‘Cita a ciegas con la vida’: El único que pone barreras a la felicidad eres tú
¡Mis queridos palomiteros! ‘Cita a ciegas con la vida’: El único que pone barreras a la felicidad eres tú. Hace tres años se estrenaba en todas las salas de cine españolas esta inspiradora comedia romántica alemana -comparte connotaciones sustanciales con la estadounidense Not that funny– que llegaba a nuestras pantallas de la mano de la distribuidora Flins & Piniculas.
Resulta insólito por su planteamiento, pero la cinta, basada en una historia real, cuenta la hazaña de Saliya Kahawatte, un joven adolescente que, a pesar de perder la vista, no renuncia a sus sueños. Saliya, interpretado con solvencia por Kostja Ullmann (Single by Contract) y que conectará con el espectador de inmediato, quiere trabajar en un hotel cinco estrellas.
Para conseguirlo, no dice que no ve y consigue un puesto de aprendiz en un establecimiento de lujo. Gracias al apoyo de su mejor amigo Max (Jacob Matschenz), el protagonista supera los numerosos obstáculos con los que se topa, sin revelar nunca que ha perdido la vista. Sin embargo, todo se desbarata cuando Saliya se enamora de Laura (Anna Maria Mühe).
‘Cita a ciegas con la vida’: El único que pone barreras a la felicidad eres tú
Acierta el director alemán Marc Rothermund -candidato al Oscar por el conmovedor drama Sophie Scholl sobre el movimiento de la Rosa Blanca– con esta emotiva historia, que afronta sin tapujos el caso de la ceguera en clave positiva. Y digo que acierta, no porque proponga un estudio sobre las consecuencias del invidente, sino, al contrario, por llevar a buen puerto una propuesta sobre el tema donde lo que queda al margen son las imposiciones o los prejuicios, a veces demasiado asentados en la sociedad.
Por ello, Marc Rothermund, siendo consciente de esa problemática, da un paso más y prefiere que la comedia circule por otros canales, con el gran hándicap de no caer ni en la comedieta fácil, en la irreverencia, la ñoñería o la frivolidad.
De este modo, nos hallamos ante un filme valioso y arriesgado porque le confiere verosimilitud y entretenimiento de principio a fin. Es natural, en estos casos, que la primera o más directa comparación que pueda hacerse sobre el personaje principal nos lleve a detenernos en Al Pacino en Esencia de mujer, donde el actor neoyorkino interpretaba a un militar ciego y su trabajo le supuso un Oscar al mejor actor protagonista.
En el caso de Cita a ciegas con la vida, Rothermund va más allá, pues consigue que Saliya se las ingenie para que además su minusvalía no se le note.
Estamos, pues, frente a una agradable película -cosechó medio millón de espectadores en su país- que certifica el buen estado de salud del cine alemán y del mundo de los valores, la familia, los buenos amigos, el esfuerzo y la integración en la sociedad y en el trabajo, como mensaje de fondo, necesario y pertinente.