‘Isla bonita’ o ‘Isla verde’. ¿Con tremendos calificativos quien podría resistirse a algo así? En el extremo noroccidental del archipiélago canario se esconde esta maravilla Reserva de la Biosfera y Reserva Starlight. Para descubrir los tesoros de ambas ¡hay que caminar sobre ella y mirar al cielo! ¡Comenzamos!
La isla de La Palma tiene una superficie de poco más de 700 metros cuadrados que conviene andar, patear,… y la mejor forma de hacerlo es a través de sus más de mil kilómetros de senderos señalizados. A través de ellos se pueden visitar todos los rincones de la isla. Y algo muy importante: la red está adaptada para personas con discapacidad. ¿Qué prefieres algo sencillo? Coge la ruta Cubo de la Galga, de dos horas y media de duración. ¿Qué estás entrenado? Lo tuyo es la Ruta de los Volcanes, desde el Refugio del Pilar hasta Fuencaliente. Son casi 8 horas de caminata pero el esfuerzo merece la pena.
Ir a la isla de La Palma no es una visita completa si al menos no conoces ‘sus imprescindibles’:
–Parque Nacional de la Caldera de Taburiente: situado en el centro de la isla adéntrate en él a través de sus caminos, miradores y torrentes que dan lugar a espectaculares cascadas. No olvides conocer el Barranco de Las Angustias, la Playa de Taburiente y la Cascada de Colores fruto tanto de las erupciones volcánicas como de la fuerza erosiva del agua.
–Bosque de los Tilos (San Andrés y Sauces): con un centro de interpretación es un bosque de laurisilva. Fue la primera Reserva de la Biosfera de la isla.
–Volcanes: como el de San Antonio y Teneguía o la llamada ‘ruta de los volcanes’ con la que podrás conocer un recorrido histórico por las principales erupciones de la isla.
–Miradores: Cumbrecita o los Llanos del Jable (El Paso); el de San Bartolo (Puntallana); el de Tosca (Barlovento) o el del Time (Tijarafe).
–Santa Cruz de la Palma: y su conjunto artístico-histórico. Aquí se mezcla el carácter marinero y la estética colonial. Una curiosidad: en Plaza España encontrarás el ayuntamiento, el primer consistorio español de elección popular.
–La colección de tallas y pinturas flamencas: llegadas a la isla en los siglos XVI y XVII gracias al intercambio cultural y comercial con los Países Bajos. Se pueden contemplar en las iglesias de San Andrés Apóstol o de San Francisco.
Hasta aquí lo que tocas, lo que puedes andar. Pero La Palma también consiste en mirar. En mirar al cielo. Gracias a sus cielos oscuros y despejados durante casi todo el año la isla se ha convertido en uno de los enclaves más privilegiados del planeta para la observación astronómica. En 1985 se inauguró el Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos, punto hoy de referencia mundial para conocer nuestros cielos. A 2.400 metros de altura este observatorio ‘por encima del mar de nubes’ es por algo la primera Reserva Starlight del mundo. Además, en los días claros se pueden llegar a ver las islas de Tenerife, la Gomera y el Hierro.
… Y si aún te queda tiempo para más no te preocupes porque sí, hay más. Playas de arenas negras como la de Puerto Naos o el Charco Verde. Piscinas naturales como Charco Azul y la Fajana. Y si lo tuyo es el submarinismo La Palma ofrece un ecosistema único donde la luz alcanza los 50 metros de profundidad.
Tanto esfuerzo merece una parada en su gastronomía. Los quesos de cabra con Denominación de Origen, sus pescados, la sopa de garbanzas… todo ello regado con vinos palmeros entre los que destaca el Malvasía. No dudes en echar un vistazo a las Bodegas Teneguía.
¿A qué esperas para empaparte ‘del efecto Palma’?
Próxima parada de ‘La Postal’: las Médulas.