¡Mis queridos palomiteros! Atom Egoyan apela a la banalidad del mal en la histórica ‘Remember’. Muy aclamada en el Festival de Venecia del año 2015, la última película estrenada en España del director de cine egipcio (Guest of Honour, filmada en 2019 es su último trabajo hasta la fecha), aunque desarrolla su trabajo profesional en Canadá, es de origen armenio.
Existe una cantidad infinita de películas dedicadas al nazismo y a la Segunda Guerra Mundial –recientemente hemos hablado desde estas pantallas de Vida oculta-, provenientes sobre todo de Alemania, cuyos directores hunden el bisturía sobre la gravedad de los acontecimientos de esta época para que nunca más se repitan y para, de una cierta manera, lavar las culpas que aún hoy día están presentes en la sociedad.
No es la primera vez que Atom Egoyan aborda el tema de la memoria histórica en relación al exterminio de un pueblo. Lo hizo en Ararat (2002) con el genocidio armenio y lo hace en Remember.
Atom Egoyan apela a la banalidad del mal en la histórica ‘Remember’
Pese a su tremenda irregularidad en su trayectoria fílmica, Egoyan retoma las mismas obsesiones de sus películas -la incomunicación, el peso del pasado, la presencia de un personaje-demiurgo que funciona como alter ego del cineasta- de nuevo.
Y como en el cine de Shyamalan, aspira a subvertir el sentido moral de la historia. Tampoco es la primera vez que Egoyan habla de las consecuencias de un trauma (El dulce porvenir, 1997) ni de la humanidad del monstruo (El viaje de Felicia, 1999).
En este thriller, el oscarizado actor canadiense Christopher Plummer encarna a Zev Gutman, un superviviente del Holocausto nazi de unos 90 años de edad con demencia senil, que se da a la búsqueda de Rudy, un criminal de guerra nazi que fue responsable de la muerte de su familia en Auschwitz.
La historia no podría completarse sin la presencia del relumbrante elenco de secundarios: Martin Landau, Bruno Ganz y Dean Norris
Digamos que es como el protagonista de Memento (Christopher Nolan, 2000): en su viaje a los infiernos, y para hacer uso de la venganza, tiene que releer la carta que lleva consigo para recordar cuál es su meta. Es un aprendiz de marioneta, un personaje que reescribe otro.
Y los sucesivos candidatos a nazi que encuentra en su camino han tenido que crearse otra identidad para desarrollar una vida normal. Eso sí, la historia no podría completarse sin la presencia, en el apartado actoral, y en categoría de secundarios, de un trío de ases: Martin Landau, Bruno Ganz y Dean Norris.
Aunque el tema no es especialmente original, el acercamiento que propone Egoyan y la profundidad con la que lo hace su protagonista merecen nuestro aplauso.
La narración, no obstante, tiene algunos problemas al intentar evadir los clichés más comunes, estirando los límites de la plausibilidad con demasiados trucos de guion, coincidencias y reiteraciones. Pero es capaz de conseguir una notable espiral de tensión hasta el final del viaje, así como de dotar al filme de ritmo durante todo el relato.
Remember mantiene una notable espiral de tensión hasta el final del viaje, al tiempo que dota al filme de ritmo durante todo el relato
Sin embargo, los potenciales fallos del guion se compensan por el magnífico uso de los efectos de sonido y la música, cortesía de Mychael Danna, que ayuda a crear algunos de los mejores momentos en la película.
Remember es un filme que debe verse -al margen de todo lo bueno que pueden dar de sí las historias sobre la Segunda Guerra Mundial, como pasó con el original punto de vista que ofrecía En la oscuridad (Agnieszka Holland, 2011)- por la personalidad narrativa que destila su director y por la calidad interpretativa del elenco principal.