«Los condicionamientos sociales nos presionan de tal modo que están camuflados como normalidad» - Libros a pie de calle
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«Los condicionamientos sociales nos presionan de tal modo que están camuflados como normalidad»

Hablar de Tomi Sánchez y su vida económica sin fastidiar el primer tercio del relato de Javier Saez de Ibarra es prácticamente imposible. «Vida económica de Tomi Sánchez» es una novela coral en la que el personaje se construye a través de recuerdos y anécdotas narrados por personas que, directa o indirectamente, forman parte de su vida. Las primeras páginas nos acercan a Tomi, nos compadecemos de él porque lo que acaba de ocurrir es una verdadera faena. El relato avanza y los sentimientos se encuentran. Tomi ha recogido lo que ha sembrado. Pero sigue habiendo regalos del azar que nos vuelven a conectar con él. Y hasta ahí puedo leer.

Javier Sáez de Ibarra (Vitoria, 1961) no es nuevo en esto de la escritura. Una larga trayectoria como cuentista, en el buen sentido, que le ha permitido gozar del reconocimiento por un trabajo bien hecho. En 2009 recibe eI I Premio Internacional Ribera del Duero por «Cuentos plásticos» y, en 2014, otro de sus libros de cuentos, «Bulevar» fue reconocido con el Premio Setenil. Pero sorprende la maestría con la que ha conseguido aterrizar en el registro novelesco con «Vida económica de Tomi Sánchez» (La Navaja Suiza) sellando uno de esos nombres propios que seguirás recordando pase el tiempo que pase. El personaje es la novela y la novela es gracias al personaje. Más de 400 páginas que ponen el foco en una sociedad cuasidistópica, oprimida por el yugo de los números, de la Economía, y que destilan humanidad, humor, hipérbole y crítica social.

Javier confiesa que en «Vida Económica de Tomi Sánchez» también hay un poco de «venganza poética» frente a esas injusticias de las que le ha tocado ser testigo. Hablar con él es un placer, porque es de esos escritores que acepta las apreciaciones del lector y no se enfada si han entendido algo a su gusto. En el fondo, el oficio de escribir tiene esa contrapartida o esa suerte, es cuestión de perspectiva. Y Javier ha escrito una novela que nos permite jugar y juzgar página tras página.


¿Quién es Tomi Sánchez y qué le pasa?
Tomi Sánchez no está basado, digamos, directamente en ninguna personal real y a la vez tiene mucha realidad, tiene mucha entidad. Porque viene a ser un hombre común, de nuestra España actual, que es padre de familia, que tiene varias relaciones afectivas, que tiene múltiples trabajos, en general mal pagados y que no le aportan mucha cosa. Encarna un poco los sinsabores y la lucha por la vida, emulando a Baroja, de una persona actual. A lo largo de los capítulos se recogen distintos aspectos de la vida con un poco de imaginación, con un poco de hipérbole en algún momento, con un poco de emoción en otra. Sería la crónica de una persona común, de uno de nosotros.

Hablando de esas hipérboles… ¿Hasta qué punto son exageraciones de la realidad?
Por hablar del mundo laboral, que es un aspecto muy importante de la novela, hay un capítulo, voy a contar algo (ríe), el dueño de una oficina les exige a los empleados que se corten el pelo al cero, que desaparezca el pelo. La razón que el hombre exhibe es que piensa que la falta de pelo unifica a todos y le da un dinamismo a la empresa. Asocia cuero cabelludo limpio con velocidad, energía, eficacia… Se lo va a aplicar también a las mujeres y una se lo dice y él se queda pensativo. Ahora mismo que yo sepa en ningún trabajo exigen a los empleados que se corten el pelo al cero, pero hay otro tipo de exigencias, por ejemplo respecto al físico, incluso a la indumentaria, a veces rayando un poco en la violencia. Las minifaldas o los tacones en las mujeres, el pelo no, pero a lo mejor otras cosas sí pueden ser más importantes que el pelo. La intención es llevar la atención a un ejemplo que puede chocar pero que en el fondo vuelve sobre la realidad.

¿Vive Tomi Sánchez la vida que quiere vivir?
Claramente no. En la novela se marcan mucho los condicionamientos económicos y sociales, unas veces no lo consigue por eso, otras veces por su propia torpeza personal, otras por compromisos que ha ido adquiriendo, especialmente con los hijos. Hay una serie de condicionamientos en su vida, él está siempre tratando de afirmarse, tratando de expresarse en un mundo que no se lo permite en muchas ocasiones. Él quiere ser escritor en un momento de su vida, incluso publica un libro de aforismos que no es entendido y es más bien confundido por todo el mundo, incluso en ese momento él no logra realmente expresar su voz y ser libre como él pensaba. Es un personaje en conflicto continuo con los condicionamientos sociales.

«Tras la muerte tendemos a una mirada compasiva. Siempre nos miramos con piedad, con una piedad que a lo mejor no teníamos en vida. Y luego te das cuenta de que somos frágiles. Lo que contrasta es con la frialdad de la burocracia del sistema, para la que somos números»

Nuestra vida se rige en ocasiones por esos condicionamientos y ni siquiera nos damos cuenta…
Efectivamente, creo que los condicionamientos sociales nos presionan de tal modo que están camuflados como normalidad. Es normal que a una persona se le contrate por poco dinero y se le despida con absoluta facilidad sin tener en cuenta sus condiciones personales. Nos hemos acostumbrado, ahora con la pandemia es tremendo, pero que haya listas de espera enormes para que te atiendan, para que te auxilien; esto se presenta en un problema médico que tiene el personaje. Tomi Sánchez a lo largo de su historia va tomando conciencia de lo que está ocurriendo, incluso realiza con sus amigos algunas acciones de protesta, casi acciones poéticas más que eficaces, porque se está dando cuenta de eso. En un aspecto concreto, en la educación de sus hijos, se da cuenta de que van a caer en la misma situación que él, en la falta de libertad y trata de educarlos de un modo alternativo. Por eso los saca de noche cuando ya han acabado los deberes y trata de mostrarles la ciudad y la gente de otra manera, que hay una realidad más allá de la educación que reciben y más allá del ámbito del hogar.

Los condicionamientos sociales influyen a Tomi Sánchez a la hora de ser feliz, pero me gustaría destacar una frase del libro que me ha llamado la atención y que viene al caso… «Sabemos que en este universo sin divinidad, a nadie podemos ya culparle de nuestra tristeza: porque solo es obra nuestra»
Esa frase en concreto es una paráfrasis de una declaración que hizo un pintor irlandés, Sean Scully, que me impresionó mucho. De hecho en un libro de cuentos anterior a esta novela, Fantasía Lumpen, la recogía también. Después de la secularización y la pérdida de fe mayoritaria, el ser humano se ha dado cuenta de que no tiene a quién echarle la culpa de nada, que tiene que resolver sus propios problemas. La infelicidad o la felicidad, la degradación o la conservación de la naturaleza, por hablar de un caso que nos alarma a todos, ya es algo por lo que ni siquiera podemos culpar a la naturaleza, es cosa nuestra. Es como la llamada a la responsabilidad mayor posible por dirigir la historia hacia un camino de humanidad, de salvación, de ecología y de justicia social. Y eso es una carga que pesa sobre nosotros y sobre nuestra capacidad de organización, de diálogo y de decisiones que sean valientes. Me encantó esa frase y por eso la menciono.

No obstante, Tomi Sánchez siempre intenta huir de ese yugo, de esa infelicidad…
No es un personaje que se doblega, es un personaje que busca sus espacios, en la familia, en los hijos, en los amigos, incluso en la relación con sus padres. Él siempre trata de luchar contra los impedimentos, a veces gana y a veces pierde. Es un personaje que a lo largo de la novela sufre muchos cambios, pasan muchas cosas. Lo vemos en muchas situaciones y escenarios, reaccionando de muchas maneras, con emociones muy diferentes, y forma parte de ese esfuerzo de afirmación. Una vez hecha la novela me he dado cuenta de la necesidad enorme que tiene Tomi Sánchez de dialogar, de escuchar y ser entendido. Él intenta hablar con sus parejas, con sus amigos, o con el cuello de un taxista, que es como hablarle a una pared que no entiende nada y él está desesperado por hacerse entender. Este capítulo tiene un cambio formal y es que de pronto la prosa pasa a una especie de poema que viene a simbolizar ese intento de llegar a la comunicación de un modo u otro, como sea. En el diálogo, en la conversación, en la palabra, él busca una forma de afirmación.

«Ahora mismo que yo sepa en ningún trabajo exigen a los empleados que se corten el pelo al cero, pero hay otro tipo de exigencias, por ejemplo respecto al físico, incluso a la indumentaria, a veces rayando un poco en la violencia»

En cierto modo también retratas las relaciones humanas. Me viene a la cabeza el capítulo de la ronda, en el que varias parejas de Tomi hablan sobre él, con diferentes percepciones sobre su persona. ¿Mostramos la misma cara a todo el mundo?
Eso es imposible y, quizá afortunadamente, con cada persona tenemos una relación distinta, así sean dos hermanos. La empatía, la comprensión, la ideología… nos marca. Ese capítulo me gusta y mucha gente se ha hecho eco. Es un capítulo donde directamente varios personajes hablando del propio Tomi ofrecen opiniones a veces contradictorias y a veces coincidentes. Estoy convencido de que si tuviéramos nuestra ronda con amigos y familiares y fuéramos sinceros nos sorprenderíamos. En parte nos da miedo, en parte sería muy sanador y muy interesante para uno mismo, porque nadie se conoce totalmente a sí mismo, necesitamos el testimonio de los otros, la reacción espontánea de los otros y la recepción que hacen de cada uno de nosotros para tener una idea de quiénes somos. No somos transparentes con nosotros mismos.

A veces parece que estamos en una competición por ver quién conoce más a quién…
Es curioso que a veces los amigos se celan unos y otros. Hay un capítulo en que también uno presume de que él es el mejor amigo, esta cosa de competir por el cariño. Tiene algo bonito eso también. Como “a mí me quería más” o “yo le entendía mejor” o “yo viví tal cosa con él que tú no has vivido”. Esto pasa a veces con los amigos reales. Es agradable escuchar eso, estas competencias chiquititas entre amigos.

¿Sale lo mejor y lo peor de nosotros tras la muerte?
Tras la muerte tendemos a una mirada compasiva. Siempre nos miramos con piedad, con una piedad que a lo mejor no teníamos en vida. Y luego te das cuenta de que somos frágiles. Lo que contrasta es con la frialdad de la burocracia del sistema, para la que somos números. Para mí un amigo es un amigo y es lo más importante del mundo, pero para una empresa enorme es el señor tal que trabaja en la máquina número tal y es perfectamente intercambiable. Hay un choque muy grande en toda la novela entre un mundo laboral donde las relaciones se deshumanizan y un mundo familiar y de amigos en el que aparece el ser humano en todo su brillo y su complejidad. Son dos miradas absolutamente distintas, una es la persona como valor en sí mismo y la otra es la persona como valor económico que me puede beneficiar.

¿Te lo has pasado bien escribiendo la novela?
Mucho, mucho. No te imaginas cuánto. En general, para mí escribir es un placer absoluto. Luego fabulando, inventando las situaciones, también. Y hay un punto de desquite, porque yo he visto una política económica tan dura, con los ajustes, con los recortes, las privatizaciones, gente despedida… que tenía algo de venganza poética por mi parte. Hay humor, porque no todo es dolor y tragedia.

«Una vez hecha la novela me he dado cuenta de la necesidad enorme que tiene Tomi Sánchez de dialogar, de escuchar y ser entendido. En el diálogo, en la conversación, en la palabra, él busca una forma de afirmación»

Hay un protagonista pero es un coro de voces quien cuenta la historia, ¿por qué?
Fue algo que no tuve mucho que pensar, fue algo que se dio así. Yo creo que un narrador desde un solo punto de vista, un narrador externo en tercera persona, omnisciente, es demasiado invasivo, y en este tipo de novela en la que yo quiero recrear distintos aspectos de la vida de un personaje me parece más interesante que sea narrado desde distintas subjetividades. Ese carácter poliédrico que tenemos los seres humanos, de distintas facetas, me parece que se recogía mejor así, precisamente para respetar ese carácter complejo y múltiple de una vida humana. En general no me gustan nada las explicaciones y no me gusta un narrador que me cuente cosas, prefiero ver en acción al personaje y juzgar yo cómo es. Por eso hay propuesta de lectura, para que el lector construya el personaje a partir de todas esas voces que escucha, me parece más interesante que un narrador dirigido por mí que va aleccionando al lector de cómo tiene que pensar.

Podría haber entonces tantos Tomi Sánchez como lectores…
Sí, te diré que esta está siendo mi gran sorpresa como autor. Hay gente que está destacando la ternura de Tomi, que yo al principio no la había visto, hay gente que habla de su dignidad, alguien dijo: todos somos Tomi, otros dicen: se parece a mí, veo cosas del personaje que se pueden relacionar conmigo y a mí me sorprende mucho y está siendo una alegría porque es un ser vivo, se ha convertido en un personaje muy vivo, no de cartón piedra o solo en una construcción literaria.

A pesar de todo, Tomi Sánchez siempre trata de ser feliz y coger las riendas de su vida…
Sí, es verdad que toma decisiones y es valiente en muchas ocasiones. Hay libertad, una libertad condicionada, pero es parte del personaje, que no se doblega, no se rinde, siempre está tratando de reafirmarse. La ambivalencia de que hasta cierto punto somos libres y hasta cierto punto estamos condicionados. Sus amigos lo aprecian mucho por eso, porque ven que ha tenido genio, que ha tenido valor.


Título: «Vida económica de tomi Sánchez»

Autor: Javier Sáez de Ibarra

Editorial: La Navaja Suiza

Año de edición: 2020

Número de páginas: 412

Precio: 19,90€

Foto principal: Javier Sáez de Ibarra (cedida por La Navaja Suiza)