¡Mis queridos palomiteros! Franco también fue un buen crítico de cine. La editorial Cátedra, dentro de su colección Signo e Imagen, sirve un exhaustivo trabajo, Las películas que vio Franco y que no todos pudieron disfrutar, escrito a dos manos por los excelentes historiadores de cine José María Caparrós -recientemente fallecido- y Magí Crusells. Ambos certifican cuánto le gustaba el cine al caudillo y que, sin duda alguna, Franco también fue un buen crítico de cine, un buen devorador del séptimo arte.
En Las películas que vio Franco y que no todos pudieron disfrutar se nos muestra su condición de cineasta amateur, filmando películas familiares y de su estancia en África con su propia cámara
También se aborda su ocasional y breve intervención como actor en la película muda La malcasada (1926) – según los eruditos se trata de un trabajo pobre donde además de Franco se ve a Millán Astray, Romero de Torres, el Conde de Romanones, Muñoz Seca, Valle-Inclán-, y por supuesto su novela y el guión que dan pie a Raza, filme dirigido por José Luis Saénz de Heredia en 1941.
En este sentido, Francisco Franco Bahamonde tuvo que aplicarse la censura consigo mismo. Cuando se estrenó esta película estaba repleta de soflamas filonazis y en 1950 fueron eliminadas todas por orden del dictador. Pero la UFA (la productora que durante el nazismo colaboraba con la industria española del cine -tal y como muestra la nada aconsejable La niña de tus ojos-) conservaba la versión auténtica, sin edulcorar. Estaba en la RDA y se recuperó.
Le proyectaban todas las semanas un par de películas en El Pardo y lo que más le estimulaba era el western. Por su parte, Saénz de Heredia sería también responsable del documental de 1964 Franco, ese hombre, además de su habitual presencia en el célebre NO-DO.
De 1946 y 1975, Franco visionó cerca de 2.000 películas en el Palacio de El Pardo: dos largometrajes comerciales por semana, junto a varios números del noticiario NO-DO -en muchos de los cuales él mismo era protagonista- y otros documentales.
Lo más enjundioso de este fundamentado y acreditado trabajo literario -prologado por el afamado hispanista británico Paul Preston, uno de los biógrafos de Franco- es el recuento realizado de todas las sesiones cinematográficas privadas llevadas a cabo entre esos años gracias a las tarjetas-invitaciones que se imprimieron.
Existen 2.037 y sólo en 16 se indica que fueron suspendidas por enfermedad o algún compromiso protocolario.
Franco tuvo el privilegio de visionar algunas películas que aún no habían sido censuradas e incluso un par de ellas que no fueron proyectadas comercialmente en las salas de cine
Se trata de Christopher Columbus (1949), de David MacDonald, película inglesa que tuvo su “réplica” con Alba de América (Juan de Orduña, 1951) y la célebre Viridiana (1961), de Luis Buñuel, tachada de blasfema por L’Osservatore Romano. Las películas que vio Franco y que no todos pudieron disfrutar cuenta además con abundantes fotografías y se reproducen un montón de documentos, que dan suficiente muestra del completo trabajo de investigación.
A grandes rasgos es posible establecer algunos porcentajes del cine que consumió Franco en el teatro de El Pardo, convertido en sala de proyección de cine: unas tres cuartas partes (1.500) son producciones extranjeras -“casi todas de Hollywood; hay muy poco cine europeo y no he visto ninguna rusa”, dice Caparrós-, y apenas unas 500 son españolas. Entre ellas, mucho de la saga James Bond (Desde Rusia con amor incluida), Los diez mandamientos, Ben-Hur; El Padrino y Cabaret. Solo hay tres de Hitchcock.
Todo lo veía doblado al español, y las películas de culto que consumió en todos esos años se pueden contar con las dos manos: El manantial de la doncella, de Bergman; Las noches de Cabiria, de Fellini; El mensajero, de Joseph Losey; El gatopardo y Luis II de Baviera, de Visconti, y Rashomon, de Kurosawa.
Las películas que vio Franco y que no todos pudieron disfrutar es un libro necesario y útil para comprender algo mejor las inquietudes cinematográficas de su protagonista. Ya sabéis, Franco también fue un buen crítico de cine.