La Educación para todos: en la sociedad moderna - La llama Viva
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La Educación para todos: en la sociedad moderna

El 9 de marzo de 1990, en Tailandia, en la clausura de la conferencia de Jomtien, los 1500 delegados de 155 Estados, de 20 organizaciones intergubernamentales y de 150 organizaciones no gubernamentales, cogidos de la mano y con los brazos alzados reafirmamos el derecho de todos a la educación, con nuestra determinación individual y colectiva de conseguirlo.

En la promesa que nos hacíamos, explica Ricardo Díez Hochleitner en un artículo sobre educación publicado en la prensa, para que en el siglo XXI “pueda nacer bajo una sociedad redimida de ignorancia, también es expresión de esperanza para que el analfabetismo, que marca ese millar de millones de seres sumidos en la miseria y desheredados de los instrumentos básicos que posibiliten su participación social efectiva, así como una actividad laboral digna, no siga siendo objeto de campañas bien intencionadas, o demagógicas, pero de escasa eficacia duradera”.

El problema estructural y lastre histórico de las poblaciones analfabetas pretende ser atacado de raíz para acabar con esa deuda social, asegurando a todos los jóvenes y adultos marginados, el aprendizaje de conocimientos y de unas destrezas básicas que les permitan su incorporación a la vida profesional y ciudadana pudiendo seguir positivamente sus estudios en el marco de una educación permanente.

Las necesidades básicas de aprendizaje se refieren a los conocimientos, las técnicas, los valores y las actitudes necesarias para que las personas puedan sobrevivir y para que vivan con dignidad, a lo largo de toda su vida mejorando la de sus respectivas sociedades.

El alcance de las necesidades básicas de aprendizaje depende de los países y de las culturas, sin embargo es esencial que todos aprendan a respetar los sistemas culturales religiosos, sociales y políticos diferentes de los propios.

La educación no formal abarca todo proceso de aprendizaje que se acometa a lo largo de la vida. Esta educación se caracteriza por una gran flexibilidad en las edades de acceso, duración de las unidades de aprendizaje, contenido de los programas de estudio y prácticas o puestos de trabajo, con un enfoque de educación recurrente y permanente.

De ahí la necesidad de soluciones para la “segunda oportunidad”, para el acceso a las titulaciones superiores, de los mayores de veintitantos años.

Los títulos educativos reflejan algunos aspectos del proceso educativo formal pero no alcanzan a determinar lo que realmente saben las personas, su visión, su calidad y actitudes ante la vida. Sin embargo, “la educación también debe consistir en la transmisión de unos valores éticos referenciales, en el desarrollo de aptitudes y de la capacidad de trabajo en equipo e iniciativa, valores que requieren una observación continuada, preferiblemente en el ejercicio de una responsabilidad concreta”.

Para que “la educación no formal” pueda llegar a cumplir plenamente su función, necesita un amplio reconocimiento social y legal, junto con una creciente credibilidad y respeto de los sectores productivos y sociales que ofrecen empleos y ocupaciones concretas en empresas industriales, agrícolas y de servicios.

Solidaridad y conocimiento, son las dos grandes palancas para un futuro brillante de hombres y mujeres frente al ciego egoísmo imperante y a la ignorancia de tantos no siendo lo peor, a pesar de todo, la de los analfabetos tantas veces cargados de sabiduría popular, sino la de muchos titulados sin sensibilidad ni visión más allá de sus pobres intereses personales.

“La educación no formal, será a su vez, la mejor expresión de una sociedad de conocimiento, en el que la sociedad se convierte en el principal agente real del cambio del sector educativo”.

Acertadas palabras de Ricardo Díez Hochleitner, español universal que dedicó su vida a trabajar por la Educación para todo.