La Iglesia es más evangélica - La llama Viva
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La Iglesia es más evangélica

Los Obispos españoles que participaron en el Vaticano II ya han fallecido. Tres llegaron al cardenalato: González Martín, Tarancón y Yubany. Además, participaron Díaz Merchán, Cirarda, Rubio, González Moralejo y Guerra Campos. Monseñor Roca participó como asesor del Episcopado y después del Concilio fue nombrado Obispo.

Es interesante recoger sus opiniones sobre lo que significó el Concilio. El cardenal Tarancón explicaba que durante el Concilio se produjo entre todos los padres conciliares un período de maduración: “Empezamos a entender lo que el Espíritu Santo pedía a su Iglesia de cara al futuro de la humanidad, para mí un auténtico enriquecimiento y una profunda conversión. El prestigio de la Iglesia para los que no son creyentes ha aumentado de manera considerable.”

Monseñor González Moralejo afirmaba que: “En el Concilio Vaticano II se produjo un nuevo impulso de Dios que fructificará con nuevos Santos. Ha sido la experiencia más importante de mi vida; con cuarenta y tres años tuve contacto con todo el episcopado del mundo, asistí a las reuniones de grupos de oración de Obispos de distintos continentes y fui elegido, junto con Karol Woytila, para integrar una comisión conciliar ocupada de la redacción de la Gaudium et Spes. No estoy de acuerdo con los que dicen que el Concilio no dijo nada nuevo y no quieren dar un paso adelante, ni de los que se pasan de rosca, ni de las reacciones marginales a la Teología de la Liberación, introduciendo elementos marxistas hoy periclitados pero que sembraron la discordia y dañaron la imagen teológica. El Concilio ha contribuido a elevar el nivel de perfección de los cristianos”.

Monseñor Roca fue una sorpresa para todos. No era todavía Obispo, pero se encontraba en Roma como rector de la Iglesia española de Montserrat y consultor del Concilio a petición de los prelados españoles. “Mi experiencia -cuenta-, fue muy ilusionante, única, porque un Concilio no es fácil vivirlo en una vida normal ya que ocurre cada muchos años. El Concilio fue distinto a lo que se había programado, todo lo contrario, a un Concilio prefabricado. Fue una sorpresa para todo el mundo y todos comprendimos que iba a tener repercusiones que no podríamos sospechar. El postconcilio ha tenido toda clase de reacciones, algunas negativas, sobre todo la hemorragia de secularizaciones y la crisis de vocaciones que ha dejado algunos seminarios vacíos. Pero también creo que el Concilio ha producido frutos buenos, por ejemplo, la nueva conciencia eclesial de los laicos al asumir que todos somos Iglesia.”

Monseñor Cirarda, un obispo que ejerció de periodista, destaca los frutos producidos en el campo de la liturgia y en el acercamiento de los fieles a la Biblia: “Mi relación con la prensa resultó un trabajo duro para darles información de todo lo que estaba ocurriendo. Esto me obligaba a realizar una labor de síntesis para ofrecer las grandes líneas de los debates. Esta responsabilidad me impidió intervenir como hubiera deseado en el Aula Conciliar. Apenas tenía tiempo para preparar aportaciones personales. Pero también me dejó vivir con singular intensidad el Concilio. El haberlo vivido casi en el comienzo de mi episcopado es una de las gracias más grandes que Dios me ha concedido en mi ya larga vida.”