'En los senderos', puro músculo - Libros a pie de calle
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‘En los senderos’, puro músculo

Desde hace miles de años tanto los organismos más pequeños como los más grandes han ido dejando su rastro en busca de la cobertura de sus necesidades básicas. Para encontrar bocado o un lugar confortable. En definitiva, un hogar. Hogares que, en ocasiones, también tuvieron que dejar atrás, siguiendo sus propios senderos, obligados por el curso de la historia. Después de leer ‘En los senderos’ de Robert Moor, me pregunto: cuál es el camino que hemos decidido tomar las generaciones de finales del XX y principios del XXI para llegar a donde hemos llegado.

En un principio plantearse cómo se forman los caminos puede ser absurdo, hasta que caes en la cuenta de que a nuestro tiempo se ha llegado recorriendo a los protagonistas de este ensayo sobrado de peculiaridad. Y, aunque suene muy manido, ya lo decía Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”. En ‘En los senderos’ Moor nos plantea unas preguntas iniciales en las que es complicado reparar.

¿Cuándo comenzaron a moverse los animales? ¿Por qué eligen los lugares que eligen para desplazarse? ¿Cómo se construyeron los caminos de las primeras civilizaciones o las rutas de senderismo? Incluso cómo han evolucionado esos trazados hasta convertirse en carreteras, grandes autopistas o pasos de trenes. Suena aburrido, hasta que descubres cómo Moor consigue entretejer todas estas cuestiones en un relato que comienza con los impulsos de los primeros fósiles hasta llegar a las complejas redes de internet. Todo esto sin cambios abruptos en la narración y guiándote hasta el final para que no te pierdas en su particular camino.
 

“Una vez, hace años, salí de casa buscando una gran aventura y pasé cinco meses sin apartar la vista del barro. Era la primavera de 2009 y me había propuesto recorrer íntegramente la Senda de los Apalaches, desde Georgia hasta Maine (…) Mientras cientos, y luego miles, de millas de camino desfilaban bajo mis ojos, empecé a reflexionar sobre el significado de aquel infinito garabato. ¿Quién lo creó? ¿Por qué existe? Es más, ¿por qué existe cualquier camino?”

 

Y en esto nos surmege Moor. Cómo los animales fueron artífices de los senderos que luego les arrebató el hombre y cómo ese mismo hombre, que un día dio el salto a la civilización, usurpó esos trazados a la gente del campo. Leyendo este libro, que centra gran parte de su relato en tierras americanas, que hace siglos pertenecieron a las tribus indias, no he podido dejar pasar por alto uno de mis descubrimientos de este año: ‘La Frontera Salvaje’, de Irving.

Ese relato autobiográfico, del que también he hablado en este blog, cuenta, precisamente, cómo el comisionado al que acompañó Irving, y que arrancó su expedición en Fort Gibson, Oklahoma, terminó perdiendo el respeto a la naturaleza al emprender una caza indiscriminada de bisontes. Por el simple hecho de experimentar las sensaciones de los indígenas. Algo imposible, pues ellos solo habían recorrido ese camino en esa ocasión y en otras circunstancias.

Los caminos construyen a las personas y a los seres vivos, a las sociedades; las dotan de peculiaridad y, a través de ellos, se llega a entender las costumbres. Por eso me pregunto cómo hemos llegado a donde hemos llegado, perdiendo el respeto por quienes nos precedieron y, también, por aquellos coetáneos que no se adaptaron a cambios obligados; sin ser estrictamente seres humanos.

Los cambios son necesarios, pero en ellos se debe tener en cuenta, o al menos intentarlo, al conjunto de seres naturales. Y esta crítica acecha la mente al conocer, entre otras cosas, la visita de Moor al Santuario de los Elefantes de Tenessee, una reserva en donde se construyó un hogar a aquellos ejemplares víctimas del cautiverio de los zoológicos o los circos. Esto es solo por poner un ejemplo.
 

“Los cuidadores adiestraban a las elefantas para que levantaran los pies a fin de poder proporcionarles tratamiento médico (…) para curarles una serie de afecciones de los pies que son comunes en los elefantes que han vivido en cautividad (…) Para empeorar las cosas, algunas de las elefantas, durante su antigua vida de cautiverio, habían desarrollado extraños tics: algunas balanceaban el cuerpo rítmicamente de un lado a otro; otras meneaban la trompa hacia delante y hacia atrás”

 

En este libro hay historias cinegéticas, tecnológicas, geológicas, de cautiverio, de evolución y de cambios, de biología, de pastoreo. En definitiva, todas con detalles de por qué estamos donde estamos. Culmina con un impresionante relato sobre el origen de la Senda Internacional de los Apalaches; una iniciativa inspirada por Benton Mackaye y que desembocó en la ruta de senderismo más larga del mundo. Desde América a Marruecos, pasando por Canadá, Francia o Groenlandia y hasta España en busca de restos geológicos de los Apalaches.

Para disfrutar de ‘En los Senderos’, de Robert Moor, he tenido que obviar cientos de datos, nombres y fechas. Son cientos de páginas que, atendiendo a cada uno de los detalles que narra, se vuelven un todo complejo y de difícil comprensión. Pero la vida no es un examen, cada uno es libre de decidir qué detalles se guarda y cuáles deshecha. No seré la única que haya exprimido estas reflexiones, pero también habrá otros lectores que no estén de acuerdo con lo que escribo. Eso sí, prepárate para pensar.

Y no olvidéis que este libro se puede leer gracias a la editorial Capitán Swing, siempre a la caza de buenos títulos, y, por supuesto, a Francisco J. Ramos Mena, quien ha traducido al detalle cada una de las palabras con las que Robert Moor ha escrito este relato.
 


 

Autor: Robert Moor

Editorial: Capitán Swing

Publicación: 2018

Páginas: 380

Precio: 22€
 

¡A leer!

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