¡Mis queridos palomiteros! El próximo 15 de febrero en España, y en junio en Argentina, llegará a las librerías la última novela del laureado escritor Javier Arias Artacho, La tierra del viento, a caballo entre La misión y Silencio.
Arias Artacho, autor de Eitana la esclava judía o El general maldito, por ejemplo, nos tiene acostumbrados a novelas de descripciones ambiciosas. Los escenarios invitan a la recreación de grandes superproducciones cinematográficas.
En este caso, La tierra del viento, se ambienta desde el magnífico escenario del sur argentino durante el siglo XIX. Contexto muy poco novelado y de especial originalidad.
Sin pretenderlo ni parecerse a ellas, La tierra del viento (Roca editorial) tiene ecos de aquella magnífica película protagonizada por Robert De Niro, La misión, del director Roland Joffé, o de Silencio, el último largometraje de Martin Scorsese.
En ambas encontramos el denominador común de la lejanía incivilizada. También el exotismo del paisaje y la presencia de nativos a los que evangelizar. Sin embargo, en La tierra del viento este hecho es el telón de fondo de la historia. Sólidamente ambientado y recreado, pero no adquiere el protagonismo principal de la historia.
Al leer La tierra del viento, es inevitable que al lector (espectador) le vengan a la retina estos inolvidables celuloides.
En el caso de Ushuaia, el último puerto al sur del mundo (donde la llegada de los europeos es comparable con los proyectos contemporáneos de alcanzar la luna o llegar a marte) nos encontramos con la infatigable entrega de unos misioneros anglicanos: Son los que hicieron posible la civilización de los confines de la tierra. Y, por qué no decirlo, sin pretenderlo, también del comienzo del fin de aquellos aborígenes.
Sin embargo, como decíamos, solo se trata del escenario donde sucede la historia de una jovencita a la que le proponen un matrimonio de conveniencia. Probablemente en el rincón más remoto de la tierra. En esta novela los protagonistas no son los misioneros, como en La misión, ni el sufrimiento ante el abandono de Dios, como en Silencio.
Y si La tierra del viento tiene los ingredientes para una gran superproducción, no es sólo por su paisaje. Es porque Arias Artacho sitúa en este escenario una historia potente, cargada de suspense y aventura, pero también de sensibilidad.
Por ejemplo Sophie, la protagonista, ha de abandonar Inglaterra. Después rehacer su vida en uno de los rincones más distantes de la tierra. Y con la familia de unos colonos que calla un pasado que todavía no puede sospechar.
El entorno salvaje e inhóspito (y bien descrito) aporta originalidad a esta trama de misterio. Será el lector quien irá desgranando lo que la verdad esconde.
Un libro de película, con una banda sonora épica, de esas que te elevan y te extasían. Como los paisajes de Ushuaia y Tierra del Fuego.