¡Mis queridos palomiteros! Con WALL·E se acentuó la denuncia del maltrato de la naturaleza por parte de los seres humanos. Hasta 2008, la compañía Pixar había presentado nueve películas.
Y nos habían alegrado la existencia desde su Toy story de 1995. Gracias a su evolución y estilismo le otorgaron el Oscar a Coco en la reciente ceremonia de los galardones americanos mejor valorados.
Hoy recordamos a WALL·E, cuando se celebran 10 años de su estreno en cines. La historia del pequeño y simpático robot está ambientada en un futuro muy, muy lejano. Pero más allá del protagonista, la gran osadía de Pixar fue atreverse a estrenar una película de dibujos animados prácticamente muda…
El planeta Tierra está desolado por la contaminación y se ha convertido en un gran basurero de desperdicios. No hay allí nadie capaz de subsistir en tales condiciones. Sólo existe un pequeño robot, llamado WALL·E. Es quien se dedica a amontonar en forma de edificios las ingentes cantidades de desechos.
WALL·E recuerda, como leitmotiv, el peligro de la soledad y de la necesidad de sentirse amado
Con una clara denuncia del maltrato de la naturaleza por parte de los seres humanos, la compañía Pixar (que de nuevo se luce con la calidad de los dibujos) se une al tipo de películas que dibujan un futuro nada halagüeño para nuestro planeta.
Además de este claro sentido ecológico, el guión incide en el lamentable estado al que podemos llegar los hombres cuando dejamos que todo el trabajo lo realicen las máquinas.
El oscarizado director estadounidense de 52 años, Andrew Stanton, habitual de la compañía y responsable de uno de sus mayores éxitos, Buscando a Nemo, habla también en el filme del peligro de la soledad y de la necesidad de sentirse amado, comprendido.
Un leitmotiv continuo apuntalado con unas nostálgicas imágenes y canciones de la película ¡Hello dolly!. También hay otros homenajes a películas de la historia del cine. Así nos encontramos con La guerra de las galaxias ó 2001: una odisea en el espacio. ¿Tal vez más?
