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Según la antigua mitología griega, en el origen de la civilización Zeus creó al hombre con cuatro brazos y cuatro piernas, así como dos cabezas. Pero aquel individuo era demasiado poderoso, por lo que decidió partirlo en dos, lo que dio por resultado un ser humano tal como lo conocemos. Separado de su mitad, quedó incompleto. Así que cada persona se ve obligada, a lo largo de su vida, a buscar a su otra mitad. Y en esa búsqueda hay un largo abanico de posibilidades.
En la primera, que es la más usual, el hombre nunca descubre a su otra mitad. Distintas personas actúan de distintas maneras, de tal forma que algunas conviven con las mitades de otros. Son individuos similares, afines, pero no las mitades que se corresponden. Y con el tiempo acaban por darse cuenta.
También hay quien destina su vida a buscarla sin resultado. Son inconformistas que no se dan por satisfechos con nadie. Por infortunios de la vida o porque su mitad tomó un camino distinto, jamás la encuentran. En su mayoría son infelices.
Un tercer tipo tal vez la buscó en algún momento, pero se rindió temprano o no le concedió importancia. Este tipo de personas acepta su situación y termina por sanar la mayoría de sus heridas del alma. Pueden considerarse un ser entero.
Quedan aquellos que logran encontrar a su mitad. El mito original narra como eran estos encuentros: el ser humano posee dos voces, la del cuerpo y la del alma. La primera es la que usamos para convivir en sociedad. La del alma es la que llamamos conciencia, donde surgen los pensamientos. Es una voz especial, pues define a nuestra persona.
Si, según el mito, lo que antes fue una sola persona ahora son dos, la voz del alma de cada mitad lleva la misma frecuencia. Por eso algunos encuentros se producen por casualidad. Las dos mitades son capaces de encontrarse en un lugar público, atestado de gente. A veces los tildan de locos por encontrarse y unir sus voces en un dueto.
Cuando el ser humano se dividió, la mitad era su parte complementaria, pero también su opuesto. Según las leyes de la Física, los polos opuestos se atraen, pero también la materia y la antimateria se aniquilan la una a la otra. Como la Física no puede explicar el misterio del ser humano, no se puede determinar si dos mitades van a atraerse para formar una unidad o van a destruirse mutuamente.
El individuo va cantando solo hasta que halla una voz que le responde. Según la mitología, en el momento que dos mitades se encuentran por primera vez, sus voces interiores empiezan a reconocerse. Cabe la unión de ambas voces y la consolidación de un vínculo inquebrantable. Cabe la consumición, la destrucción mutua, hasta no dejar más que cenizas. Dos almas destinadas a destruirse, acabarán haciéndolo. No se puede prever cuál de los dos resultados será el definitivo, pero la mayoría de la gente está dispuesta a correr el riesgo.