Alguien voló sobre el “Nido de Pájaro” la noche del 16 de agosto de 2008. El atleta jamaicano Usain Bolt, batió el récord mundial de los 100 metros lisos dejándolo en 9 segundos y 69 centésimas. Lo consiguió en el Estadio Nacional de Pekín durante los Juegos Olímpicos. Una plusmarca sideral que él mismo se encargaría de batir justo un año más tarde. En el Campeonato del Mundo de atletismo celebrado en Berlín corrió en nueve segundos y cincuenta y ocho centésimas. Posiblemente nadie correrá más que Bolt en los próximos cien años.
En la final de Pekín 2008 ganó con una superioridad aplastante a todos sus rivales. Nadie sabe qué hubiera pasado de no entrar “andando” y celebrando la victoria en los últimos quince metros. Bolt solo tenía veintiún años por aquel entonces. Era su primer oro olímpico. Luego llegaron ocho más, aunque uno de ellos se lo quitaron por dopaje de uno de sus compañeros jamaicanos.
El comienzo de una carrera inigualable
Aquel día, Bolt salió desde la calle 4 . No hizo una gran salida. Ni falta que hacía. Al paso por los primeros treinta metros ya ocupó el primer lugar, aventajando al resto de velocistas. A los sesenta metros les sacaba más de dos metros. A quince metros del final, comenzó a darse golpes en el pecho con su mano derecha y cruzó la meta totalmente solo celebrando un día para la historia.
Usain Bolt salió de los Juegos de Pekín convertido en un atleta reconocido por todo el mundo. Fue la primera gran exhibición de su carrera. Oros y récords del mundo en 100 y 200 metros lisos. Comenzaba la fiesta del velocista jamaicano, el mejor de todos los tiempos. Una fiesta que se prolongó durante dos ciclos olímpicos más. El rey de la velocidad ha marcado un antes y un después en el atletismo mundial. Un extraterrestre sin comparación. El hombre más rápido de todos los tiempos. Una leyenda viva del atletismo y el deporte mundial. Uno de los más grandes deportistas de la historia.