¡Mis queridos palomiteros! Harry Potter y el Prisionero de Azkabán es mi preferida. Entre el estreno de Harry Potter y la Piedra Filosofal en 2001, la primera película de la saga, y Animales fantásticos y dónde encontrarlos, estrenada hace dos años -no es una precuela del primer filme, sino la misma historia con nuevos personajes- no siempre ha existido consenso para decidir cuál de las ocho películas es la mejor y cuál es la que le imprime autenticidad a la magia que despliegan sus historias teniendo en cuenta también el material de la novelista inglesa. Para mí no hay duda.
Harry Potter y el Prisionero de Azkabán contiene varias de las mejores cualidades de sus antecesoras
La tercera película de la serie Harry Potter -de la que el pasado lunes 18 de los corrientes celebramos su estreno hace 14 años-, basada en las novelas de la afamada y ahora multimillonaria escritora británica J. K. Rowling, llegaba a nuestras pantallas convertida en un auténtico fenómeno de masas de la cultura popular moderna, y después de que las dos primeras de la serie, Harry Potter y la Piedra Filosofal y Harry Potter y la Cámara Secreta (2002), dirigidas por el estadounidense Chris Columbus, recaudaron más de 600 millones de dólares sólo en el mercado norteamericano.
Esta entrega tiene la peculiaridad de estar dirigida por el oscarizado mexicano Alfonso Cuarón (Gravity, 2013), y el resultado es muy afortunado. Sin la experiencia para manejar grandes producciones, el cineasta mexicano demuestra una gran habilidad narrativa y, sobre todo, una vigorosa capacidad para la creación de ambientes de fantasía.
Harry Potter y el Prisionero de Azkabán -rodada en 2004 y distribuida por Warner– contiene varias de las mejores cualidades de sus antecesoras: un riguroso sentido de la aventura, una dosis de suspense y una pródiga cosecha para la imaginación.
El filme ha recreado sabiamente una atmósfera más tenebrosa, más compleja en su definición visual y más tétrica, que intensifica las líneas de misterio. En sí misma la cinta es más oscura que las citadas.
Con los personajes centrales más crecidos -el propio Harry Potter y sus compañeros Hermione y Ron- la película apuntala con sutileza la atracción sensual entre ellos, al mismo tiempo que plantea unos diálogos trazados con mayor inteligencia. El desarrollo argumental se sostiene con solidez, adaptándose a las circunstancias de la evolución de los personajes.
«Nos encontramos frente a una obra de pleno entretenimiento, que posee el gran atributo de enganchar y atraer, como logran las novelas misma»
Por su parte, Cuarón ha preferido pasar por alto la parte de los partidos del quidditch, que en las anteriores ocupaban un buen metraje, para dar rienda suelta a una sofisticada gama de efectos especiales: sólo concede una leve referencia a la competencia deportiva para concentrarse en el papel de los fantasmas y espectros que buscan atrapar al prisionero de Azkabán. Además, la trama es más enriquecedora que la desarrollada en las anteriores películas. Eso sí, conserva de éstas el prólogo que narra la breve convivencia con sus padres adoptivos.
Como sucedió en los dos primeros filmes nos encontramos frente a una obra de pleno entretenimiento, que posee el gran atributo de enganchar y atraer, como logran las novelas mismas, tanto al público infantil como a los adultos, con una imaginería visual interesantísima. Colabora notablemente la música del oscarizadísimo maestro John Williams y el guión de Steven Kloves, quien participó en la escritura de todas las películas, salvo en Harry Potter y La orden del Fénix (2007), quinta de la saga.
En otro orden de cosas, las películas de Harry Potter se disfrutan porque tienen encanto, carisma y personalidad, y ese es un innegable mérito. Han sabido conjugar los avances tecnológicos cinematográficos -propiedad de George Lucas– con historias bien elaboradas que presentan un mosaico de singulares personajes.
Las interpretaciones del desaparecido Alan Rickman y de los oscarizados Gary Oldman (El instante más oscuro, 2017) y Emma Thompson (Howards End, 1992) y guión adaptado en 1995 por Sentido y sensibilidad son la piedra que sostiene la historia.
¿Alguien da más y mejor?