La playa vacía - Excelencia Literaria
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La playa vacía

 

Inés Arasa

Ganadora de la XV edición

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Necesité aquella puesta de sol, pisar aquella playa vacía, hundir mis pies en la arena. Era el lugar perfecto para descubrir dónde empiezan las huellas que deja la gente que pasa, el ideal para ver dónde acaban. El lugar para escuchar los susurros del mar y ver a dónde se los lleva el viento.  Necesitaba un último abrazo a orillas del agua cristalina, que reflejaba una historia de amor interrumpida pero no terminada. La historia de un corazón roto y de otro disgustado.

 

El sol empezó a ponerse en el horizonte, donde unos delfines bailaban al son de una danza silenciosa. Era un paisaje hermoso, idílico, difícil de encontrar. Sin embargo, formaba parte de lo real.

 

Los restos de un barco que transportaba ilusiones, chocaban con fuerza contra unas rocas. Las olas llevaban consigo mil promesas rotas. El ambiente oceánico traía el olor de un libro sin final feliz.

 

Necesitaba contemplar ese atardecer y darme cuenta de que, aun siendo perfectamente imperfecto, no había ningún fallo en él porque lo perfecto, como me di cuenta al contemplarlo, carece de toda emoción. Ver que, aun con mar de fondo, el sol sigue brillando y que, a pesar del arenal vacío, dos personas ocupaban aquella playa por completo.

 

Necesitaba despedirme de algo que, de alguna manera, había acabado, pero dejando escritas las dos primeras palabras de una segunda parte. En el fondo, necesitaba verle a él cuando se alejaba mientras el sol desaparecía, para dejar paso a la tenue luz de la luna. Lo necesitaba para entender que después del final suele aparecer un punto y aparte.