandar tanto deberíamos observar, porque todo el mundo se merece la misma dignidad, aunque cada cual tenga su título que le diferencia del resto. A fin de cuentas el título es solo un papel y un sueldo, y la persona su forma de actuar y de ser.