«Hoy en día el amor hay que ganárselo, incluso entre madres e hijos» - Libros a pie de calle
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«Hoy en día el amor hay que ganárselo, incluso entre madres e hijos»

No se me ocurre una forma mejor de titular esta entrada sobre «Apegos Feroces» que con una frase del libro que se ha quedado grabada a fuego en mi cabeza: «Hoy en día el amor hay que ganárselo, incluso entre madres e hijos». Todos sufrimos de apegos feroces en mayor o menor medida. Desde luego sería una de las citas que abriría un capítulo si algún día escribiese un libro. Vivian Gornick sabía que esa frase calaría hondo, todavía lo sabe, y yo quiero creer que por eso quiso contar su experiencia.

A medida que pasas las páginas sientes una emoción constante mientras te sumerges en una búsqueda de paralelismos. Paralelismos que todos pueden encontrar por la humanidad que desprende el relato. Estamos ante unas memorias que, perfectamente, podrían ser una novela corta de ficción escrita con esa intención De ahí que haya titulado con esta frase de la obra que se me antoja como una de las reflexiones que podemos extraer de su lectura. Los vínculos familiares son lo más bonito y grotesco que uno puede experimentar a lo largo de su vida.

«Apegos feroces» (Sexto Piso) es un paseo, un recorrido por la vida de una persona en el que observamos su evolución al mismo tiempo que lo hace otra. En el que Gornick nos va enseñando las calles de Nueva York desde su visión de niña y hasta que su madre las ve de anciana. Paseando juntas por los barrios y avenidas de una de las ciudades más pobladas de Estados Unidos. Es un camino múltiple en el que se va diversificando la sociedad, los intereses, el rol de la mujer cambia y, sobre todo, vemos cómo se reconstruyen esos vínculos familiares con el paso del tiempo. Y ahí está también el amor, un sendero en el que hay que mantener un equilibro constante, porque lo que más nos conmueve es lo que más nos desestabiliza.


«- ¿Crees que está caliente? -pregunta-. No está caliente.
– Pues díselo.
Sacude el aire con la mano
– Qué más da. Me lo beberé así, tampoco me voy a morir por eso.
Está claro que la conversación la está deprimiendo.
– Bueno, lo único que puedo decir es que si no fuese hijo suyo, Bella no se dignaría a mirarlo a la cara.
– Eso es lo mismo al revés, ¿no te parece? Él tampoco se dignaría a mirarla a la cara si no fuese su madre. ¿A que no?.
– ¿Qué dices, mi hija sabelotodo?
– Lo que digo es que hoy en día el amor hay que ganárselo. Incluso entre madres e hijos.»


Puede que haya dos formas de abordar este libro. La real, si tenemos en cuenta quién es Vivian Gornick y queremos ahondar en una pequeña parte de su vida; y la ficticia, porque también podemos adentrarnos en su historia como en un cuento. De ambas se pueden extraer conclusiones, pero es posible que si no la entendemos como la experiencia de la autora, como algo inamovible, reflexionemos más acerca de lo que está contando.

Y estamos ante un relato de gran calidad, de una autora con gran destreza para dar con las palabras perfectas y que transmiten que está escrito con una facilidad pasmosa. Como bien dice Jonathan Lethem en su prólogo «¿No podría limitarme a decir que hay que leer Apegos Feroces de Vivian Gornick?». Desde luego sería más fácil, porque nunca me ha costado tanto escribir sobre un libro (si olvidamos Dzhan, de Platonov, del que nunca he llegado a hablar y que, probablemente, volveré a mencionar en mi próxima entrada porque he tenido una reminiscencia). Aunque intento transmitir el mismo entusiasmo que me invadió durante su lectura.


«- Yo a ti te mato. Víbora de mis entrañas, yo a ti te mato. ¿Cómo te atreves a hablarme así?
Entonces vino hacia mí. Era pequeña y fornida, como yo, pero me sacaba treinta años. Me levanté de la silla antes de que su brazo me rozase y eché a correr y correr por el apartamento, disparada hacia el baño, que era la única habitación con pestillo. La mitad superior de la puerta del baño era un panel de cristal esmerilado. Llegó justo mientras yo echaba el pestillo y no le dio tiempo a frenar. Atravesó el cristal de un puñetazo para alcanzarme. Sangre, gritos, cristales rotos a ambos lados de la puerta. Esa tarde pensé: Una de las dos va a morir a causa de este apego»


Pero me gustaría echar un vistazo al título de la obra. Dos palabras que pesan y que captan como ninguna la esencia de este libro. Dos palabras tan acertadas que son capaces de concentrar la esencia del relato. ¿Y cuáles son los apegos feroces? Me vienen a la mente relaciones tóxicas pero reconfortantes que no elegimos, o sí, para las que hay que tener mucha sangre fría. Empezando, solo empezando, por un madre-hija. Relaciones que participan de lleno en el proceso que nos define como personas. Que suman y que restan. Y son tan estrechas que a veces ahogan y otras abrazan.
 

Título: Apegos feroces

Autor: Vivian Gornick

Editorial: Sexto Piso

Fecha de Publicación: 2017

Número de Páginas: 193

Precio: 19,90 €
 

¡A leer!