La isla de La Palma está viviendo unos momentos difíciles; muchos pueblos y casas han desaparecido bajo la lengua de lava que inexorablemente continúa su camino hacia el mar.
La gente ha cogido lo que ha podido: ropa, lavadoras, muebles en camionetas y animales dejando atrás toda una vida de vivencias y recuerdos.
Impotencia y desesperación.
Las fuerzas de seguridad desplazadas a la isla están ayudando a la gente, asegurándose que no quede nadie atrás.
Los campos de cultivo también se han perdido, impotencia y desesperación. La Comunidad Europea ha ofrecido ayudas económicas importantes.
La Iglesia ha quedado sepultada, el párroco sacó antes los objetos de más valor para trasladarlos a otra parroquia. Las explosiones siguen, la montaña ruge escupiendo lava. Los expertos dicen que la isla va a crecer, cuando la lava llegue al mar las cenizas mataran toda la fauna submarina, cuando el magma entre en contacto con el mar habrá una lluvia ácida que provocará heridas en los ojos y la gente tendrá que protegerse la cabeza. Los bomberos están abriendo zanjas para evitar en lo posible que se expanda la lava.
Los expertos dicen que el volcán estará expulsando lava durante un mes por lo menos. La lava se ha llevado 520 edificaciones, los suelos van a quedar devastados decenas de ganaderos han trasladado cabras y animales a otros fines. Al llegar la lava al mar es posible que se forme una nueva península.
La solidaridad ha comenzado, la gente reúne todo lo que puede: comida coma sábanas, ropa juguetes, muebles, colchones, los seguros además no cubren este tipo de daños.
Los agricultores calculan que se han perdido 400 millones de euros.
Al mismo tiempo una dana cae con fuerza en la península. En Granada la tromba de agua arrastra coches enterrándolos en el lodo y las casas se inundan a su paso, el mismo desastre ocurre en Ibiza, en Mallorca en Córdoba, en Valencia.
La tierra manifiesta así su protesta.