El matrimonio y la familia: implicaciones que padece en el ámbito de respeto a la vida con el consiguiente problema demográfico - La llama Viva
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El matrimonio y la familia: implicaciones que padece en el ámbito de respeto a la vida con el consiguiente problema demográfico

El Cardenal Rouco Varela ha publicado un libro que titula: “La Familia ante el reto de la secularización”, con cinco capítulos que tratan sobre: El testimonio de la verdad del Evangelio de la familia; La secularización del matrimonio y de la familia: el gran reto teológico y pastoral para la Iglesia de hoy, Matrimonio y familia en el Concilio Vaticano II. 50 años después; El derecho a la vida. Un derecho fundamental cuestionado, el Derecho a la Educación ¿de nuevo a debate?, el Derecho a la Educación en el Derecho Internacional, en el Derecho Constitucional español y “la emergencia educativa”.

Los cinco capítulos tratan de la grave crisis que padecen el matrimonio y la familia como realidades humanas e instituciones jurídicas y las implicaciones que esta crisis comporta en el ámbito del respeto a la vida humana y su consiguiente problema demográfico. Don Juan Antonio Martínez Camino, que hace la presentación del libro, recuerda que “hace ya 15 años que la legislación española ha dejado de reconocer la realidad humana del matrimonio; el matrimonio y la familia están en una crisis generalizada pero siguen siendo realidades vivas muy valoradas, cuanto que se han mostrado decisivas a la hora de ayudar y sostener a la gente en

la grave crisis económica padecida estos años. A pesar de ello, son muchos los que siguen sin enterarse del contenido de las leyes actuales, de sus destructivos presupuestos antropológicos y de su carácter tóxico para la vida de la persona.”

Los obispos, en 2012, en la Asamblea Plenaria sobre “La verdad del amor humano”, señalan que en algunos países, con el pretexto de superar antiguas discriminaciones, se han dado disposiciones legales que reconocen como matrimonio formas de convivencia que nada tienen que ver con la realidad de ese nombre. La equiparación al matrimonio de estas uniones se ha hecho compatible, en estos casos, con el reconocimiento del matrimonio como una institución con características propias.

En España la legislación vigente ha ido aún más allá: no reconocen ni protegen al matrimonio en su especificidad, se trata de un intento de construir un modelo de sociedad mediante una supuesta “liberación total” que suprima todas las diferencias que se estimen discriminatorias, incluidas las que se derivan de ser varón o mujer. Esta diferenciación, tachada de machista por la “ideología de género”, debería ser superada por una nueva construcción: el ser humano se construiría a sí mismo a través de unas “opciones sexuales” que elegiría a su arbitrio y a las que se debería reconocer la igualdad de derechos.

Las leyes vigentes en España, no reconocen ni protegen el matrimonio en su especificidad.

Monseñor Rouco en su libro hace una reflexión profunda para comprender mejor de dónde proceden los problemas actuales y cómo podemos andar con esperanza los caminos de un futuro más humano y divino.

El primer capítulo se refiere al reto pastoral urgente para la Iglesia del siglo XXI al emprender el camino del tercer milenio: Anunciar el Evangelio de la familia, celebrarlo y servirlo. “Esta acogida solo será fecunda si la Iglesia, con su palabra y con sus obras, tiene muy en cuenta que, en una sociedad sedienta de auténticos valores humanos y que sufre tantas divisiones y fracturas, la comunidad de los creyentes ha de ser portadora de la luz del Evangelio, con la certeza de que la caridad es, ante todo, comunicación de la verdad”, en palabras del Papa Benedicto XVI a los participantes en el tercer Sínodo de Madrid en el año 2015.

Don Antonio nos recuerda las palabras del Papa Francisco, que dice: “La cultura de lo superficial y lo transitorio que nos envuelve como una red social invisible hasta en los aspectos más íntimos de la existencia personal, pudiera hacernos creer que la gran pregunta por la verdad, por conocerla, afirmarla y vivirla, en la realidad ordinaria de la vida, es un asunto menor que apenas interesa e inquieta a las jóvenes generaciones.”

Es posible, e incluso probable, que la cultura de los superficial y de lo transitorio, en expresión del Papa Francisco, que nos envuelve como una red social invisible, hasta los aspectos más íntimos de la existencia personal, pudiera hacernos creer que la gran pregunta por la verdad, por conocerla, afirmarla y vivirla en la realidad ordinaria de la vida, es un asunto menor que apenas interesa e inquieta a las jóvenes generaciones….

Dar credibilidad pastoral a esta hipótesis significaría un grave error práctico que desvelaría una carencia mayor: la de la falta de contacto y trato pastoral con los jóvenes. Don Antonio Rouco continúa diciendo que cuando se logra esta cordial comunicación con ellos, la experiencia pastoral enseña, que la pregunta por la verdad de Dios y del hombre, de Jesucristo y de la Iglesia, les afecta fundamente, más cuando la pregunta se hace respecto a la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad, el matrimonio y la familia. Pregunta existencialmente densa y concreta. ¡Quieren saber su verdad! ¡Quieren saber la verdad!

No hay que engañarse: Sí, ¡hay crisis de amor! No se puede desconocer lo quebradizo y decepcionante de las ofertas para el futuro de su existencia, que les ofrece la actual sociedad del placer y del consumo a toda costa y a cualquier precio. Sí, ¡hay crisis del alma entre los jóvenes de nuestro tiempo!, ¡hay crisis de amor! Son conscientes de ella ¡cada vez la disimulan menos!.

Diferentes análisis sociológicos y psicológicos llevan a la conclusión de que nuestros jóvenes, hoy como siempre, ansían encontrar luz: ¡la Luz!, ¡La Luz de la verdad y La Verdad!.

En los diferentes encuentros mantenidos con los jóvenes, por motivos diferentes, se detecta con creciente intensidad, -indica D. Antonio-, esa hondura humana y espiritual de los problemas que más les preocupan y angustian más allá de los típicos de su edad: el estudio, la elección de carrera, el futuro profesional, el noviazgo, o relación existencial tan frecuente como la que encierra el estilo y los hábitos de diversión y

tiempo libre que les caracterizan, sexualmente desordenados y personalmente vacíos de verdadero amor. “No hay que tener miedo a anunciarles la verdad del Evangelio de la familia, expuesta, celebrada y servida con fidelidad a la palabra de Dios”, y por la belleza del aspecto “hondamente” humano que entraña. El Evangelio de la familia pone de manifiesto la necesidad existencial del matrimonio, uno, indisoluble, fecundo, esperanza de la sociedad para la vida del hombre y para el futuro de la sociedad.

“Una de las causas éticas -dice Monseñor Rouco- y espirituales de la mayor tragedia sufrida por el hombre, en toda su historia, ha sido la negación teórica de la verdad del derecho natural llevada implacablemente a la práctica, por regímenes políticos, pisoteadores y opresores de la dignidad de la persona humana, con desalmada crueldad y hasta unos límites de destrucción y de discriminación del hombre sin precedentes.

En pleno apogeo de la Alemania nacionalsocialista, en 1936, un joven profesor universitario, clarividente y valiente, Heinrich Rommen, publicaba una monografía verdaderamente profética sobre “El eterno retorno del Derecho Natural”. Escribía: “El totalitarismo, en realidad, ha venido únicamente a confirmar de nuevo las palabras de San Agustín que decía que sin justicia, ¿qué son los Estados sino una gran banda de ladrones?”. En 1947 con las ruinas de la guerra, aparece la 2ª edición del libro, una señal luminosa de por qué camino de renovación moral y espiritual debería encauzarse la reconstrucción social, cultural y política de una nueva Europa. “Uno de los bienes más valiosos e imprescindibles para el bienestar de la sociedad, es la familia fundada en el verdadero amor matrimonial, que en los países del mundo occidental se encuentra en una verdadera encrucijada histórica, sólo se podrá salir de esta dramática situación, caracterizada por el cuestionamiento masivo y radical del matrimonio como Comunidad de amor indisoluble entre el varón y la mujer, abierto al don de la vida y del que emerge la familia. Nada hay más existencialmente necesario y más históricamente urgente que volver al reconocimiento de la ley natural que la funda, la sostiene y ordena más allá de cualquiera coyuntura histórica”.