En la televisión, anunciando un coche de lujo se leía: “PUEDE QUE TODOS VIVAMOS EN UN MISMO MUNDO, PERO NO TODOS LO VIVIMOS DE LA MISMA MANERA…”. El Padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, continúa desde hace muchos años acompañando a las personas en riesgo de exclusión. Después de un año de pandemia en el que no ha desaparecido el trabajo, pero sí muchas de las presencias físicas, la Iglesia de San Antón y la ermita de la calle Fuencarral han vuelto a abrir sus puertas con nuevos proyectos, pero sin perder su esencia.
En una revista que han publicado, explican cómo va a ser la Nueva San Antón: “un proyecto más pastoral, más cultural, incorporando las charlas de los miércoles, ofreciendo un espacio de conversación sobre distintos temas de interés cultural y social. Además, continuamos ofreciendo servicios religiosos con sacerdotes en la mesa camilla, confesiones y eucaristía; los apoyos de asesoría jurídica social y psicológica siguen realizándose en la Iglesia hospital de campaña siempre abierta…”.
En San Antón también han recordado a los sanitarios y a todos los que trabajan por los demás: “Ahora -dice el Padre Ángel- hay que seguir cuidando a los que nos cuidan, siempre hay que cuidar y dejarse cuidar..”.
“En San Antón -continúa el Padre Ángel- se apuesta por los pobres y los olvidados, seguimos ofreciendo los desayunos los sábados y los domingos en la Iglesia y en el resto de los días, en la sede de Mensajeros de la Paz, en el barrio de la Latina, seguimos también dando cenas para llevar a diario en el restaurante Robin Hood, además hemos creado la despensa de San Antón para reforzar nuestro compromiso con las familias en riesgo de pobreza, ahora agravada por la crisis como consecuencia del COVID-19. Hay muchos que sufren, que acuden a rezar a la parroquia porque han perdido a sus seres queridos, no los han despedido y ahora se sienten solos. No tenemos respuesta para todo, pero sí la mano tendida y las puertas abiertas…”.
Los destinatarios de la obra del Padre Ángel son: los olvidados del sistema, los que buscan y no encuentran, los alejados de Dios y de la Iglesia, por las razones que sean, los que quieren silencio y oración, los heridos de la vida, los que están solos, los que buscan consuelo a cualquier hora del día y de la noche, los que sueñan con un mundo mejor, personas con movilidad reducida….
El Padre Ángel cuando camina con la mano tendida apostando por los más pobres, es más feliz sin duda que los que se suben a un coche de lujo.